.
Con un collage ha resuelto Javier Joven lo que el cineasta español dejó escrito en la mancha seis de la jirafa de madera. «Se contempla [...]; a unos diez metros, mi madre –la señora Buñuel– vestida de lavandera, está de rodillas ante un arroyo, lavando la ropa. Algunas vacas tras ella». (Foto: El País)
C iudad Juárez, Chihuahua, 15 de marzo 2011. (RanchoNEWS).- Esta historia comienza con una fiesta en un castillo de la Costa Azul propiedad de los vizcondes de Noailles, en 1932. Entre los invitados, Luis Buñuel, aragonés surrealista y director de cine que ha escandalizado con películas como Un perro andaluz y La edad de oro, y el escultor suizo Alberto Giacometti. Ambos llegan con una sorprendente propuesta. Una jirafa de madera, de tamaño natural aunque de unos pocos centímetros de grosor, y con 20 manchas. Cada mancha es una caja que al abrirse muestra un texto delirante de Buñuel, unas instrucciones en francés que, solo cuando se cumplan, dice, darán vida real a la jirafa de Giacometti. Ejemplo de uno de esos mensajes: «Esta mancha es ligeramente cóncava y está cubierta de pelos muy finos, rizados, rubios, del pubis de una joven adolescente danesa de ojos azules muy claros, de buenas carnes, la piel quemada por el sol, toda inocencia y candor. El espectador soplará suavemente sobre los pelos». Una nota de Manuel Morales para El País:
La jirafa con mensajes es un divertimento, una provocación en la que el genio nacido en Calanda da rienda suelta a sus obsesiones clásicas: la religión, el sexo, la hipocresía burguesa y las imágenes desagradables. La juerga en el castillo termina, el mamífero rumiante de madera desaparece misteriosamente y este proyecto fantástico se aparca hasta que un año después los escritos de Buñuel se publican en la revista El surrealismo al servicio de la revolución, órgano de esta vanguardia artística; después, el olvido.
Ahora, 78 años después, 21 artistas de Aragón o que trabajan en esa comunidad autónoma han reinterpretado los textos del cineasta y han creado 21 poemas visuales –los 20 que soñó el director de Nazarín más uno de resumen– para cumplir sus entonces escandalosos deseos: «Una hermosísima foto de la cabeza de Cristo coronada de espinas, pero riéndose a carcajadas».
«Eso es la exposición La jirafa», señala Juan Escós, uno de los comisarios de esta muestra organizada por el grupo de gestión cultural Artix. «La visión personal de aquellos escritos en fotografías, pinturas, collages y esculturas que pueden contemplarse hasta el 15 de abril en la sede de la Academia de cine, en Madrid»
Escós explica que lo que pensaron Buñuel y Giacometti «es lo que hoy llamaríamos una performance» (una representación artística). «Pero nadie volvió a acordarse de aquellos textos hasta que el grupo zaragozano de teatro Che y Moche decidió montar una obra con ellos». Un montaje que ya se ha visto en Aragón y en Madrid «y del que surgió la idea de esta exposición». En definitiva, se trata de que «el teatro y las artes plásticas vayan de la mano», señalan los organizadores de La jirafa.
En cajas de madera
Las 21 obras creadas por diseñadores gráficos, escultores, pintores, fotógrafos... están encerradas en cajas de madera de 40x50x15 centímetros. En la gestación de este proyecto se recurrió al espíritu buñueliano: los 21 artistas se reunieron en una tertulia en un café del tubo zaragozano –zona de tapeo– y echaron a suertes qué texto convertiría cada uno en poema visual.
Así, la mancha número cuatro de la jirafa de madera contenía el siguiente mensaje: «Hay una pequeña reja, como la de una cárcel. A su través se oye una verdadera orquesta de cien músicos tocando la obertura de los maestros cantores». Con esta pista, el diseñador gráfico Álvaro Ortiz Albero elaboró una reja «con silicona, cartón, pintura negra, café y alfileres». Detrás de la verja puso una pequeña casa de la que salen notas musicales.
Algunos artistas lo han tenido muy difícil. ¿Cómo hacer realidad el mensaje de la caja 17?: «Un chorro de vapor muy potente surgirá de la mancha en el momento en el que ésta se abra y cegará horriblemente al espectador». «Horror», pensó el fotógrafo Christian Losada, quien llegó a la conclusión de que lo mejor, tratándose de una idea relacionada con cegar, «era no verlo claro». Así que Losada realizó un fotomontaje en el que se ve un grupo de personas sin ojos y detrás, tres lunas y un chorro de vapor. Surrealista.
Mayor información: Luis Buñuel
REGRESAR A LA REVISTA