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El fotógrafo, miembro de la agencia Magnum desde 1994, visitó el país para dar una conferencia en el Malba. (Foto: Mariana Araujo)
A rgentina 24 de Febrero 2007. (Manuel Crespo/La Nación).- Martin Parr mira sorprendido la porción de torta de chocolate que la moza acaba de dejar sobre la mesa. "Demasiado grande -dice quejándose-. Una de las cosas que aprendí de la Argentina es que acá sirven porciones de tamaño americano."
Para este reconocido fotógrafo inglés, cualquier momento es bueno para sacar a relucir los temas que dominan su obra: la homogeneización de las culturas, el consumo febril, el turismo decadente. Nacido en Epsom, al sudoeste de Londres, en 1952, Parr es uno de los fotógrafos más prestigiosos de la actualidad y miembro desde 1994 de Magnum Photos, la legendaria y exclusiva agencia de fotoperiodismo que fundaron Henri Cartier-Bresson y Robert Capa, entre otros, en 1947.
LA NACION se encuentra con él en la cafetería del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), poco antes de la conferencia sobre su trabajo que organizó la semana pasada la revista especializada F:22 .
Sentado junto al ventanal que da a la avenida Figueroa Alcorta, Parr se parece a cualquier otro de los miles de extranjeros que recorren la ciudad: alto, vestido con jeans y camisa a cuadros, de piel rosada y típico rostro anglosajón. Sin embargo, la diferencia entre él y el turista promedio se hace visible desde la primera respuesta. Irónico, dueño de una arrogancia bien educada, Parr habla, entre otros temas, de la situación actual del fotoperiodismo, de su polémico ingreso en Magnum y del trabajo que hizo en las principales playas sudamericanas, periplo que terminó en Mar del Plata.
Magnum ya tiene casi 60 años. En todo ese tiempo, ¿qué cambió en el fotoperiodismo?
El avance tecnológico produjo un efecto importante. Hoy, en cualquier suceso masivo, siempre hay una persona del público sacando fotos con su celular. La tarea del fotógrafo se volvió redundante. Pero eso no está tan mal: mientras el mercado periodístico está decayendo, el mercado artístico creció. La fotografía se volvió un artículo de lujo.
¿Su entrada en Magnum tiene que ver con ese cambio?
Sí, hubo una gran controversia. Muchos estaban en contra de mi inclusión porque pensaban que mi estilo era demasiado cínico. Las guerras y las hambrunas son algunos de los temas tradicionales del fotoperiodismo, pero a mí me interesan otros aspectos de la vida moderna: el consumismo, la riqueza, el turismo. Cuando se produjo mi ingreso, la fotografía estaba cambiando y Magnum necesitaba reinventarse. Yo fui parte de ese proceso de cambio.
Uno de los temas de su obra es la homogeneización de las culturas occidentales. ¿Ve ese proceso en la Argentina?
Sí, aunque todavía falta. La economía argentina recién está creciendo, aunque ya se puede sentir el olor del dinero -dice, y sonríe-. Todo es parte del mismo proceso. Y el mercado fotográfico es un indicador de ese proceso. Hace veinte años, en China no había nada. Hoy es el nuevo gran mercado fotográfico. Cuando empiecen a venderse fotos de artistas argentinos contemporáneos a un público real, discernible, la Argentina habrá entrado en su apogeo económico.
¿Conoce el trabajo de fotógrafos argentinos?
Conozco a algunos. El estilo argentino es muy sudamericano, con mucha foto en blanco y negro, aunque ahora hay artistas como Martín López que se están animando a trabajar en color. De cualquier modo, tu pregunta es una clara señal de inseguridad. Cuando voy a Estados Unidos, nadie me pregunta si conozco material de fotógrafos estadounidenses. Creo que tu pregunta se debe a una inseguridad cultural.
¿En qué está trabajando actualmente?
Estuve haciendo una serie de fotografías por las playas más importantes de Sudamérica: Copacabana, Viña del Mar, Punta del Este. Hace unos días estuve en Mar del Plata. Es uno de los lugares más surrealistas que vi en mi vida: toda esa gente en la playa, apretujada, pero pasándola bien. Envidio a los fotógrafos argentinos que tienen semejante lugar tan cerca.
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