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Árbol de la vida, fotografía de Marco Antonio Pacheco incluida en la exposición que se presenta en la Patricia Conde Galería, en Polanco. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 5 de julio de 2013. (RanchoNEWS).- «México es potencia en fotografía, al igual que en taekwando. En el continente americano sólo Estados Unidos y Brasil están a nuestra altura. Para mí, la mexicana es una de las 10 grandes fotografías que hay en el mundo. Pero, de la misma manera que a los taekwandoistas los olvidan dos días después de que ganan sus medallas de oro en las olimpiadas, pasa lo mismo en la fotografía. Está tan fuerte, pero nadie le hace caso –el Centro de la Imagen está cerrado por remodelación–. Si las instituciones oficiales no le hacen caso, pues que no le hagan caso, sigue existiendo», expresa el especialista José Antonio Rodríguez. Una nota de Merry MacMasters para La Jornada:
Ni el mismo investigador sabe por qué destaca tanto la fotografía mexicana: «Se produce mucho. Llega un momento que se pierde de tanto que hay. Desde adentro uno se queja, que hacen falta más libros, más exposiciones y no es cierto. Tenemos una de las grandes producciones a escala mundial, estamos en ferias. No estamos muertos».
Rodríguez es curador de la muestra Revisiones I: el cuerpo en la fotografía contemporánea mexicana, 1991-2006, investigación que le fue encargada por la Patricia Conde Galería, dedicada exclusivamente a esta disciplina.
Mientras el entrevistado piensa que la fotografía mexicana contemporánea se debe de difundir, que los autores vivan de su obra, por otro lado está consciente de que las galerías privadas mexicanas se dedican más bien a promocionar y vender, pero no a hacer investigación.
El crítico, que el año pasado curó El paisaje fotográfico mexicano, revisiones I y II, asegura que hay cuatro grandes líneas en las que la fotografía mexicana ha hecho mucho: el paisaje, el cuerpo, el objeto y el retrato. Si en el paisaje trabajó primero lo que llama los «clásicos contemporáneos», es decir, artistas que reconfiguraron el paisaje en la foto a partir de 1995, ahora ha hecho lo mismo con los artistas que a principios de los años 90 «cambiaron la manera de trabajar el cuerpo».
Al respecto, José Antonio Rodríguez manifiesta: «No me interesa el erotismo, eso lo ves en las revistas a la vuelta de la esquina, sino trabajar con los artistas que exploraron otras posibilidades del cuerpo, como Ambra Polidori, quien lo abordó desde el punto de vista político; en qué medida las guerras y el entorno social terminan por afectar el cuerpo».
También trabajó la «autorreferencialidad», en este caso con Laura González, «hoy día una de nuestras teóricas más inteligentes, pero en 1989-90 era una artista que utilizó su cuerpo para reflejar sus angustias, miedos y desesperación».
Autorreferencialidad, punto clave
La autoreferencialidad es un punto clave en la exposición, en la medida que «las propias preocupaciones de los fotógrafos terminan por asomarse en su obra». Rodríguez ejemplifica con Patricia Marín, quien «recopila historias orales de las mujeres de su familia, así como fotografías antiguas que escanea, retrabaja y termina por hacer su propia obra. Son mujeres a las que se les elimina digitalmente la boca, sus lágrimas son rojas, mujeres que después del matrimonio terminan por ser relegadas».
Rodríguez incluyó a Bruno Bresani y Gilberto Chen en la muestra, debido a que son de los pocos fotógrafos que han trabajado con su cuerpo, algo más común entre las fotógrafas. Ambos vivieron un proceso de enfermedad física que reflejaron en sus imágenes.
En la exposición también se incluye a Gerardo Suter, Marco Antonio Pacheco, Silvia González de León, Mariana Dellekamp y Elsa Medina. Si muchos autores quedaron fuera de la muestra, el curador piensa hacer una segunda revisión, ahora con artistas que trabajaron entre 2004 y 2012.
La muestra Revisiones I: el cuerpo en la fotografía contemporánea mexicana, 1991-2006, se puede ver en la Patricia Conde Galería (Lafontaine 73, colonia Polanco). Termina el 18 de julio.
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