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El recinto inaugurará una retrospectiva de uno de los artistas que definieron el arte mexicano. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 19 de mayo de 2015. (RanchoNEWS).- Si bien Carlos Aguirre (Acapulco, 1948) prefiere mirar al frente, no al pasado, lleva poco más de un año sin crear obra nueva porque está revisando su trabajo de al menos las últimas tres décadas para trazar una lectura retrospectiva de su producción; no cronológica sino temática. Reporta desde la ciudad de México Sonia Ávila para Excélsior.
«Sabía que el día que me metiera en esto, sería complicado», declara más en serio que en broma el artista visual considerado clave en la escena del arte contemporáneo en México desde fines de los años 70, por su influencia en generaciones jóvenes a través de la colaboración con otros creadores y de su actividad docente, principalmente en la UNAM.
Serán cerca de 110 piezas –dibujo, objetos, instalación, video, fotografía y gráfica– las que integren la retrospectiva Zona de riesgo que se inaugurará el 23 de junio en el Museo de Arte Moderno, bajo la curaduría de Pilar García, quien propuso una revisión a partir de las «inquietudes» sociales y políticas del artista.
«(La retrospectiva) implica una confrontación con amigos viejos que no sabemos si queremos verlos de nuevo o no, pero por otro lado me doy cuenta que trabajé mucho, y me parece que cambié mucho y eso es muy importante, porque una de las características del artista es que hagas cambios, explores en el trabajo, que el cuadro de hace 30 años no se repita», afirma quien perteneció al grupo Proceso Pentágono.
Es en el lenguaje, el material y la técnica donde Aguirre encuentra una evolución natural de su producción, pero confiesa que toda su obra está marcada por el interés de manifestarse sobre su entorno, y desde la década de los 80 éste ha sido de violencia, crimen, injusticia y abuso de poder; temas predominantes en la muestra.
«Para algunos salir a las marchas es una manera de manifestarse, otros escriben; yo hago arte para expresarme sobre lo que sucede. Son temas de la vida cotidiana, vivimos en una sociedad muy violenta y cada vez es más fuerte», señala el artista con estudios en Central School of Art and Design en Londres.
Al ser una revisión por núcleos temáticos, en un mismo espacio pueden encontrarse proyectos de los años 80 con otros más recientes; la más antigua es Represión II de 1979 y de las actuales destaca Pasado Imperfecto, un vitral con cuatro mil 500 nombres de sacerdotes pederastas que montó en el Museo Universitario Arte Contemporáneo en 2011.
Pilar García explica que se recibe al espectador con obras referentes a la fragilidad de la vida, al riesgo de habitar una ciudad como la de México. Son, la mayoría, piezas de la década de los 90 cuando Aguirre cuestionó este peligro a través de instalaciones como la de los pulmones colgados en un cuadro para referir a la intoxicación por carbón.
«En esos años los forenses sabían que una persona era chilanga por el color de los pulmones, eran negros por el nivel de carbón que respiraban en vida», añade Aguirre, de los primeros artistas en utilizar órganos humanos en instalaciones. De esta sección también destaca los tres contratos que el artista firmó ante notario con el mismo número de personas para usar sus cenizas, cuando mueran, en una pieza de arte.
El núcleo siguiente refiere a la fragilidad de la identidad, apunta la curadora. «Habla de gente que ha estado presa y sometida a un régimen de leyes y generalmente es dudosa su culpabilidad, también tiene que ver con los obituarios de los caídos en la guerra de Irak, y la idea de registrar a estas personas que si bien no tiene un nombre específico sí forman un conjunto, un grupo social», añade García.
Por ejemplo, el collage Paisaje mexicano (2010) compuesto por dos mil apodos de narcotraficantes que recolectó de la prensa nacional, y con el que demuestra cómo los medios de comunicación protegen la identidad de los criminales; también destaca una serie de retratos de presos que ensamblados uno sobre otro crean una falsa identidad.
«Hay un núcleo sobre el estudio que hace de la historia y las figuras históricas y políticas, sobre todo con el tema de la Revolución que estudió mucho. Terminamos con una pieza que tiene que ver con la revisión de las frases que en la prensa se escribieron sobre la historia de 1968», acota la curadora al señalar que la mayoría de los trabajos tienen un vínculo con la semiótica y una reflexión sobre el lenguaje.
Explorador nato
Más allá de los asuntos en la estética de quien ha participado en la Bienal de Sao Paulo y la de París, esta mirada a su pasado arroja también pistas sobre su trascendencia en la escena artística mexicana, a decir de la curadora. Primero su constante búsqueda por nuevas posibilidades de crear con materiales y técnicas nuevas, por cruzar los límites del arte.
«Es un experimentador nato, todo el tiempo está explorando nuevos lenguajes y soportes; todo el tiempo está preocupado por hacer cambios en su producción, y ese cambio es lo que le permite expandir su estética. En esta exposición a pesar de que los temas son similares, se nota cómo los resuelve de maneras distintas, y al final ninguna pieza es igual a otra», señala la historiadora de arte.
Aguirre, con exposiciones en Berlín, Nueva York, Miami, Toronto, responde: «Me interesa cuestionar esos límites, saber hasta dónde puede uno llegar, porque creo que en el arte empujar es bien importante más que conformarse y aceptar las reglas».
En este sentido, la curadora define al artista como de los pioneros en crear instalaciones, cuando la técnica no tenía ni mercado ni espacio de exhibición. «Yo creo que sí podemos decir que es de los primeros en salir del muro para llevar el arte a la instalación, y esto es muy importante para la época».
Lo mismo da cuenta de su compromiso social no en un sentido activista, sino en una manifestación directa de rechazo a situaciones de crimen o violencia. Por ejemplo, el video en el que proyecta frases relacionadas con terror o terrorismo; la paradoja de la pieza es que ninguna frase se puede leer porque pasan muy rápido, pero el espectador sí guarda en su memoria alguna de estas palabras como sucede en los mensajes subliminales del gobierno.
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