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Vigalondo (de azul) junto a los actores (i-d) Cimas, Noguera, Areces y Villagrán. (Foto: Efe)
C iudad Juárez, Chihuahua, 12 de octubre 2011. (RanchoNEWS).- Dice Nacho Vigalondo que la suya es «la primera película consecuente con el fenómeno ovni» porque «está demostrado, lo único que quieren los extraterrestres es jodernos la cabeza. No piensan invadirnos, sólo en abducir a granjeros, hacer círculos en el maíz y encender lucecitas. Sólo quieren llamar la atención», insiste. Por eso, en Extraterrestre, su esperado regreso al largo tras Los cronocrímenes, las naves se limitan a colgar del cielo, mientras en las casas se libran auténticas batallas. Una nota de Laura Fernández para El Mundo:
En realidad, no en todas las casas. «Me dijeron una vez que la película es como haber pasado La guerra de los mundos con la mujer del protagonista, en casa, mientras el héroe busca pelea fuera», apunta Vigalondo. Y no le falta razón. Los protagonistas, Julio (Julián Villagrán) y Julia (Michell Jenner) son dos desconocidos que despiertan en la misma cama (después de una noche supuestamente loca) y aunque no se recuerdan, se sirven café y echan un vistazo por la ventana, porque todo parece demasiado silencioso. Entonces descubren la nave. Una nave gigantesca pende del cielo. Y la radio dice que hay al menos una treintena sólo en Madrid.
«Lo que me interesaba era mezclar dos géneros aparentemente incompatibles como la comedia romántica y la ciencia ficción», dice Vigalondo, que no podía creerse que la película haya sido acogida con aplausos y carcajadas en el pase de prensa matutino del Festival de Cine Fantástico de Sitges, en el que participa, aunque fuera de competición. Interpretada por dos quintas partes del equipo de Muchachada Nui (Raúl Cimas y Carlos Areces) el humor de la película, tejido de situaciones absurdas y conversaciones delirantemente incómodas, tiene mucho que ver con el que ha popularizado el ya mítico programa de televisión.
Extraterrestre, que ha pasado por los festivales de Austin y Toronto (además de por el de San Sebastián) antes de llegar a Sitges, ha devuelto a Vigalondo, altamente dotado para la comedia de situación, al espíritu de sus primeros cortos (entre ellos, el que estuvo nominado a los Oscars y del que, dice, en broma, que «vivir de las rentas que me generó»). «Es curioso porque en Estados Unidos ahora están transtornados. Esperaban que mi segunda película siguiera en plan suspense y ahora no saben por dónde cogerme», dice. Aunque añade «que nadie espere ver un lagarto verde», pero tampoco «que huya del género, porque domina todos los planos».
Areces le agradeció que «me haya desencasillado, dándome la oportunidad de interpretar a un freak perturbado y bastante grimoso», Ángel, el vecino cotilla, que amenaza con pelotas de tenis (de indiscreto mensaje) a la pareja protagonista. Por su parte, Cimas apunta que lo que le atrajo desde el primer momento del guión fue que funciona «como metáfora». «Te da a entender que lo de fuera se derrumba y los de dentro se siguen preocupando por el estar guapos. Creo que todos los personajes son de una bajeza infinita», dice.
Respecto al cine de género, que tan buenos resultados le ha dado al cine español en la última década, Vigalondo dice no sentirse «especialmente influido por las películas norteamericanas que vi de niño, sino más bien por las películas españolas. Por gente como Juanma Bajo Ulloa, Alex de la Iglesia y Enrique Urbizu, que fueron quienes abrieron camino en el cine de género. Lo que nosotros hacemos es recoger su herencia».
El director cántabro trabaja ya estos días en «acabar de cerrar a parte técnica» de la que será su tercera película, Windows, !una vuelta de tuerca al mundo de Los cronocrímenes, con chica, héroe y monstruo, y algunos de los elementos vouyerísticos de aquella».
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