Rancho Las Voces: Noticias / Estados Unidos: Detroit podría pagar con«'caravaggios»
La vigencia de Joan Manuel Serrat / 18

martes, agosto 06, 2013

Noticias / Estados Unidos: Detroit podría pagar con«'caravaggios»

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Marta y María Magdalena (129,5 x 164,5 cm) lienzo pintado en 1598 por Caravaggio perteneciente a la colección del DIA. Si saliera a subasta superaría con facilidad los 100 millones de dólares (75 millones de euros).  (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de agosto de 2013. (RanchoNEWS).- La pregunta resuena como una amenaza. ¿Debería vender Detroit su colección de arte para pagar los 18.000 millones de dólares (13.500 millones de euros) que adeuda? La colección del DIA (Detroit Institute of Arts) no es muy extensa pero sí incluye obras irremplazables de Brueghel, Caravaggio, Rembrandt, Van Gogh o Matisse, entre otros maestros. Algunos expertos hablan de que la venta puede generar unos 2.500 millones de dólares (1.900 millones de euros), que aliviarían parte de esos números rojos. Pero esa cifra podría quedarse corta. ¿Cuánto vale un caravaggio? En el mundo hay uno o dos en manos privadas. ¿Qué precio tiene Brueghel, cuyos cuadros de primera calidad hace muchos años que desaparecieron del mercado? Piensen en El vino de la fiesta de San Martín, de Pieter Brueghel El Viejo, adquirido por el Museo del Prado en 2010 por siete millones de euros. Sin duda una cuantía muy por debajo de su valor de mercado gracias a la condición de inexportable. ¿Y el mejor Rembrandt? ¿Cuánto vale? ¿60 millones de euros? ¿80 millones? Una nota de Miguel Ángel García Vega para El País:

Lo que en principio parecía una decisión tan remota como impensable lo está dejando de ser. La preocupación ha llegado a una parte de la ciudad estadounidense al saberse que Kevyn Orr, nombrado administrador de emergencia de Detroit, acaba de contratar por 200.000 dólares (150.000 euros) los servicios de la casa de subastas Christie’s para que tase la colección. ¿Toda? No. Solo aquellas obras sobre las que se esté seguro de que pertenecen a la ciudad y que, por ejemplo, carecen de restricciones de venta por parte de quienes las donaron en su día.

Kevyn Orr trata de rebajar el asombro y asegura a todo quien quiera escucharle que la colección no está en venta. «No ha existido ni existe ahora ningún plan de vender arte. La evaluación de todos los activos de los que dispone la ciudad forma parte de un proceso integral de reestructuración», narra el gestor municipal. Pero definir a Caravaggio como un «activo» no deja de producir inquietud.

Así que nadie puede asegurar que la colección esté a salvo. Primero, por la enorme presión que está ejerciendo sobre ella el ejército de acreedores que tiene Detroit, que ha visto en esos lienzos una forma segura, y más o menos rápida, de recuperar sus deudas. Y segundo, porque como relata Bill Nowling, portavoz del propio Kevyn Orr, en declaraciones a The New York Times: «Es muy duro ir a un pensionista y decirle que le vamos a recortar los ingresos un 30%, o el porcentaje que sea, pero que el arte es eterno». Y añade: «Para la gente es una diferencia muy difícil. Creo que es una distinción que a los patronos del DIA les resulta complicado entender. Estamos hablando de gente real con decisiones reales que tienen un impacto real en sus vidas».

Pero ni aceptando la venta, el problema está solucionado. ¿Cómo afectaría a la ciudad la pérdida de su patrimonio? ¿Cómo repercutiría en la llegada de turistas (el museo recibe 600.000 al año) o en el mercado inmobiliario? ¿Y en el aprecio de otras instituciones culturales? ¿De qué forma reaccionarían los donantes de obra o sus herederos? ¿Pleitearían? Lo que a corto plazo cura la herida a largo, sin duda, la provoca. Samuel Sachs II, quien fuera director del museo entre 1985 y 1997, se pregunta: «¿Si pudiéramos vender los hospitales y las universidades de Detroit, también lo haríamos?».

João Fernandes, subdirector del Museo Reina Sofía, enfrenta esta polémica con una aclaración precisa: «El museo tiene prohibido vender cualquier obra que forme parte de su colección». Este es el punto de partida, aunque su reflexión va más allá. «Una época no tiene el derecho a pagar otra. El tiempo presente no tiene derecho a acabar con el pasado». No le podemos pedir a Brueghel, Caravaggio o Rembrandt que laven los pecados de la avaricia financiera o de la desaforada especulación inmobiliaria de nuestros días. ¿O sí?



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