Alicia Alonso y Reyes Fernández en Giselle, h. 1960. (Foto: Annemarie Heinrich)
C iudad Juárez, Chihuahua. 17 de octubre de 2019. (RanchoNEWS).- Parecía que, como ella misma nos vaticinaba desde hacía décadas, iba a vivir eternamente; Alicia Alonso (La Habana, Cuba, 1920) ha aceptado finalmente su condición mortal y ha fallecido este jueves en La Habana a los 98 años, sobrevolando generosamente a varias generaciones de bailarines. Artista consagrada internacionalmente, directora del Ballet Nacional de Cuba que ella misma fundó –como Ballet Alicia Alonso- en 1948, y líder indiscutible de la danza académica en América Latina, Alonso se había convertido en un símbolo de perseverancia e inspiración tanto por su propia carrera artística como por haber popularizado el ballet en Cuba, convirtiéndolo en una de los principales sellos de identidad del país gracias al apoyo indiscutible del gobierno de Fidel Castro.
Nacida como Alicia Ernestina Caridad del Cobre Martínez del Hoyo, recibió el apellido artístico su primer marido Fernando Alonso, uno de los tres pilares -junto a su cuñado Alberto Alonso y a ella misma- del recién nacido ballet cubano. Si Fernando creó un repertorio coreográfico de gran éxito que empleó su identidad cultural como patrón creativo, Alberto sentó las bases de la Escuela Cubana de ballet que hoy lleva su nombre y cuyo método pedagógico es actualmente estudiado internacionalmente por su profusión de virtuosismo acrobático y fortaleza técnica. Aunque formada desde los 9 años en su ciudad natal –en la Sociedad Pro-Arte Musical– el auténtico despertar artístico de Alicia tuvo lugar en 1937 cuando se trasladó a Nueva York con su marido Fernando; allí se impregnaron de la expresiva musicalidad y la precisión técnica que empezaban a desarrollar Balanchine, Tudor y otros coreógrafos en ascenso. De su paso por las clases de School of American Ballet, Alonso conservaría las piernas de hierro y el cuello altivo que le servirían para destacar tan pronto como se incorporó al recién formado Ballet Theater (hoy American Ballet Theater) en 1940.
Elna Matamoros reporta para El Cultural
La nota