Ennio Morricone. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 19 de mayo de 2018. (RanchoNEWS).- Me permito arrancar con una anécdota de infancia. Mi padre administraba el Cine México: pase gratuito para la hija. Cuando cursaba la secundaria, mi mejor amiga y yo nos entusiasmamos porque programó la versión original de Amytiville (1982, dirigida por Damiano Damiani). Mi padre nos concedió permiso a regañadientes al tiempo que decía: Ese churro se salva por la música de Lalo Schiffrin.
Es casi un hecho que casi ningún amante del séptimo arte, ni siquiera los críticos, prestan suficiente atención a la banda sonora de las películas. Esto no significa que consideren la música un elemento decorativo: sencillamente se integra a determinadas escenas de tal manera que forma parte intrínseca de la atmósfera, las actuaciones, la narrativa. Luego de leer el fascinante libro En busca de aquel sonido, mi música, mi vida (Malpaso Ediciones, España, 2016), el cinéfilo empezará a ver también con el oído. Se trata de la reunión de una serie de conversaciones que bien podría fungir como la autobiografía profesional de Ennio Morricone (Roma, 1928), uno de los más grandes —si no es que el más— compositores de música para cine, galardonado con el Oscar en 2016 —diez años más tarde del Oscar honorario— por su trabajo en Los ocho más odiados, de Quentin Tarantino. Quien sostiene estas charlas de pan y vino con Morricone no es un periodista sino otro músico: Alessandro De Rosa, nacido en Milán, en 1985, que si bien no es aprendiz de su entrevistado y lleva su incipiente carrera por un rumbo distinto —ha trabajado como arreglista para Jon Anderson, vocalista del grupo Yes— le debe a este maestro de la música y de la vida el consejo de estudiar composición.
el texto de Eve Gil es puplicado por Siempre!
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