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jueves, mayo 16, 2013

Noticias / España: Saskia Sassen Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales

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La socióloga holandesa.  (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 16 de mayo de 2013. (RanchoNEWS).- Esa mujer, flamante ganadora del Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales por su contribución «al análisis de las dimensiones social, económica y política de la globalización», la creadora del concepto de ciudad global, es la socióloga holandesa Saskia Sassen. Si le piden que se presente, sonríe comprensivamente, con esa sonrisa que sabe graduar, en su justa medida, confianza y calidez. «Soy profesora e investigadora, fui reclutada por Joseph Stiglitz cuando trabajaba en la Universidad de Chicago para que me fuera con él a Columbia. Allí codirigimos el Comité Sociológico para el Pensamiento Global. ¿Que qué es eso? Trabajamos a partir de una suposición: que para entender la globalidad no es suficiente computar datos. Hay que reteorizar qué significan realidades como el sistema financiero, los países, las ciudades –dijo en una entrevista reciente–. Nací en Holanda, viví en Buenos Aires y por eso tengo este acento en español. Mi familia se fue a Roma y pasé dos años en Italia. Después, me instalé en Estados Unidos. Siempre he sido una inmigrante, con la suficiente identidad, el suficiente coraje para identificar esa característica. Creo que ésa es la clave de mi modalidad de pensamiento.» Una nota de Silvina Friera para Página/12:

Sassen (La Haya, 1949), la tercera mujer que obtiene el Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales –antes lo ganó la filósofa estadounidense Martha Nussbaum, el año pasado, y la ex presidenta irlandesa Mary Robinson, en 2006–, se ha dedicado a reflexionar sobre el poder y la desigualdad que provoca la globalización en La ciudad global (1991), Territorio, autoridad y derechos: de los ensamblajes medievales a los ensamblajes globales (2006) y Una sociología de la globalización (2007), ambos publicados por la editorial argentina Katz, entre otros títulos. «Yo diría que el concepto (de ciudad global) es más famoso que yo. Si hubiera hecho un copyright o tuviera derechos de propiedad intelectual como las farmacéuticas, hubiera ganado mucho dinero», bromeó ayer la socióloga, desde Londres, en una entrevista telefónica con la agencia EFE. El jurado ha subrayado los aportes de Sassen a la sociología urbana, la dimensión internacional de sus ideas, sus estudios sobre las migraciones y el papel de las grandes ciudades en la dirección de la economía internacional, además del concepto de ciudad global, una de sus mayores contribuciones, «actualmente aceptado y empleado en todas las ciencias sociales».

Casada con el sociólogo estadounidense Richard Sennet, la primera escala del itinerario de Sassen comenzó en 1950 en Buenos Aires, donde vivió dieciséis años. Las primeras referencias de Marx y de Saussure las escuchó de profesores argentinos en la escuela secundaria. Acá descubrió su interés por la justicia social en la enorme biblioteca paterna. Tenía sólo 13 años, muchas ganas de cambiar las injusticias que rodeaban su mundo y decidió estudiar ruso porque entonces le gustaba el comunismo. De formación multidisciplinaria en las ciencias sociales –sociología, filosofía, economía y ciencia política–, esa mujer no quedó encadenada a ninguna coraza teórica. Hacia fines de la década del ’60 continuó su periplo por Roma y Francia, hasta que en 1969 optó por quedarse en Estados Unidos. La perfecta nómada nunca puede estar quieta; de un tiempo a esta parte vive entre Nueva York y Londres. Aunque habla cinco lenguas, suele aclarar que lo hace a su manera, habitando la lengua como zona de experimentación. A su intensa vida académica hay que añadir su rol de intelectual pública y su destreza en la comunicación de su pensamiento cuando arroja tentadores titulares: «Nos hemos vuelto consumidores de todo, de nuestra democracia, de nuestra ciudadanía».

El año pasado estuvo en la Argentina, invitada por el Programa Lectura Mundi de la Universidad de San Martín (Unsam). «El Estado nacional es la construcción social más compleja, capaz de manejar lógicas muy diversas y es un actor clave de las transformaciones actuales –advirtió–. Hay componentes que se desnacionalizan porque se vinculan directamente con la economía global. La cuestión es pensar la posibilidad de ese internacionalismo del Estado desde otro lugar, es decir, no sólo impulsado por las finanzas.» A Sassen le importa el «espacio subjetivo» que los actores no formales experimentan a través de las tecnologías. «Un militante de derechos humanos que está en un pequeño pueblo, que milita incluso arriesgando la vida, tal vez no sepa usar las tecnologías en el sentido clásico, pero esas tecnologías le provocan una sensación importante: sabe que no está solo. Esta es otra función que no es lo que solemos llamar comunicación.» A este tipo de actores los denomina «actores globales no cosmopolitas», que son «fundamentales para pensar lo global de otra manera». Lo que ocurrió en plaza Tahrir, en Egipto, fue «muy mal interpretado en Estados Unidos», donde ligeramente etiquetaron los hechos como «la revolución Facebook». «Ahí la comunicación empieza por los barrios marginales que tienen una estructura urbana, material, muy diferente a lo que son los suburbios estadounidenses. Es esa estructura de comunicación vecinal la que cuando se junta con Twitter y Facebook genera una convocatoria impresionante. Pero es ridículo obviar esa dimensión territorial», explicó la socióloga.

La calle es el espacio ideal, ha planteado, para promover el cambio social. La socióloga afirmó que los movimientos callejeros «se han convertido en espacios para hacer política y están haciendo historia». Alguien escribió en Twitter: «Matar a Saskia Sassen y pretender que parezca un accidente». No se traumatizó por el anónimo ni ha dejado de hacer lo que siempre hizo: ir más allá de las categorías dominantes, hurgar en lo que queda en penumbras.

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