Tom Wolfe. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 18 de mayo de 2018. (RanchoNEWS).- En 1965, a los 34 años, Tom Wolfe se convertiría en una celebridad gracias a la artillería pesada que dirigió contra el New Yorker desde el New York Herald Tribune. Cuenta Marc Weingarten en The Gang That Wouldn’t Write Straight, su historia del Nuevo Periodismo, que las transformaciones sociales y culturales de la época (Vietnam, las drogas, los jipis, Nixon) ya no era posible narrarlas desde las viejas y apolilladas instituciones periodísticas. Eran los años del desmadre y Tom Wolfe fue el primer reportero en pensar como novelista. A partir de entonces construiría un personaje que jamás envejecería y nos legaría varios libros (hoy convertidos en clásicos) que junto a los títulos de Gay Talese, Hunter S. Thompson, Joan Didion, Norman Mailer y unos cuantos más constituyeron una era dorada del periodismo.
Leonard Cohen manifestó en alguna ocasión que nunca se sintió cómodo en jeans. En este mismo precepto está basado el guardarropa de Wolfe, que siempre lucía trajes, el blanco por excelencia. Lo que lo convirtió en una fotografía viviente. Pero detrás de la rigurosa etiqueta habitaba un hombre que pese a los mocasines fue capaz de infiltrarse en el movimiento de las Panteras Negras y profundizar en la oleada surfer. No sólo fue una figura del Nuevo Periodismo, también su principal teórico. Desde su ópera prima, El coqueto aerodinámico rocanrol color caramelo de ron, Wolfe se erigió como el Warhol de las redacciones. El revolucionario dispuesto a exprimirle todo el salvajismo al pop.
El texto de Carlos Velázquez es publicado por el suplemento El Cultural de La Razón
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