.
Pina Bausch en el FIC. (Foto: Archivo)
C
iudad Juárez, Chihuahua. 22 de agosto de 2013. (RanchoNEWS).- Entrar al estudio del fotógrafo mexicano Rubén Pax es ingresar al baúl de los recuerdos, donde decenas de jóvenes han sido formados en el Taller de Fotografía Libre que este hombre imparte desde hace 20 años. Una entrevista de Emiliano Balerini Casal para Milenio:
Al traspasar la puerta del lugar, un mundo se revela de manera casi automática: los cuartos oscuros, las cámaras análogas y estenopéicas –estas últimas sin lente, consisten en una caja con un pequeño orificio y un material fotosensible–, así como el papel fotográfico evocan ese legado que han dejado en el camino artistas como los hermanos Casasola, Héctor García y Nacho López, entre otros.
Profesor durante 35 años de la Escuela de Diseño y Artesanías, ubicada en lo que hoy es el Centro de la Imagen, fundador y refundador del diario La Jornada y de la Agencia Imagen Latina, respectivamente, Rubén Pax inauguró hoy en la Fototeca Nacional, de Pachuca, Hidalgo, la exposición Dualidades en blanco y negro, la cual se compone por 50 imágenes que muestran dos etapas de su vida: cuando se hacía llamar por su nombre de pila, Rubén Cárdenas Paz, y cuando decidió cambiarlo por el que emplea actualmente.
En entrevista con Milenio cuenta que esas dualidades también responden a su descubrimiento por el blanco y negro, el cual lo asombró porque pudo ver la vida de otra manera: «Me sirvió para aprender que estamos rodeados de claroscuros, de dualidades, como la vida y la muerte, el ying y el yang, por ejemplo».
Rubén se define como un hombre solitario, porque no le gusta trabajar en grupos: «No me gusta tocar puertas, rendir tributo a nadie. No negocio con mi obra. He tenido amistad con Nacho López y Héctor García, pero no me agradan los círculos».
¿Qué se podrá ver en la exposición de la Fototeca Nacional?
Una muestra en la que se representan dos momentos de mi vida como fotógrafo: mis inicios, desde los setenta hasta 1983, que fue cuando ingresé a La Jornada, y cambié mi nombre de pila.
A partir de ahí inicié otra etapa como fotógrafo. Entre las imágenes que se podrán ver se encuentran el campo, las fiestas de los santos patronos y periodísticas.
¿Por qué cambió su nombre?
Fue por la necesidad de identificarme con una nueva forma de trabajar. Antes hacía fotografía documental, pero el oficio de periodismo lo aprendí en el periódico, por eso me puse un seudónimo.
¿Por qué le llama la atención dar clases a los jóvenes?
Así como la fotografía se vino a descubrir en mí, dar clases es un proceso de mi vida. De alguna manera es una entrada económica segura. Fotográficamente vendo muy poco, y por eso me he mantenido dando clases, tanto en la escuela de diseño como en los talleres que doy en el estudio.
¿Le emociona que tantas generaciones hayan pasado por sus clases?
Me emociona mucho dar clases. La gente que se inscribe a mis cursos llega con la idea de hacer fotografía, que es algo que me gusta. Me emociona también ver que los alumnos que han egresado de esos cursos siguen el camino que se habían propuesto. Es satisfactorio ver su trabajo, colaborar con ellos y encontrarse en este ámbito. Entre los alumnos que han tomado clases conmigo se encuentran Arturo García Campos, quien fue director del Museo de la Fotografía, y Marco Antonio Cruz.
¿Qué opina de las nuevas generaciones de fotógrafos mexicanos?
Hay muy buenos fotógrafos que han ganado premios internacionalmente. Hay fotógrafos que están trabajando en países que se encuentran en guerra y sus imágenes se han visto en el mundo. La fotografía en México es un proceso democrático y popular, que no solamente se puede ver en un museo, sino también la puedes reproducir para que la tenga mucha gente. Eso sí me gusta de la fotografía digital.
¿Por qué preservar el cuarto oscuro con tantos cambios tecnológicos?
El cuarto oscuro es como una vivienda donde habitas. Esa vivienda no la puedes cambiar por algo mejor. En este caso, es algo a lo que uno está acostumbrado, que añora y va ser un encantamiento por la forma como uno se expresa. Es un espacio personal donde uno se siente bien. Es un lugar muy íntimo. Esa intimidad no te la puede dar la fotografía digital.
¿Por qué es importante que los jóvenes conozcan el cuarto oscuro?
Cualquier experiencia humana debe fortalecerse con las tradiciones anteriores. Si no estás preparado para conocer los orígenes, no puede uno seguir adelante. Es como si no conocieras a tus abuelos y padres. Conocer el pasado te da una visión más amplia de lo que es la propia vida del país, del mundo, de la fotografía.
REGRESAR A LA REVISTA