.
La cantante madrileña, en el estudio donde graba su segundo álbum. Un lugar situado en el corazón industrial de Glasgow, por donde han desfilado, entre otros, Mogwai o Teenage Fanclub. (Foto: Mario Chavarría)
C iudad Juárez, Chihuahua, 18 de marzo 2011. (RanchoNEWS).- Cuentan que en la última convención de Sony Music Europa cada filial nacional presentó tres artistas. La idea era escuchar y votar las propuestas más propicias para su publicación internacional. Y, sorpresa, aseguran que, tras el recuento, las canciones que más unanimidad suscitaron fueron las incluidas en la maqueta de lo que será el segundo disco de Russian Red. Una nota de Iñigo López Palacios para El País:
Han pasado meses. El viernes 4 de marzo Glasgow ha amanecido, como es habitual, nublado y lluvioso. Y en los estudios Castle of Doom, el productor Tony Doogan mezcla la versión final de Everyday everynight, un tema que estaba en esas maquetas grabadas en unos estudios de Malasaña. Es pop con un aire de country ensoñador de los años cincuenta. Hay un bajo juguetón y un banjo. Y un órgano y unos coros espaciales que recuerdan a los temas de Julee Cruise y Angelo Badalamenti en la banda sonora de Twin Peaks.
Escuchándolo se entiende por qué los ejecutivos de la multinacional vieron en Lourdes Hernández, una madrileña de 25 años con un único disco editado, a una artista que puede funcionar tan bien en Japón como en Argentina, Suecia o Brasil: se trata de un trabajo de pop internacional sin raíces en ningún lugar físico, pero con reconocibles lazos con muchos de esos músicos que tienen un pie en lo alternativo y otro en lo comercial. De Norah Jones a Belle & Sebastian, de Phoenix a Kings Of Convenience.
La comparación con Belle & Sebastian no es casual. Doogan, un tipo alto, fuerte y más escocés que Braveheart, ha trabajado con ellos desde The boy with the arab strap. Lleva 20 años de técnico y la nómina de artistas para los que ha mezclado, grabado o producido es impresionante. Por sus manos ha pasado mucha de la élite británica (Mogwai, Hefner, Teenage Fanclub, The Delgados) y otras decenas de bandas, de Tailandia a Venezuela, que han alquilado sus servicios.
Pero en este caso asegura que hay más que un simple contrato, aunque no conocía a Lourdes y llegó al proyecto de rebote. Este estudio es suyo. A unas pocas calles está el apartamento en el que Lourdes lleva viviendo desde que empezaron a trabajar, a principios de febrero. El novio de Lourdes le propuso a ésta que grabara con Dave Fridmann, un estadounidense que hizo de Mercury Rev y Flaming Lips éxitos mundiales. El mánager de Fridmann les contestó que, aunque el productor estaba interesado, sus calendarios eran incompatibles y les propuso a Doogan, otro de sus representados.
Lourdes no podría estar más contenta de ese cambio. «El resultado es muy bueno, pero me parece que trasciende la barrera de lo profesional. Me siento en deuda con él, lo que me ha dado no tiene precio. Hay gente que hace mucho más de lo que se le pide. Como los psicólogos y los médicos, que van más allá de su trabajo. Te arreglan la vida», dice sinceramente agradecida con su productor.
Entre otras cosas, Doogan suele proponer un listado de músicos. Cuenta Lourdes que le dio un vuelco el corazón cuando entre ellos vio tres nombres: Stevie, Bob y Richard, el guitarrista, el bajista y el batería de Belle & Sebastian, que, al parecer, ejercen de músicos de sesión en los periodos en los que no hay nada que hacer con la banda. «Estaba asustada antes de venir. Y si a Tony no le gusta una mierda y lo noto y me tiro un mes y medio pensando: –¡Dios!, ¿qué hago aquí?–. Pero ha sido todo lo contrario. Nos hemos hecho amigos. Y es una pasada». Doogan les ha llevado de excursión a ella y a su novio a Loch Lomond, una de las joyas de Escocia. Con Stevie ha ido algún miércoles a las sesiones de micrófono abierto del 78 , un bar universitario que hay a la vuelta de la esquina del apartamento de Lourdes, y han terminado cantando juntos.
Su relación ha sido tan buena que los tres Belle & Sebastian se ofrecieron a acompañarla en directo para presentar el álbum. El mánager de Russian Red ofreció el pack a un conocido festival español. Pero los programadores lo rechazaron. Le dijeron que Russian Red no encajaba en ese certamen de música independiente.
Porque Lourdes ha pasado en un suspiro del amor al odio indie. Todo ha sido rápido en la carrera de Russian Red. En enero de 2007 daba sus primeros conciertos de forma amateur; en abril de 2008 publicaba su primer disco con un sello diminuto, Eureka, y en diciembre se había convertido en un fenómeno. Aquel disco grabado por pocos euros llevaba alrededor de 20.000 copias vendidas (hoy ya son 30.000). En marzo era una figura tan popular que Quico Alsedo, uno de los blogueros más polémicos de España, le dedicó una entrada asesina, Hasta el nabo de Russian Red, abriendo la veda para hablar mal de ella. En abril se hace público que tiene graves discrepancias con los responsables de su sello. Para mayo ya se trata de una guerra abierta, con amplia cobertura en los medios. «Corté por lo sano. Y me he arrepentido mucho de no haber tenido la paciencia y el empaque que hubiera hecho falta para hablar con ellos, pero ya no podía más. Sentía que no me escuchaban y me metí en un lío tremendo», recuerda.
A finales de 2009, Lourdes desapareció de la circulación durante casi un año, aunque en el ambiente musical madrileño se sabía que estaba tramitando su libertad contractual y que todo quedaba pendiente de un acuerdo económico. Hace pocos meses se hizo público, casi al mismo tiempo, que ya no era artista de Eureka y que había fichado por Sony. La cifra del acuerdo varía dependiendo de quien la cuente, pero en todas las versiones lleva cinco ceros.
«¿Si estuve sobreexpuesta? Vamos a ver: yo no lo pretendía. No se trata de que des entrevistas todo el rato, sino de que te mencionan... Quizá sí lo estuve. No, quizá no; sí que lo estuve», dice Lourdes, empeñada en pasar página. Su actitud con su trabajo es, por lo menos, distante. «Esto no dejo de verlo como un preámbulo de mi verdadera vida. Yo no soy músico, no he estudiado música. Por eso nunca me he sentido orgullosa y siempre he estado muy acomplejada. Veía que mi música estaba en un lugar que yo no entendía. ¿Cómo había llegado hasta allí? No me parecía un disco para tirar cohetes y sentía que defendía algo en lo que no creía. Y esta sensación no es que la siga teniendo, pero sigo pensando que no soy músico, que no soy artista, que no soy nada. Ahora he hecho estas canciones con Tony y estoy muy feliz, pero no dejo de verlo como un entretenimiento, un preámbulo», dice.
Asombra este discurso viendo la soltura con la que trata con el productor. Este redactor y el fotógrafo somos los primeros invitados a escuchar las 11 canciones nuevas más una versión de Cigarettes, su primer sencillo, hecha para la edición internacional del disco. Y apenas oímos la mitad porque, a tres días de acabar, todavía no están terminadas, pero el salto es claro. El sonido es mucho más profesional. «Los chicos conocen muy bien este tipo de canciones, no tenía que decirles nada. He intentado dar un tratamiento distinto a cada tema, de potenciar lo diferente en vez de lo que les igualaba», explica Doogan.
Hoy el disco está acabado, aunque aún no tiene siquiera título. La fecha prevista para la publicación es el 10 de mayo, y el sencillo, I hate you, but I love you, empezará a sonar el próximo martes. Lourdes está en Estados Unidos, de puesta a punto con sus músicos. «Sobre todo, tienes que poner que mi verdadera vida empezará cuando sea madre», dice sonriendo. ¿En serio? «En serio».
Mayor información: Russian Red
REGRESAR A LA REVISTA