Rancho Las Voces: Teatro / México: Despiden a Rascón Banda en la capital de la república
LA QUINCENA RETORNARÁ CON LA EDICIÓN 21 EL 19 DE ENERO DEL 2025 Las cinco ediciones más leídas del 2024 / 20

miércoles, agosto 06, 2008

Teatro / México: Despiden a Rascón Banda en la capital de la república

.
Familiares, amigos y admiradores reunidos en el homenaje. (Foto: Oswaldo Ramírez)


C iudad Juárez, Chihuahua. Sábado 2 de agosto de 2008. (RanchoNEWS).- En el Teatro Wilberto Cantón, de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), en la Ciudad de México, se realizó un homenaje de cuerpo presente al dramaturgo chihuahuense Víctor Hugo Rascón Banda, fallecido ayer. Recogemos en esta nota las crónicas escritas por Jesús Alejo (Milenio), Juan Carlos Aguilar García (La Crónica Hoy) y la de Ángel Vargas (La Jornada), con la cual comenzamos:

Una hora y 40 minutos después, el féretro con los restos de Víctor Hugo Rascón Banda fue despedido entre prolongados aplausos y gritos de «bravo» y «gracias, maestro», en la última escala hacia su destino final: el estado de Chihuahua, tierra natal del dramaturgo y abogado.

De entre quienes colmaron el teatro Wilberto Cantón, nadie pudo mantenerse ajeno, invulnerable ante esa emotividad y ese contraste de sentimientos que de forma profunda y efervescente se dispersaron por la atmósfera de la sala durante la ceremonia.

Varios lloraron de manera abierta, otros sollozaron en forma discreta, pero en la gran mayoría se agolpó la sensación de un nudo entre el pecho y la garganta que entrecortaba o de plano impedía el habla.

Así concluyó el homenaje de cuerpo presente que la Sociedad General de Escritores de México (Sogem) rindió la mañana de este viernes a quien fue su presidente desde 1999, uno de los más importantes dramaturgos, promotores y activistas culturales del último tercio del siglo XX mexicano y los primeros años de esta nueva centuria.

El acto, aunque estuvo muy concurrido, resultó íntimo, conmovedor. Un tributo a la vitalidad, la amistad incondicional y la coherencia entre el pensar y el proceder que distinguieron a Rascón Banda a lo largo de sus casi 60 años de vida.

Discursos y voces entrecortadas

Los discursos emotivos que entrecortaron la voz de los ponentes fue la tónica de la ceremonia, en la que los participantes, entre ellos los escritores Carlos Montemayor e Ignacio Solares, el director escénico Luis de Tavira y la actriz María Rojo, llegaron al alma con un sentido reconocimiento al entrañable e imprescindible amigo y creador, cuya muerte ocurrió este jueves, tras 15 años de luchar contra la leucemia.

Segundo en la palabra, después del dramaturgo Tomás Urtusástegui, Carlos Montemayor habló de Rascón Banda como el amigo generoso; relación que se estableció hace varias décadas, cuando ambos llegaron al Distrito Federal, entre un grupo de chihuahuenses que no tenían más puerta para tocar que la de la esperanza y que se abrieron paso a pulso en el idioma, en el país, en el mundo, en la conciencia.

«La amistad es una fuerza profunda que afirma a la vida, la fortalece; la amistad hace crecer al amigo, lo engrandece, lo hace más profundo, más firme. Su secreta urdimbre, su poderosa fuente es una forma de generosidad que no cabe en la sencillez de un limitado ser humano, de una solitaria persona», sostuvo.

«Somos parte de nuestros amigos. Nuestro orgullo y nuestra vida se cumple también con la fuerza y la obra de nuestros amigos. Por ellos podemos sentir que nuestras vidas trabajan juntas, se abren paso en la delicada luz que nos baña el pensamiento y la emoción mientras vivimos».

Dirigiéndose en forma imaginaria al dramaturgo, Carlos Montemayor concluyó: «Víctor Hugo, entrañable amigo, me enorgullece y te agradezco que hayamos compartido nuestra tierra natal, nuestro país, nuestra generación; que hayamos coincidido en el tiempo, en el fulgurante espacio de la vida que cada uno de nosotros ha ocupado, que seguirás ocupando hasta que el eco de nuestra última pieza termine o, quién sabe, hasta que el eco de otras fiestas nos recuerde y recupere o lejos instantes nos presientan».

El escritor Carlos Montemayor leyendo una elegía en honor de su amigo y coterráneo Víctor Hugo Rascón Banda, en el teatro Wilberto Cantón. (Foto: Carlos Cisneros)


El ataúd yacía colocado justo al centro del escenario, flanqueado por un par de cirios, así como por decenas de coronas fúnebres y arreglos florales que, por su número, fueron dispuestos asimismo a lo largo de los pasillos de ambos costados del recinto e inundaban la sala con ese aroma tan inconfundible del que uno rehúye, acaso inconscientemente, por la triste situación al que está asociado.

Desde casi 20 minutos antes, el inmueble comenzó a saturarse por integrantes de la comunidad teatral: dramaturgos, directores de escena, actores y críticos.

Artistas de otras disciplinas también estuvieron presentes, lo mismo que funcionarios culturales, como los titulares del Festival Internacional Cervantino y del Instituto Nacional de Bellas Artes, Gerardo Kleinburg y María Teresa Franco, respectivamente; esta última, en su intervención, anunció que diferentes instancias federales y del DF preparan ya un homenaje a Rascón Banda, que incluirá la redición y la puesta en escena de varias de sus obras.

Arrebato y pasión

El ámbito político estuvo representado por el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubon. De igual manera, entre la concurrencia figuró la ex titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Sari Bermúdez.

Uno de los momentos más intensos fue cuando se proyectó un video con una entrevista con Víctor Hugo Rascón Banda, en la cual describe que su escritura partía del arrebato y la pasión; es decir, no planeaba, sino que se ponía a trabajar en cuanto un hecho lo perturbaba, conmovía o indignaba.

«Me he propuesto –dijo en ese audiovisual– un teatro que perturba, que quiere denunciar, que quiere reflexionar, que quiere hacer preguntas; es un teatro que no se escribe por vanidad o por inspiración o por invención. Yo, como dramaturgo, no invento nada, simplemente traduzco las imágenes, las historias, los sueños que están allí y los vuelvo en papel, en obras. Así concibo el teatro, porque es síntesis, es palabra que revela, que reanuda, que avanza y que cuestiona».

Hombre pleno y fecundo

Afectado, como ocurrió con todos los que intervinieron en el acto, el director Luis de Tavira definió al Rascón Banda como un «crítico lúcido de nuestras miserias políticas, cómplice solidario de todas las causas del arte y la cultura».

Consideró que entre sus grandes legados se encuentran la pasión por la palabra y la escritura, así como el ímpetu y la tenacidad que mostró para seguir trabajando con gran frenesí durante los años de su agonía.

«Pudo asirse a la vida por gracia de la escritura y fue capaz de transformar en drama la escena misma de su propia muerte. Ése es el destino de la palabra, es el vestigio del otro en la memoria», indicó.

«Fueron asombrosamente fecundos los largos años de enfermedad. Precisamente porque un escritor que persiste en crear no puede ser nunca un enfermo, sino que se convierte más bien en un médico, un médico de sí mismo y el mundo».

A decir del director escénico, la salud como escritura consiste en inventar un pueblo que falta, y en ese sentido consideró que «Rascón Banda escribió con su asombro y sus recuerdos para hacer de ellos el origen y el destino de un México por porvenir, uno que pueda librarse de sus traiciones y sus negaciones. Así, su dolor por México se convirtió en el afán incansable hasta la extenuación por la acción cultural en la que reside la clave de una patria aún posible, nación que fuera justa».

Para Luis de Tavira, una de las virtudes del creador consistió en indagar y perseguir la pista de esas sustancias peligrosas que subyacen ocultas detrás de la historia oficial, de los expedientes cerrados, de las cosas juzgadas y la amnesia.

Y a manera de rúbrica, enfatizó: «He aquí a un hombre pleno y fecundo, que supo vivir sus convicciones con tenacidad, que realizó cuanto pudo, y pudo en la medida de una generosidad inagotable, un hombre leal a sus ideas que se atrevió a vivirlas con congruencia incuestionables, lleno de una alegría por la vida que sabía contagiar. (…) Ha muerto Víctor Hugo Rascón Banda, le sobrevive el teatro».

La crónica de Juan Carlos Aguilar García para La Crónica Hoy


Duelo. «Te llevaremos en el corazón», exclamó una mujer durante el homenaje de cuerpo presente que se realizó en la Sogem.

Así lució el féretro del gran maestro de las letras, en el escenario del Wilberto Cantón. (Foto: Omar Flores)

Por última vez, resonaron en un teatro las palabras de Víctor Hugo Rascón Banda. Eran palabras de agradecimiento, de dolor... «Por los hermosos años que pasamos juntos, demos gracias. Les doy las gracias a cada uno de ustedes por el amor que me brindaron, pero ahora tengo que viajar solo».

El documento póstumo fue leído por uno de los hermanos del dramaturgo, quien con la voz cortada continuó: «Si me necesitan, piensen en mí y estaré con ustedes aunque no me miren ni me puedan tocar. Yo estaré cerca, sentirán el calor de mi amor en sus corazones. La vida sigue adelante, no estaré lejos».

Luego silencio. La voz se ahogó y el llanto se dejó escuchar en el Teatro Wilberto Cantón, de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), donde se realizó un homenaje de cuerpo presente.

Como en sus mejores años, Rascón Banda tuvo teatro lleno. Pero éste era un público especial: sólo familiares y amigos, ahora hermanados por la orfandad en la que quedaron. María Rojo, Luis de Tavira, Tomás Urtusástegui y Marcelo Ebrard, jefe del gobierno capitalino, entre los presentes.

«Pobres de nosotros que nos quedamos sin ti. Porque ya no será lo mismo, ya no estarás ahí como cuando necesité una palabra amiga, cuando te mandé alguna nota que quería que me revisaras o cuando requerí el consejo en lo sentimental. Perdí un hermano, ésa es la sensación que tengo. Es algo que va más allá de las palabras y de las explicaciones. Perder un hermano es perder parte de nuestra vida, morirse con él», expresó Ignacio Solares, director de la revista de la Universidad Nacional, quien recordó el ánimo mermado con el que vivió Rascón Banda los últimos días.

Contó que lo vio cuando le entregó para su publicación, el texto que leyó durante su ingresó como Miembro de Número de la Academia Mexicana de la Lengua, el pasado 27 de junio.

«Cuando nos vimos me dijo: ‘Ahora sí ya es lo último que escribí, ya tengo que bajar la guardia’, y me dio su texto. Le respondí: Pobre de nosotros que nos quedamos sin ti».

Después, en un arrebato de dolor, se escucharon gritos: «Te quedas en nuestro corazón», «Qué Dios te bendiga»... La madre, Rafaela Banda, no aguantó más y se quebró...

Tras hora y media de homenaje, terminaba la función, se cerraba el telón para uno de los autores más destacados de las últimas décadas. Pasadas las 11:30 horas, el cuerpo emprendió su viaje a Uruáchic, Chihuahua, su estado natal.

Además de su familia, a Rascón Banda le sobreviven sus más de 50 obras de teatro.


La crónica de Jesús Alejo para Milenio


No estaba sentada en las butacas, ya no se diga entre los invitados especiales, buscó su propio rincón dentro del teatro, encontró la manera de llorar su pena: Pastora, una de ese ejército de personas que, en los últimos años, dedicó gran parte de su tiempo a cuidar a Víctor Hugo Rascón Banda.


Otro aspecto del homenaje. (Foto: La Crónica Hoy)

Ellos quizá no tienen el brillo de quienes aparecen en televisión, de aquellos que ven impresos sus nombres en un libro, pero sí son los mejores ejemplos de esa comunidad de anónimos deudos del dramaturgo: secretaria, vigilantes, mensajeros, espectadores de su teatro, lectores de sus historias.

Todavía no se daba la primera llamada del acto de evocación-homenaje a Rascón Banda, y el Teatro Wilberto Cantón, ubicado en el mismo edificio que alberga a la Sociedad General de Escritores de México, tenía unos cuantos huecos. Para la tercera, había teatro lleno.

Se escucharon los aplausos, pasaron los segundos, los minutos, cuando todos se comenzaban a sentar, la madre de Víctor Hugo, doña Rafaela, envuelta en un rebozo negro, se quedó de pie, de frente al féretro y sin dejar de mirarlo empezó a agradecer a todos aquellos que habían acudido a despedir al trabajador de la banca, al dramaturgo, al narrador, al guionista de cine y televisión, al defensor de los derechos de los creadores. Al amigo.

Ahí estaba Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del Distrito Federal; Teresa Franco, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes; María Rojo, Elena Cepeda, Víctor Carpinteyro, Froylán López Narváez, Luisa Huertas y –de nuevo– esa larga lista de dolientes.

«Víctor Hugo ha sido el más grande promotor de la cultura en la ciudad: defender, proponer, discutir, toda la cultura de la ciudad fueron su tarea. Un hombre comprometido como pocos y, quienes estamos en el servicio público, tenemos la obligación de tenerlo presente y cumplir lo que siempre buscó: la defensa de la cultura mexicana y el acceso de todos a la cultura», dijo el mandatario local durante el homenaje.

Carlos Montemayor e Ignacio Solares, los chihuahuenses que junto a Rascón Banda se enfrentaron a la Ciudad de México hace casi cuatro décadas, recordaron no sólo los momentos compartidos en esta urbe, sino la manera en que bajaron de sus «cerros, de las montañas o de las planicies» en busca de su destino «sin tener aquí ningún abuelo ilustre, ningún tío director de editoriales, ningún pariente senador o diputado».”

María Rojo y su evocación del cómplice de aventuras y desventuras, «el imprescindible»: «Amigo, cómo decirte cuánto te voy a extrañar en todos los aspectos de mi vida, en el cotidiano trabajo. Cómo quisiera que te hubieras quedado con nosotros habiendo tantas batallas todavía».

Teresa Franco y el anuncio oficial que recibirá el creador, en el cual unirán esfuerzos distintas instituciones culturales y universidades, pero también el reconocimiento de un imaginario «que da cuenta de las complejidades humanas, de las relaciones de perpetua tensión que existen en cualquier entorno social y, desde luego, de los meandros por los que navega la idea de la justicia».

El amigo y compañero de cuitas teatrales, Luis de Tavira, quien se encarga de recordar al hombre leal a sus ideas, que se atrevió a vivirlas con congruencia incuestionable: «crítico lúcido de nuestras miserias políticas, cómplice solidario de todas las causas del arte y la cultura».

Así se fue Víctor Hugo Rascón Banda, en busca de sus raíces, de esa tierra que se transformó en destino. Aquí se quedaron sus familiares, sus amigos, sus lectores, sus espectadores, al final quedan las palabras dichas por Ignacio Solares: «Víctor Hugo, tú ya descansas después de esa ardua lucha. Pobres de nosotros que nos quedamos sin ti».

El gobernador de Chihuahua, José Reyes Baeza, anunció otro homenaje de cuerpo presente para el dramaturgo, con el fin de rendir un merecido tributo a cargo de autoridades, amigos y familiares del estado para quien fue «un gran mexicano».

El INBA, junto con los gobiernos de Chihuahua y del Distrito Federal, la Sogem y la UNAM, le realizarán próximamente un homenaje póstumo al autor de La mujer que cayó del cielo, el cual consistirá en mesas redondas sobre sus obras y su vida fructífera en favor de la cultura mexicana, una puesta en escena y la publicación de algunas de sus obras.

Reacciones ante la muerte de VHRB recopiladas por Notimex

Muestran sorpresa y pesar destacadas personalidades de la vida artística del país por el deceso del dramaturgo; acuden a velar sus restos hastes de ser trasladados a su natal Chihuahua

Los restos mortales de Víctor Hugo Rascón Banda fueron velados en una agencia funeraria de la avenida Félix Cuevas. (Foto: Cristina Rodríguez / La Jornada)

Sorpresa, consternación y pesar se vive entre la comunidad cultural del país, ante el deceso del dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda, quien es velado en una funeraria de la capital mexicana, hasta donde han llegado personalidades de diversos ámbitos de la vida nacional.

En declaraciones a su llegada al velatorio capitalino, Enzia Verduchi, coordinadora nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), se dijo sorprendida por la muerte del autor de «Los niños de Morelia», luego de que apenas un día antes se fuera también el escritor Alejandro Aura.

«Se ha perdido a dos grandes escritores. Estoy pasmada y me duelen mucho estas dos pérdidas. Como amiga, me van hacer falta los dos, mis grandes maestros y con quienes sostuve muchas batallas a favor del libro», comentó la funcionaria.

Visiblemente conmovida, la reconocida escritora y periodista María Luisa «La China» Mendoza se dijo «deshecha» tras la muerte de quien era «su mejor amigo y cómplice».

«Fue una persona que siempre me dio mi lugar, convivíamos mucho.Éramos un par de sinvergüenzas, reidores de la vida. Que gran pérdida, sobre todo en este país que necesita hombres como él», comentó.

Hasta la sala de velación también llegó la escritora Aline Petterson, quien se refirió a Rascón Banda como «un hombre que demostró su amor por la vida, siendo generoso y entusiasta».

Estaba tan enfermo, dijo, que «a lo mejor se puede decir que (su muerte) es un descanso. Lo único que puedo decir es que la sociedad cultural pierde a un gran hombre», aseveró.

También consternada, la investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM, Julieta Fierro, consideró que «la cultura de México sufrirá. Hizo un esfuerzo titánico en platicar la historia del teatro en México. Estoy convencida de que el legado que nos dio le ha permitido morir en paz», opinó.

«Hay que recordarlo como un hombre generoso, que tenía tiempo para ayudar. Fue un personaje que estaba contento, como enamorado y esa carita se le ponía cuando asistía a la Academia Mexicana de la Lengua», rememoró la investigadora.

Por su parte, Luis de Tavira, director de la Compañía Nacional de Teatro (CNT), recordó al dramaturgo como «un amigo entrañable y cómplice de todas las cosas relacionadas con el teatro y la cultura de México».

Destacó que en sus últimas conversaciones con Rascón Banda abordaron temas teatrales, entre ellas, la idea de llevar a escena a un personaje que apasionaba a Víctor: «Abraham González, el precursor que creó el México moderno a través de la Revolución».

«Era una obra que deseaba montar y lo cumpliremos, pues formará parte de los festejos del Bicentenario, era un encargo de la Compañía Nacional de Teatro y se está proponiendo para participar en esta celebración», señaló.

Para Tavira, la vida de Rascón Banda debe ser recordada «como una epopeya de sobrevivencia del teatro».

En tanto, otros colegas, amigos y familiares acudieron a la funeraria para darle el último adiós, entre ellos, Gonzalo Celorio, Jorge Volpi, Margo Glantz, Fernando Fernández, Ruy Pérez Tamayo y funcionarios del gobierno federal, entre ellos, el presidente de Conaculta, Sergio Vela, y el director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Alfonso de María y Campos.

Los restos de Rascón permanecerán en Gayosso hasta al filo de las 8:00 de la mañana, cuando sean trasladados al teatro Wilberto Cantón de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), donde se le rendirá un homenaje de cuerpo presente.


REGRESAR A LA REVISTA