Rancho Las Voces: Obituario / Rubem Fonseca
LA QUINCENA RETORNARÁ CON LA EDICIÓN 21 EL 19 DE ENERO DEL 2025 Las cinco ediciones más leídas del 2024 / 20

miércoles, abril 15, 2020

Obituario / Rubem Fonseca

.
Rubem Fonseca fue también policía y abogado. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 15 de abril de 2020. (RanchoNEWS).- El escritor impertinente -un ex policía que fue abogado penalista y litigó para salvar de la injusticia a mulatos sin dinero y sin dientes- provocaba la sensación de que morir de risa parecía posible. En sus libros, Rubem Fonseca se revela como un conjurado que no quería dejar ninguna convención social y política en pie. Metía el dedo en las llagas de las diferencias de clases, exploraba las anomalías, las excentricidades y la locura, no por encima del hombro, sino como un igual que desdeñaba el tono admonitorio. No habrá otro cronista, cuentista y novelista del Brasil como él. El autor de los cuentos de Feliz año nuevo y Premio Camões 2003 -considerado del Nobel de la lengua portuguesa- murió a los 94 años en Río de Janeiro, como consecuencia de un infarto.

La figura de Fonseca (Juiz de Fora, Mina de Gerais, 11 de mayo de 1925) es adorablemente esquiva. El buen ermitaño –como Salinger- no daba entrevistas. Aunque varios lo han intentado, su amabilidad y locuacidad se esfumaba apenas alguien intentaban grabarlo. Pero hay una curiosa excepción. El escritor estaba en Berlín cuando cayó el muro. El periodista Luiz Carlos Azenha lo escuchó hablar en portugués con Ute Hermanns, su traductora alemana, y le hizo algunas preguntas sin saber de quién se trataba. De incógnito, en noviembre de 1989, Fonseca habló para la televisión brasileña. Lo más extraño está en su biografía. Estudió derecho y fue un alumno brillante de psicología en la escuela de policía. En la década del 50, como comisario, operó en el distrito 16, de São Cristóvão, en Río de Janeiro. Después fue enviado a perfeccionarse como policía en Nueva York, y aprovechando su estadía, se graduó como licenciado en administración de empresas

Una nota de Silvina Friera para Página/12

La nota