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El curador francobritánico. (Foto: Carlos Cisneros)
C
iudad Juárez, Chihuahua. 17 de agosto de 2013. (RanchoNEWS).- Para concebir una exposición «no hay rutas que seguir». No hace falta tener una pared que «introduce lo que el espectador verá,» tampoco cédulas que explican de qué se tratan las piezas. Una nota de Merry MacMasters para La Jornada:
En contraste, «uno completa los objetos con los objetos, lo que puede ser muy divertido cuando se tiene una pintura o escultura», expresa el curador francobritánico, radicado en Londres, Mathieu Copeland (1977), quien desde hace varios años trata de definir en qué consistiría «coreografiar» una exposición. Sobre el tema, el próximo noviembre, publicará un libro.
¿Se dejará de utilizar la palabra curar?
Harald Szeeman (1933-2005), el famoso curador suizo, y uno de nuestros grandes héroes, solía hablar de escribir exposiciones. A mí más bien me interesa coreografiar una exposición y lo que eso significa en el sentido de que he intentado analizar lo que la constituye.
Danza, pintura y música
En Mandala mental, el primer proyecto de Copeland en México, realizado para el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), la coreógrafa Myriam Gourfink creó una acción que será ejecutada por una bailarina a diario, mientras dure la muestra, como «una inscripción de un cuerpo en un espacio de una galería.» Al curador le interesa trabajar con diferentes disciplinas y ver cómo interactúan.
La intervención de la bailarina es una de las tres partes de Mandala mental. Otra consiste en la exhibición de tres cuadros negros monumentales, realizados por el pintor suizo Philippe Decrauzat (1974), con quien Copeland ha trabajado ya en varios proyectos. Cuando las luces de la sala estén prendidas el espectador ve el trío de monocromos hechos con acrílico, pero al apagarse los lienzos se vuelven pantallas sobre las que se proyectan filmes, con música, realizadas ex profeso.
«Junto con Decrauzat decidimos invitar a varios músicos (F.M. Einheit, Ulrich Krieger, Alan Licht, Alan Vega y Robert Poss), los cuales fueron filmados mientras grababan la pista sonora de la cinta que se proyectará aquí y que, a su vez, es sobrepuesta con otro paisaje», explica Mathieu Copeland, en entrevista.
Se refiere a la resultante «fragmentación» como «una historia de paratextos que construyen el relato que constituye Mandala mental».
Para Copeland éste es «un buen sustituto para lo que pueda ser una exposición, si se piensa en el mandala como lo efímero y lo mental, como lo material por excelencia. Una exhibición no es otra cosa que una inscripción en el tiempo del tiempo, y es efímera. En cuatro meses se habrá ido, pero es material, porque la exposición no puede existir sin la obra de arte, aunque por otro lado una exhibición no son estas obras».
Copeland es mejor conocido por Vacíos: una retrospectiva, muestra de la que fue cocurador para el Centro Pompidou en 2009, consistente en nueve salas idénticas vacías, creadas por igual número de artistas. Más que objetos, prefiere emplear cuerpos, palabras, sonidos o libros.
El tercer elemento de la muestra es un texto del mexicano Luigi Amara (1971), quien fue invitado a escribir, no sobre la muestra, sino una imaginaria. De allí que hay «una tercera exposición dentro de Mandala mental».
Copeland procura siempre encontrar «los límites y las fronteras», y ver en qué medida éstas pueden ser «excedidas y perseguidas de alguna manera».
Sin embargo, es exigente con el espectador, pues le pide que comprenda de otra manera la obra de arte, al igual que la propia exposición.
Mandala mental será inaugurada hoy, a las 12:30 horas, en el MUAC (avenida Insurgentes Sur 3000, Centro Cultural Universitario), al igual que las muestras Pulso alterado. Intensidades en la Colección del MUAC y sus colecciones asociadas, y Liquid lucretius (Lucrecio líquido), instalación sonora multicanal del estadunidense Ken Ueno.
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