.
Imagen de la represión a estudiantes frente a la antigua Facultad de Derecho, en 1948, cuando la Universidad Nacional vivió un intenso conflicto que provocó la renuncia del rector Salvador Zubirán. (Foto: Archivo Tomás Montero Torres)
C
iudad Juárez, Chihuahua. 13 de octubre de 2014. (RanchoNEWS).-Manifestaciones estudiantiles y magisteriales reprimidas con violencia, acarreados en mítines políticos previos a fraudulentas elecciones, la pobreza extrema en comunidades rurales y en las zonas marginadas de la gran urbe. No hablamos de los tiempos actuales, sino de imágenes censuradas hace 70 años por un régimen que persiste y parece no entender las lecciones de la historia. Una nota de Mónica Mateos-Vega para La Jornada:
Son fotografías captadas por el michoacano Tomás Montero (1913-1969), que nuevas generaciones conocerán en todo su esplendor y crudeza gracias al interés de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) por difundir el valioso acervo de quien fue llamado en 1946 «el fotógrafo de la oposición».
La exposición titulada, precisamente, Hacia los márgenes: Tomás Montero Torres, fotógrafo de oposición, se inaugura el próximo 22 de octubre en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT). Se integra por 170 objetos, entre imágenes fotográficas, documentos personales y ejemplares hemerográficos. Es la primera vez que el material se mostrará en la ciudad de México.
Se trata de un autor poco conocido hasta hoy, pero, gracias al enorme esfuerzo de sus herederos, tanto especialistas como público en general descubren día a día el valor de testimonios gráficos que en los años 40 y 50 fueron condenados al olvido (como dio a conocer La Jornada el 24 de junio de 2013).
Montero estuvo vinculado con la política de derecha y católica de su época, por tanto, la suya era entonces una fotografía censurable y poco susceptible de ser utilizada por la retórica revolucionaria dominante de entonces, explica la curadora Laura González Flores.
Añade que mientras otros fotógrafos sometieron su trabajo a las directrices tácitas de la propaganda gubernamental priísta, Montero se atrevió a registrar la corrupción, los fraudes, la ilegalidad y la violencia social de entonces. Todo, desde las páginas de La Nación, la revista del Partido de Acción Nacional (PAN), que dirigió el periodista Carlos Septién García.
«Sirvo mejor a México criticando que escondiendo la realidad bajo un manto hipócrita de adulación», dijo Tomás Montero al crítico Antonio Rodríguez en una entrevista publicada en la revista Mañana de septiembre de 1946.
Amplia gama de temas
El archivo Montero se forma por más de 80 mil negativos que abarcan una amplia gama de temas que el fotoperiodista trabajó durante 30 años, de los cuales apenas se han digitalizado 30 mil. No obstante, se encuentra todo clasificado, para dar una idea general de lo que contiene.
Cuando la familia Montero se acercó a la UNAM para proponer una exposición, la máxima casa de estudios solicitó una muestra que se adecuara al perfil del Centro Cultural Tlatelolco, preocupado siempre por difundir información acerca de movimientos sociales en México.
Si bien la obra del fotógrafo no se centra en ese tema, tiene bastante material que ilustra a la perfección una vertiente «innovadora»: la fotografía de oposición, añade la curadora Laura González.
«Hasta ahora lo que conocíamos de la fotografía de aquellos años era la que había sido apoyada para su publicación y producción por los gobiernos revolucionarios en turno –continúa–; entonces los fotógrafos tenían ciertas limitaciones de lo que podían decir. Era muy claro ese sesgo de la información.
«Montero no fue el único que pudo realizar las fotos a contrahílo de la propaganda priísta, pero sí fue de los pocos que pudo además publicarlas, porque tenía a la revista del PAN apoyándolo. Los historiadores de la fotografía no hemos trabajado esas vertientes que en México, paradójicamente, muestran que entonces había una oposición democrática cristiana ante una clase política en el poder que era autoritaria y antidemocrática. El PAN defendía en aquellos años cosas que les parecía que iba a abrir la participación política de otros grupos que entonces no tenían voz política.
«Esta exposición nos permite cuestionarnos acerca de la construcción de la historia que aprendimos, y ver a través de los ojos de Montero esos huecos que dejó la modernidad del llamado ‘milagro mexicano’, en unos años en los que el país a nivel macroeconomico estaba muy bien, pero no en su interior.
«El fotógrafo capta eso con verdadero amor y compasión por el otro. En una parte de la exposición hago una analogía con el trabajo que realizó Luis Buñuel en su película Los olvidados (1950), pero el cineasta trabajó mucho después que Montero, aunque ahí está el mismo tipo de pobreza, de olvido, de marginación.»
La muestra cubre el periodo comprendido entre 1941, año en que el fotógrafo empezó en La Nación, y 1957, cuando publicó unos de sus últimos reportajes sobre el temblor de la ciudad de México.
Son años en los que los periodistas estaban bajo la mira de la policía, insiste la curadora; por eso resulta de gran valor que las imágenes de Montero sí se publicaran, a diferencia, por ejemplo, de sus colegas los hermanos Mayo, quienes también tenían un punto de vista crítico, pero cuyas fotografías no aparecían en las publicaciones.
«El discurso oficial que aprendimos fue que en los años 40 y 50 México estaba progresando, la Revolución había triunfado, el pueblo está mitificado o idealizado en las imágenes del muralismo, pero en Montero vemos a un pueblo golpeado por la realidad: niños abandonados en la calle, los pobres considerados delincuentes, represión violenta de manifestaciones en las calles».
La exposición se divide en ocho núcleos temáticos: Tomás Montero y el fotoperiodismo, Gobierno y propaganda (la imagen oficial, de propaganda, de los gobiernos de Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán), Los entresijos de la modernidad (los efectos colaterales del descuido en la infraestructura urbana y la vivienda popular), Márgenes e instituciones (el abandono de los niños de la calle, el deterioro de las escuelas y las condiciones ínfimas de las instituciones de atención social), Religión (tras el conflicto cristero de los años veinte, las imágenes que dan cuenta del fervor religioso del pueblo mexicano comienzan a aparecer, progresivamente, durante el sexenio de Ávila Camacho), La última y nos vamos (la campaña contra el consumo popular del pulque que se implementó de manera simultánea a la expansión de la industria cervecera apoyada por Ávila Camacho), Disensión y movimientos sociales (los gobiernos revolucionarios contuvieron a los sectores agrarios y proletarios mediante el control solapado de las asociaciones gremiales, pero durante los años del milagro mexicano el descontento social se hizo visible en un número variado de frentes), Relevo, máscara y transa (la política) y Al mal tiempo, buena cara (desastres).
Hacia los márgenes: Tomás Montero Torres, fotógrafo de oposición se inaugura el próximo 22 de octubre a las 19 horas en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (Ricardo Flores Magón 1, colonia Nonoalco-Tlatelolco).
REGRESAR A LA REVISTA