Women of Tehuantepec, 1939. Oil on canvas, 33 7/8 x 57 1/8". Room of Contemporary Art Fund, 1941 (Foto: Archivo)M éxico, 7 de Febrero 2007. (MERRY MACMASTERS/La Jornada).- La exposición internacional Tamayo: a modern icon reinterpreted (Tamayo: un icono moderno reinterpretado), de alrededor de 100 pinturas, tendrá su estreno mundial el sábado 17 de febrero en el Museo de Arte de Santa Bárbara (SBMA, por sus siglas en inglés), en California.
El año pasado se consideró la idea de iniciar su itinerancia el 28 de septiembre en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo de la ciudad de México. Sin embargo, por acuerdo de ambos espacios museísticos, la muestra a la que aquí se agregaría el título de ''retrospectiva", arribará al recinto capitalino el 7 de octubre, después de su exhibición en el Museo de Arte de Miami, Florida, del 21 de junio al 16 de septiembre, para así dar fin a la gira, informó en su momento a La Jornada Diana du Pont, curadora de arte moderno y contemporáneo del SBMA.
Figura polarizante
Anunciada como la primera gran revisión fuera de México de la obra del pintor oaxaqueño en 27 años, la exhibición curada por Du Pont, con Juan Carlos Pereda, del museo Tamayo, busca ofrecer no sólo una mirada comprensiva de su obra pictórica, sino también presentar una reinterpretación contemporánea de su complejo papel y reputación en el arte del siglo XX, ''desde un icono modernista admirado internacionalmente a una figura polarizante en ciertos círculos intelectuales y políticos mexicanos".
El SBMA lleva la delantera en Estados Unidos en la colección, presentación e interpretación del arte latinoamericano, interés que se fortaleció a partir de 1996. El proyecto en torno a Rufino Tamayo (1899-1991) tiene alrededor de una década en preparación.
La exposición comprende pinturas que nunca se han visto en México y que en el vecino país tienen 40 años de no exhibirse. En 2003 el museo Tamayo organizó una muestra de obra gráfica del artista y en 2004 publicó el catálogo razonado de esta faceta.
Como Tamayo ''es visto con persistencia de cierta manera", la muestra pretende ofrecer nuevas lecturas para un público binacional, en vista de que es uno de los artistas más reconocidos, pero al mismo tiempo más controvertidos del siglo XX.
Para Du Pont, esta parte polémica se debe a que Tamayo, convertido en una especie de ''cuarto grande" (Rivera, Orozco y Siqueiros se conocen como ''los tres grandes"), difería en su visión de cómo acercarse a la pintura y el propósito de ésta.
Al mismo tiempo, continúa Du Pont, ''hay quienes insisten en que su obra es arte puro, que es formalista o que sólo tiene que ver con la línea, el color y la textura. Pretendemos ver a Tamayo de una manera mucho más dinámica en relación con sus semejantes y mostrar que aborda muchos de los mismos temas, como la identidad nacional, aunque su ángulo puede ser diferente. No es ni todo formal, ni todo político".
En el curso de entender el arte latinoamericano del siglo XX, de acuerdo con la entrevistada, han prevalecido ''nociones falsas de lo que en realidad está en juego, pero el arte es mucho más complicado que eso".
Entonces, la curadora ha desenvuelto todo eso y tratado de ver los diferentes ángulos. Es así como en un nivel Tamayo es controvertido al principio, porque ''se resiste a la primera definición de lo que debería ser el arte moderno mexicano: independiente y autónomo.
''Tamayo cree en integrar más allá de las fronteras, y que la modernidad es internacional. Ese es su punto de vista, pero no es compartido por sus colegas. Sin embargo, no era un purista del arte, que no reparaba en intereses políticos o acerca de crear iconos para un nuevo México."
Fracaso del humanismo universal
A finales de los años 40 y en la década de los 50, Tamayo llega a la preminencia, y en el periodo de posguerra representa a México con una nueva visión de cómo el mundo debería de ser en términos del humanismo universal, pensamiento con el cual se involucró y promovió, junto con Octavio Paz .
Diana du Pont reconoce que ''pasan los años y sólo hay que ver el mundo de hoy para saber que el humanismo universal no funcionó. Entonces, Tamayo cae en desgracia con la generación más joven que lo considera fuera de moda. Pero, lo que me fascinó fue la vehemencia de las opiniones en México y el por qué de eso".
La muestra abarca siete décadas de la producción de Tamayo, desde los paisajes impresionistas de sus días estudiantiles hasta sus reflexiones sobre su propia mortalidad, en los años 80.
Sin embargo, la parte central de Tamayo: a modern icon reinterpreted (Tamayo: un icono moderno reinterpretado) está dedicada a los años 40 y 50, cuando el artista ya había encontrado su propia voz.
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