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Portada del libro. (Foto: Archivo)
Ciudad Juárez, Chihuahua. 16 de agosto de 2013. (RanchoNEWS).- Julio Cortázar aceptó en 1980 la oferta de enseñar en Berkeley, donde se divirtió dictando cátedra alejado de las formalidades del mundo académico y de las vetustas jerarquías entre profesor y alumno. Clases de literatura, recientemente publicado en Argentina por Alfaguara, recopila esa incursión del escritor argentino en las aulas universitarias, informa la agencia DPA.
En la cima de su carrera y tras años de negativas, Cortázar finalmente impartió su curso sobre literatura en octubre y noviembre de aquel año en Estados Unidos. Lecciones magistrales que engloban temas como el cuento fantástico y el realista, la musicalidad y el humor, lo lúdico y el erotismo. También abordan la génesis y evolución de su propia obra, marcada en las últimas décadas por su fuerte compromiso con Latinoamérica.
En el volumen, a cargo del filólogo español Carles Álvarez Garriga, transcribe de manera minuciosa 13 horas de grabaciones. El libro llegará en noviembre a México, Perú y Estados Unidos.
«Cortázar logra una vez más que quien se acerque a él no se comporte pasivamente: ofrece, y consigue, la complicidad que es la clave de todo aprendizaje», sostiene Álvarez Garriga en el prólogo, donde también apunta que «el Cortázar oral es extraordinariamente cercano al Cortázar escrito».
Ya desde la primera clase, el ilustre profesor se sincera con sus estudiantes: «Tienen que saber que estos cursos los estoy improvisando muy poco antes de que ustedes vengan aquí: no soy sistemático, no soy ni un crítico ni un teórico, de modo que a medida que se me van planteando los problemas de trabajo, busco soluciones».
Un Cortázar en edad de balances considera que atravesó tres etapas como escritor: una estética, una metafísica y otra histórica, las que no hay que entender de manera excesivamente compartimentada.
Sobre la primera, menciona que compartía su admiración por escritores como Borges con la atención al lenguaje popular; la segunda está identificada con su relato El perseguidor y su personaje Johnny Carter, y la última la ubica después de su primera visita a Cuba.
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