C iudad Juárez, Chihuahua. 18 de mayo de 2017. (RanchoNEWS).- En el alto de Champel de Ginebra (Suiza), un monolito recuerda que allí fue quemado vivo en la hoguera Miguel Servet en 1553. Según reza su inscripción, es un monumento «expiatorio» de los «hijos respetuosos y reconocedores de Calvino», que condenan el «error que fue el de su siglo» por el que el científico y pensador español fue ajusticiado. Muchos fueron los cargos por herejía que se habían presentado contra él, basados en sus libros y opiniones. Entre ellos, se le acusó de blasfemia por una cita sobre Palestina en su edición de la Geographia de Ptolomeo realizada en 1535, que contradecía las palabras bíblicas de Moisés sobre la Tierra Prometida, reporta Mónica Arrizabalaga para ABC.
Lejos de afirmar que allí manaba leche y miel, Miguel Servet incluyó un párrafo en latín, cuya traducción viene a decir: «Has de saber, óptimo lector, que por pura jactancia e injuria, se han atribuido a esta tierra tantas bondades cuando la experiencia de mercaderes y peregrinos dice que es inculta y baldía y carente de toda comodidad. Puedes, pues, llamarla Tierra Prometida en lengua vernácula, pero solo en el sentido de que fue una promesa».
«La cuestión es que esta frase ni siquiera era suya», asegura Marcos Pavo López. La cita ya aparecía en el anverso del mismo mapa de Palestina (Tabula Terre Sanctae) de la versión de la Geographia realizada por Laurentius Phrisius en 1522 y publicada en Estrasburgo, explica el jefe del Área del Registro Central de Cartografía del Instituto Geográfico Nacional (IGN).
Los hermanos Melchor y Gaspar Trechsel, de Lyon, habían encargado a Servet que preparara una nueva edición de la obra de Ptolomeo que corrigiera los errores, sobre todo de traducción, que acumulaban las ediciones anteriores. El erudito español se hallaba por aquel entonces «falto de todo recurso pecuniario», como narraba Marcelino Menéndez y Pelayo en su «Historia de los heterodoxos españoles» (Libro IV) y se había hecho corrector de imprenta, mientras se daba con ahínco al estudio de la geografía y las matemáticas. Así que aceptó el encargo.
Los hermanos Trechsel adquirieron las planchas de madera de los mapas que se habían utilizado en las ediciones de 1522 de Phrisius y de 1525 de Bilibaldo Pirckheimer y los reprodujeron tal cual (con alguna mínima modificación en algunos títulos), explica Pavo López. Servet, por su parte, preparó el texto que acompañaba a los mapas de la Geographia. Para ello se basó en la traducción que había realizado Pirckheimer, pero enmendó errores y añadió correspondencias con nombres en diversos idiomas, así como descripciones de cada país y las costumbres de sus habitantes.
«No le daría mayor importancia»
«En el caso de la Tabula de Tierra Santa, Servet no modificó el texto que aparecía en la edición de 1522», seguramente porque «no le daría mayor importancia», opina el experto en cartografía del IGN. Tampoco lo había hecho Pirckheimer diez años antes que él. ¿Quién iba a pensar que una cita aparentemente inocente (y ajustada a la realidad) pudiera derivar en semejantes consecuencias?
El texto original de 1522 se repitió (en planchas distintas) en 1525 y en 1535, pero se le atribuyó a Servet y se presentó como cargo en el juicio por el que le condenaron a muerte. Incluso hoy existe confusión sobre el asunto y muchos autores atribuyen al aragonés una cita que, en realidad, era copiada.
El modelo que utilizó Servet para su edición de 1535 fue el de 1525 con la traducción de Pirckheimer que actualmente se exhibe en la sala de exposiciones del Instituto Geográfico Nacional, en la muestra «Ecúmene. La evolución de la imagen del mundo».
Miguel Servet publicó una nueva edición de la Geographia en 1541, con los mismos mapas que en la anterior, pero en ésta eliminó el texto explicativo sobre Tierra Santa del anverso. Esto no impidió que en el juicio saliera a relucir la cita de 1535. Acusado por el reformador protestante Juan Calvino de «execrables blasfemias», el sabio español fue quemado vivo con sus libros en Champel, extramuros de Ginebra. Cuenta la leyenda que en la hoguera ardieron muchos de sus atlas de 1535 y que por ello son hoy tan escasos. «No es cierto, porque la de 1535 es una edición más fácil de obtener que, por ejemplo, la de 1522», aclaran desde el IGN.
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