.
El mástil de la luna se ha podrido y la vela arrugado.
La gaviota flota ebria, más allá, sobre el agua.
El pesado cuadrilátero del muelle, carbonizado. El matorral se
doblega en la oscuridad.
En la escalera. El amanecer golpea y golpea
en las verjas de piedra gris del mar y el sol crepita
cerca del mundo. Semiahogados dioses estivales tantean
en niebla marina.
REGRESAR A LA REVISTA