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Fotograma de Una mujer marcada, de 1961. (Foto: Afp)
C iudad Juárez, Chihuahua, 24 de marzo 2011. (RanchoNEWS).- La legendaria actriz estadunidense Elizabeth Taylor, famosa por sus deslumbrantes ojos violetas, sus ocho matrimonios y su brillante carrera cinematográfica, murió este miércoles a los 79 años, dejando atrás una carrera de más de medio siglo. Una entrega de Afp:
Taylor llevaba seis semanas ingresada en el hospital Cedars Sinai de Los Ángeles por una insuficiencia cardiaca, que padecía desde hace tiempo y que se complicó recientemente, informó un comunicado de la familia.
Al momento de su muerte «estaba rodeada de sus hijos: Michael Wilding, Christopher Wilding, Liza Todd y María Burton», dice la nota, en la que la familia precisa que le sobrevivieron además 10 nietos y cuatro bisnietos.
«Mi madre fue una mujer extraordinaria que vivió la vida al máximo, con gran pasión, humor y amor», dijo Michael Wilding.
La estrella, cuyo nombre completo era Elizabeth Rosemond Taylor, ganó dos Óscares como mejor actriz: el primero por su retrato de una joven de clase alta en Una mujer marcada (Butterfield 8, 1961), película que ella odiaba, según se dice. El segundo, por ¿Quién teme a Virginia Woolf?, (Who’s Afraid of Virginia Woolf?, 1966), considerada su mejor obra y uno de los numerosos filmes que interpretó junto a Richard Burton.
Uno de sus grandes amores
Burton fue uno de los grandes amores de Taylor –se casó y se divorció de él dos veces–, en una vida en la que sus tormentosas relaciones fuera de la pantalla a menudo eclipsaban su brillante carrera cinematográfica.
Se alejó de los reflectores en los últimos años, debido a que empezó a tener problemas de salud; sin embargo, hizo una aparición pública cuando asistió en 2009 al funeral de su amigo Michael Jackson.
Nacida en Hampstead, Londres, el 27 de febrero de 1932, de padres estadunidenses, se trasladó a California en 1939, cuando comenzaba la Segunda Guerra Mundial. Poco tiempo después fue descubierta por la novia del presidente de estudios Universal en la galería de arte de su padre.
Debutó en 1942 en There’s One Born Very Minute y en 1944 ya se había convertido en estrella infantil con National Velvet, la historia de una niña que se disfraza de varón para montar su caballo en un importante concurso nacional.
Se casó por primera vez en 1950, cuando tenía 18 años, con el heredero de la cadena hotelera Nicky Hilton. El matrimonio duró 203 días y colapsó en medio de abusos verbales y físicos, tras una fastuosa boda y una larga luna de miel en Europa.
Taylor salió adelante y en 1952 se casó con la estrella de cine y televisión británica Michael Wilding, 19 años mayor que ella. Tuvieron dos hijos, Michael Jr. y Christopher.
Si bien Taylor dijo que Wilding le había dado estabilidad, no fue suficiente para ella. Pidió el divorcio en 1956 y, pocos días después de su separación, el productor Michael Todd –de 49 años entonces– pidió su mano.
De carácter fuerte y dominante, fue el primer gran amor de Taylor. Tuvieron una hija, Elizabeth Frances, en agosto de 1952, pero siete meses después Todd murió en un trágico accidente aéreo en Nuevo México.
Devastada, la actriz fue al funeral de su marido con su mejor amigo, el cantante Eddie Fisher, con quien luego tuvo un romance y terminaron casándose en 1959.
Luego vino Cleopatra (1962), «seguramente la pieza más estrafalaria que haya perpetrado la industria del entretenimiento», como dijo ella misma sobre la producción. En el set de filmación conoció a Burton y se casaron en 1964 en Montreal. Para ese entonces filmaban ¿Quién teme a Virginia Woolf?, desgarrador retrato de un matrimonio destrozado por la bebida y el desánimo.
Se divorciaron en junio de 1974 y se volvieron a casar en octubre del año siguiente en Botsuana, para divorciarse de nuevo en 1976.
El divorcio llevó a Taylor a refugiarse en el alcohol. Su carrera ya estaba en declive. Su séptimo marido, el senador John Warner, no consiguió curarle la tristeza. Estuvieron casados de 1976 a 1982.
Después de varios periodos en la clínica Betty Ford de California, en los años 80, consiguió superar el alcoholismo y la dependencia a los fármacos; se convirtió en paladín de la ayuda a las víctimas de sida.
En 1991 sorprendió al mundo cuando se casó por octava vez; ahora su marido era Larry Fortnesky, un trabajador de la construcción 40 años menor a quien había conocido durante su rehabilitación. Se separaron amistosamente tres años después.
«Todos sabemos que el mundo es un mejor lugar porque mi mamá vivió en él. Su legado nunca perecerá, su espíritu estará siempre con nosotros y su amor vivirá en nuestros corazones», dijo su hijo Michael.
Mayor información: Liz Taylor
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