MÉXICO SEGÚN RAMÍREZ VÁZQUEZ
El arquitecto mexicano. (Foto: José Antonio López )C iudad Juárez, Chihuahua. 30 de abril de 2013. (RanchoNEWS).-
En un corrillo en Plaza del Ángel, en la Zona Rosa de la Ciudad de México, a mediados de la década de los años ochenta, se encontraba conversando el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. Una de las personas presentes le solicitó una tarjeta de presentación y Ramírez Vázquez se la entregó. Era una tarjeta sencilla, en cartoncillo blanco con letras negras sin logotipo, donde decía señor Pedro Ramírez Vázquez y sus datos. «¿Por qué no antepuso el título de arquitecto a su nombre?», le preguntó esa persona. A lo que el aludido respondió: «Porque es más difícil y más importante ser un señor que ser un arquitecto».
Con esta extraordinaria sencillez (la anécdota la relata nuestro director) se conducía el creador del Museo Nacional de Antropología, del Palacio Legislativo de San Lázaro, de la ex sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores (hoy Centro Cultural Tlatelolco), de la Basílica de Guadalupe y el Estadio Azteca; y en esta frontera del Museo de Arte en el ex ProNaF.
En el prólogo del libro Pedro Ramírez Vázquez: un arquitecto mexicano (editado por Karl Krämer Verlag Stuttgart, 1979), Pierre Vago define al arquitecto no sólo como un artista «que sabe que para la belleza que crea debe, en primer lugar, saber el resultado de la satisfacción de las necesidades materiales, pero también espirituales; del respeto de un programa, de un presupuesto, del uso razonado de los medios y de las posibilidades técnicas, materiales, de estructuras y de la economía, en el sentido más noble de la palabra. Esta conciencia profunda de la función social y humana del arquitecto del siglo XX, lo ha llevado a orientarse menos hacia la búsqueda de lo que aún se llama ‘clientela privada’, como bancos, promotores que persiguen sobre todo el beneficio, el rendimiento, etcétera, pero orientándose sí, hacia el servicio de la colectividad bajo las formas más diversas: edificios culturales y educativos, urbanismo, arreglos de espacio, planificación, enseñanza».
El hombre ha fallecido (como lo consignamos en la sección de Obituario), pero queda una obra que da los rasgos principales al rostro urbano del México del siglo XX. Descanse en paz.
De nuestros colaboradores habituales tenemos el poema «Rojo en la arena» de Lilvia Soto; y en la sección de Textos la contribución del profesor Ramón Corral Sandoval con su trabajo «Los Tarahumaras de Batopilas / I».
Mientras que don Justiniano nos proporciona la etimología de la palabra tangerina.
En la sección Estampas de la Frontera reproducimos la IX entrega de fotos antiguas del portal «Juárez de mis Recuerdos», en esta ocasión deicada al tema de los tranvías.
Para la sección Visor Fronterizo, RMV visitó el Estadio de Béisbol «Juárez Vive» el día previo a su inauguración y nos trajo las siguientes imágenes: «Conferencia de prensa», «Detrás de home» , «El techo», «Rincón del jardín derecho», «Los jardines» y «Parte posterior»; así como una fo(tografía de una niña juarense leyendo un texto en el programa del profesor juan Amparán («Educar para la libertad»).
Esperamos que la edición sea de su agrado.
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