martes, mayo 30, 2006
Fotografía / Homenaje a Roma con fotos de Cartier-Bresson
Foto tomada en Roma por HCB.
R oma, Italia. Martes 30 de mayo de 2006. (EFE).- Roma no cambia, Roma es eterna; o al menos lo es en los últimos sesenta y cinco años, como demuestran las fotografías del francés Henri Cartier-Bresson en una exposición inaugurada hoy, en homenaje a la ciudad.
En una imagen tomada en 1951 aparece un guardia urbano subido a una plataforma en la que dirige el tráfico en la intersección de la plaza de Venecia con la vía del Corso; esta mañana en ese mismo lugar el guardia no era el mismo, pero la plataforma y las cuatro esquinas, sí.
Lo mismo ocurre con las multitudes que saludaban, en la Ciudad del Vaticano, la elección de Juan XXIII en 1958 y que recuerdan a las que esperaban el anuncio de un nuevo papa el año pasado.
O con la moto Vespa, señoreándose de las calles de la ciudad y soportando con estoicismo los adoquines de entonces y ahora.
Las peluquerías, el clero de visita en la Galería Borghese o en un restaurante, las plazas con los puestos de flores, una niña jugando en una calle del barrio del Trastevere... Cartier-Bresson lo fotografía todo para crear una imagen de Roma que persiste no sólo en la memoria colectiva, sino en la realidad del año 2006.
Y hasta algún carbonero que llamó la atención del francés en la década de los cincuenta puede verse hoy en día, como el que este invierno cargaba sacos para un edificio de la Via delle Botteghe Oscure.
Para extender los hilos de esa eternidad, la exposición ha sido instalada en el Museo de Roma, rodeada así de un pasado más antiguo, en el que se aprecia que la ciudad ha sido así por los siglos de los siglos.
Como ejemplo, frente a una foto de Cartier-Bresson (1908-2004), hay un cuadro del pintor holandés del siglo XVII Johannes Lingelbach, en el que el Capitolio aparece como lo vemos hoy.
Homenaje a Roma. Retratos, que estará abierta hasta el 29 de octubre, expone la obra de quien era "una libélula frenética, con la Leica pegada al ojo, decidido a disparar con alegre intensidad y un fervor religioso", según la definición del periodista estadounidense Truman Capote.
Revela también la obra de quien sentía la fotografía como el acto de "contener la respiración cuando todas las facultades convergen para captar la realidad fugaz; un instante en el que la imagen capturada se convierte en una gran alegría física e intelectual".
Contener la respiración un momento para compartir esa alegría intelectual exige el observar la segunda parte de la exposición dedicada al retrato de científicos, artistas, filósofos y escritores que pasaron delante de la cámara Leica de Cartier-Bresson.
Desde el matrimonio de científicos Irene y Frederic Joliot Curie a Marc Chagall, Samuel Beckett, Paul Claudel, Arthur Miller, Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Alberto Giacometti, André Breton, Marcel Duchamp, Martin Luther King o Pablo Neruda, decenas de personajes conocidos ponen cara a una parte del siglo XX.
En la exposición se puede ver el retrato de William Faulkner tomado en 1947 en su casa de Misisipi, en el Oxford estadounidense, una fotografía famosa que ha acompañado algunas de las ediciones de Santuario y de las biografías del escritor.
O la imagen, tomada ese mismo año en Nueva Orleans, de un jovencísimo Truman Capote que aún no había escrito su primera novela, Otras voces, otros ámbitos; o la de una Susan Sontag que pasó por París en 1972 tres años antes de publicar su ensayo Sobre fotografía.
Imágenes todas en las que, si se observa un poco, se puede encontrar el "silencio interior" del que hablaba Cartier-Bresson y que representan su búsqueda de "una personalidad y no de una expresión".