El escritor chileno durante su participación en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en 2004. (Foto:Arturo Campos Cedillo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 1 de febrero, 2008. (RanchoNEWS).- Ayer falleció a los 91 años, el opositor del dictador Pinochet, el biógrafo de Borges y Neruda, el poeta, el critico literario, el chileno Volodia Teitelboim. Notimex nos entrega una nota y Silvina Friera de página/12 otra:
Tras una agonía de 16 días, ayer falleció el dirigente histórico del Partido Comunista de Chile (PCCh), el escritor y poeta Volodia Teitelboim, a los 91 años.
Según el parte médico, el también biógrafo de Pablo Neruda murió a consecuencia de complicaciones renales, derivadas de la neumonía y el cáncer linfático que llevaron a internarlo en el Hospital Clínico de la Universidad Católica, en Santiago de Chile, el pasado 15 de enero.
En un comunicado, el PCCh manifestó: «Volodia fue un gran argumentador de la unidad del pueblo, un luchador infatigable por la dignidad y los derechos de los trabajadores, y un demócrata incansable».
El lunes pasado recibió en ese nosocomio la visita de la presidenta de su país, Michelle Bachelet, cuando ya se había informado que, no obstante encontrarse el paciente tranquilo y sin dolor, era poco probable su recuperación total.
Esa mañana, Bachelet realizó un reconocimiento público a la trayectoria de Teitelboim, a quien calificó como «un gran luchador de las causas de los trabajadores de Chile, como un gran escritor también, poeta, Premio Nacional (de Literatura)».
La jefa de Estado recordó que el autor de Hijo del salitre es «un hombre que en cada una de sus obras pensó, cuando las escribió y las desarrolló, siempre en los más desposeídos, los más vulnerables, los más frágiles».
Militancia de una vida
Volodia Teitelboim en el aniversario de la victoria de la Unidad Popular de Chile el 9 de septiembre de 1985. (Foto: Rubén Pax)
Valentín Teitelboim Volosky nació el 17 de marzo de 1916 en Chillán. Sus padres fueron Moisés Teitelboim y Sara Volosky, quienes desde temprana edad le inculcaron la literatura.
A los 16 años Volodia, como fue conocido posteriormente, inició su militancia en las Juventudes Comunistas y desde entonces la actividad política marcó su vida. Lideró por años la oposición a la dictadura militar de Augusto Pinochet.
Estudió leyes en la Universidad de Chile y fue presidente del centro de alumnos de la Escuela de Derecho.
En 1935 publicó, en colaboración con Eduardo Anguita, la Antología de poesía chilena nueva, mostrando un nuevo sendero. Quizá su único error fue no incluir a Gabriela Mistral, situación de la cual se arrepintió, según sus propias palabras.
Teitelboim fue considerado integrante de la generación de 1938, pues ejerció la crítica literaria en distintas publicaciones. En 1952 publicó Hijo del salitre, novela que fue descrita por Pablo Neruda como un «racimo asombroso de vida y de luchas cargadas de semillas». Tuvo numerosas ediciones en el país y fue traducido a varios idiomas.
En 1954 fundó y dirigió en Santiago la revista cultural Aurora, y más tarde, durante su exilio, hizo lo mismo con Araucaria de Chile. La revista fue publicada en Madrid, España, durante 12 años y fue un instrumento de resistencia crítica de los intelectuales exiliados.
El golpe de Estado de 1973 lo sorprendió en Europa y de ahí en adelante se trasladó de nación en nación para asentarse en Moscú, por 15 años.
Trabajó en el programa transmitido por onda corta Escucha Chile, de Radio Moscú, donde junto con otros exiliados políticos denunció los atropellos a los derechos humanos en su país.
Regresó clandestinamente a Chile en 1988, en las postrimerías del régimen militar, uniéndose a la lucha por el retorno a la democracia.
En 1984 apareció en España su biografía de Pablo Neruda, publicada también en cuatro idiomas diferentes: inglés, ruso, alemán y francés.
También fue biógrafo de Jorge Luis Borges y Vicente Huidobro.
Durante su vida desarrolló distintas labores, como escritor, crítico literario, periodista fundador de El Siglo, abogado, locutor radial, diputado, senador. Un muchacho del siglo XX, fue el libro de memorias que editó en 1997. En 2000, dio a conocer La gran guerra de Chile y otra que nunca existió, un año más tarde, Noches de radio que recogen, desde su perspectiva política y social, una gran gama de situaciones y vivencias del Chile del siglo XX.
En agosto de 2002, recibió el Premio Nacional de Literatura, mismo año en que lanzó su última obra Ulises llega en locomotora.
En 2006 le detectaron un cáncer linfático que, poco a poco, fue menguando sus fuerzas.
«Se informa con pesar el deceso de don Volodia Teitelboim, producto de una falla respiratoria originada por una neumonía aspirativa que lo mantenía hospitalizado desde el 15 de enero en nuestra institución,» dijo a periodistas Manuel Álvarez, médico del Hospital Clínico de la Universidad Católica.
Teitelboim falleció a las 19:05 horas, acompañado de su hija Marina, su secretaria personal y sus familiares más cercanos.
«No podemos sino expresar nuestro orgullo de que los relevantes aportes a las letras y en general a la cultura y al quehacer político de nuestro país los haya realizado Volodia Teitelboim desde las mismas filas que compartieron (Luis Emilio) Recabarren y (Pablo) Neruda», dijo el presidente del Partido Comunista de Chile, Guillermo Teillier.
Un intelectual a tono con su época
Volodia Teitelboim, Salvador Allende y Pablo Neruda (Foto:Archivo: Volodia Teitelboim)
Silvina Friera
La vida del escritor, militante comunista y biógrafo de Pablo Neruda se fue consumiendo lentamente, de un modo inversamente proporcional a la pasión con la que vivió. Por seguir a rajatabla los imperativos y demandas de «la señora de la casa», su temprana vocación política, maltrató a «su amante», la literatura, que durante años se resignó a ocupar un plano secundario, a la sombra del hombre comprometido, del luchador infatigable contra la dictadura pinochetista, que desde su exilio en Moscú, desde su programa de radio Escucha Chile, se refería a Pinochet como «el felón», «el mandamás», «el asaltante del poder» (nunca, jamás, lo llamaría «presidente»). Volodia Teitelboim, Premio Nacional de Literatura 2002 y ex secretario general del PC entre 1989 y 1994, murió ayer, a los 91 años, en el hospital Clínico de la Universidad Católica, donde se encontraba internado desde el 15 de enero pasado, aquejado por una neumonía y un cáncer linfático. Al igual que su queridísimo Neruda, el autor de Hijo del salitral «sigue cantando en silencio y en voz alta».
Valentín Teitelboim Volosky, más conocido como Volodia Teitelboim, nació el 17 de marzo de 1916 en Chillán, en el centro de Chile. Hijo de inmigrantes judíos (su padre, Moisés Teitelboim, de origen ucraniano; su madre, Sara Volosky, de origen moldavo), desde temprana edad manifestó inquietudes literarias. Aunque quería ser profesor de historia, su padre lo desalentó advirtiéndole que «se moriría de hambre». Cuando decidió que sería mejor no rebelarse contra el mandato paterno y empezó a estudiar derecho, justo regresaba a Chile el poeta Vicente Huidobro. Junto al joven poeta Eduardo Anguita formó una suerte de batallón de ataque contra la poesía oficial y los dioses de ese diminuto olimpo. Apasionados por todo lo francés, –Apollinaire, Rimbaud, Baudelaire–, se atrevió a patear el tablero publicando con Anguita Antología de la poesía chilena nueva, en 1935, cuando tenía apenas 19 años. Pablo de Rokha lanzó violentas diatribas y un crítico escribió en La Nación un artículo en el que destrozó la antología y a sus responsables, llamándolos «los preciosos ridículos».
«Era una antología iconoclasta que se proponía derribar a todos los consagrados del momento para así dar nacimiento a una nueva época. Eran los tiempos de la vanguardia europea. Muchos debían quedar afuera, Gabriela Mistral por ejemplo», recordaba Teitelboim. «Éramos unos insolentes que decidíamos la suerte de los poetas chilenos. Este libro generó la más palabreada polémica literaria del siglo XX en Chile. En ella participaron Neruda, que estaba en Europa, Vicente Huidobro, Pablo de Rokha. Gente que luchaba por la corona mundial de la poesía. En fin, una cosa provinciana del último país del mapa». Siempre le pesó un error «imperdonable», producto acaso del exceso de irreverencia: la exclusión de Mistral –que Teitelboim aceptó porque entonces la consideraba «anticuada»– de la que se arrepentiría posteriormente «toda la vida».
Empezó a militar en el PC chileno a los 16 años, y como muchos camaradas que fueron perseguidos durante la década del ’40, vivió en la clandestinidad. En 1940 fundó el diario El Siglo, del cual fue el primer subdirector; en 1945 dirigió la revista ¿Qué hubo en la semana?; y en 1954 fundó y dirigió la revista cultural Aurora. Posteriormente, en los setenta, durante su exilio, fundó y dirigió Araucaria de Chile, que se editó en Madrid, durante doce años, y fue un importante órgano de resistencia crítica de los intelectuales exiliados, tanto chilenos como de otros países latinoamericanos. Considerado miembro de la generación literaria del ’38, publicó las novelas Hijo del salitre (1952) –que Neruda consideró en su prólogo «racimo asombroso de vida y de luchas cargadas de semillas», y que se refiere a la vida de Elías La-fferte– y La semilla en la arena (1957), ambas relacionadas con el despertar de la masa obrera y minera en el norte del país.
El escritor sufrió encarcelamientos y estuvo detenido en el campo de concentración de Pisagua en 1957. Pinochet, que fue el carcelero jefe de ese campo de concentración en 1947, lo reabrió en 1973 porque necesitaba cárceles con tradición histórica y también nuevas prisiones para miles de personas. «Fue un eslabón en su ‘gesta por salvar el mundo’», ironizaba Teitelboim.
Volodia Teitelboim con dos colaboradores de Punto Final, la escritora y periodista Virginia Vidal y el fotógrafo Luis Arnéz. (Foto: Archivo)
Entre la treintena de libros que publicó, cabe destacar en narrativa La guerra interna (1979); los ensayos El oficio ciudadano (1976) y Pólvora del exilio (1976); y los cuatro tomos de sus memorias, Antes del olvido (publicados entre 1997 y 2004). Teitelboim fue diputado por Valparaíso desde 1961 a 1965 y senador por Santiago por dos períodos consecutivos hasta que, dictadura pinochetista mediante (entonces estaba en Madrid), tuvo que vivir quince años en el exilio moscovita. Pero entró clandestinamente tres veces a Chile –usó peluca, barba rojiza y anteojos– como Víctor Raúl Bordenave, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Montevideo. En sus memorias cuenta que hablaba poco para no delatarse y que se ocultaba tras opiniones «conservadoras», más propias de un simpatizante de la derecha.
Notoria fama le dieron varias de las biografías que publicó: Gabriela Mistral, pública y secreta (1991), Huidobro, la marcha infinita (1993), Neruda (1984) y Los dos Borges, vida, sueños, enigmas (1996). «Mucha gente me ha preguntado ¿por qué usted que es comunista hace la biografía de Borges? Por eso mismo, digo yo, porque quiero conocer cómo un escritor tan esclarecido puede ser tan analfabeto desde el punto de vista civil», planteaba Teitelboim su interés por el autor de El aleph. «No conozco mayor placer que tutearse con un papel en blanco», admitía el escritor que tanto no maltrató a su amante, la literatura, teniendo en cuenta la cantidad de libros que editó. «Escribir para mí es una manera de ser feliz». De este hijo de inmigrantes ucranianos, Manuel Vázquez Montalbán escribió: «Teitelboim me parece un excelente escritor y un dirigente inteligente. La inteligencia es a veces una forma superior de moralidad».
«El mundo globalizado hace que aparezcan nerudianos en los cinco continentes. Por lo tanto, es más difícil sostener un monopolio. Neruda es propiedad pública, yo lo llamo también poeta ‘multiuso’ y ‘todoterreno’. Fue el más abarcador, un poeta participante en la sociedad. Neruda se resiste a cualquier propiedad privada. Así que seguirán apareciendo nerudianos o contranerudianos, que también andan circulando. El mismo tema de su poesía es una mina que no está agotada, especialmente la producción posterior a Canto general. Neruda dejó tarea para rato», subrayaba su biógrafo, con esa voz bajita que se iba perdiendo en el amplio salón de la embajada de Chile durante la entrevista con Página/12 en 2004, cuando vino a la Argentina para participar en el homenaje a Neruda que organizó el Malba, en el centenario del nacimiento del poeta chileno. Como Neruda, Teitelboim podría haber dicho «confieso que he vivido...»; como su amigo también podría haber dejado escrito: «No crean que voy a morirme. Sucede que voy a vivirme».
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