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La muestra original de la agencia, perdida durante años, se puede ver desde hoy. (Foto: Alfredo Merino)
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iudad Juárez, Chihuahua. 23 de octubre de 2013. (RanchoNEWS).- Coincidiendo con el centenario del nacimiento de Robert Capa, uno de sus fundadores, la Fundación Canal ha inaugurado la exposición Magnum's Firts, la primera exposición de la mítica agencia que fue presentada en 1955 itinerando por varias ciudades de Austria. Como un mal revelado químico, aquella muestra se esfumó poco después. Nadie supo más de ella; ni de su contenido exacto, ni de lo que pasó con aquellas imágenes. Hasta que casualmente fueron encontrados unos viejos embalajes en los almacenes del Instituto Francés de Innsbrück (alguno de ellos se expone en la Fundación Canal). En su interior aparecieron las imágenes de la colección desaparecida y que a partir de hoy puede verse en Madrid. Una nota de Alfredo Merino para El Mundo:
Tal como ha señalado Lorenza Bravetta, directora de Magnum en Europa, esta exposición es de gran importancia no solo para Magnum, sino para la evolución de la fotografía en un momento decisivo. Con ella se buscó remarcar los principios de la agencia entonces casi recién nacida. La selección no tuvo nada de casual, cada fotógrafo eligió lo que pensó que debía resaltar de Magnum y, también, en consonancia con el título de la muestra El rostro del tiempo, para acercar la fotografía a la vida cotidiana y hacer más humano ese mundo a través de sus imágenes.
Calificada por Bravetta, como 'joyita', la muestra trae a la capital el impagable tesoro de 83 imágenes salidas de los obturadores de ocho maestros del fotoperiodismo: Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, Werner Bischof, Ernst Haas, Erich Lessing, Jean Marquis, Inge Morath y Marc Riboud. La proximidad con el objeto fotografiado, la captura del instante, la transgresión de normas en la composición y demás principios hoy cotidianos, pero hace sesenta años por completo rompedores.
La agencia más importante
A nadie se le oculta que Magnum es la agencia fotográfica más importante del mundo. No sólo por la magnitud de su archivo fotográfico o por la maestría de sus escogidos fotógrafos. Lo es entre otras cosas porque su nacimiento supuso una convulsión en el mundo editorial. La aparición de Magnum en 1947 fue una auténtica revolución en las relaciones de los autores con los medios, hasta el punto de que debe hablarse de un antes y un después de su aparición. Conviene pormenorizarlo en justo reconocimiento.
Reunidos en el restaurante del ático del MoMA neoyorkino, Cartier-Bresson, Capa, David Seymor, George Rodger, María Eisner y Bill y Rita Vandivert, acordaron fundar la primera agencia en la que ellos, los propios fotógrafos, tendrían los derechos de sus fotografías, rompiendo la relación existente hasta entonces, según la cual las empresas compraban las fotos que encargaban, utilizándolas cuantas veces quisieran sin tener que pagar nada más. Cada uno aportó 400 dólares para dotar de un capital de arranque de la primera cooperativa de fotógrafos de la historial y luego brindaron por su nombre.
«Si te etiquetan de fotógrafo surrealista te quedarás en eso. No te darán un encargo... Defínete como fotoperiodista y harás lo que quieras», advertía Capa a Cartier-Bresson para que despojara a sus fotos de cualquier aditamento artístico. Además de retener sus derechos como autores, el cambio propiciado por Magnum dotó a los fotógrafos de una relativa independencia, lo que se tradujo en lo que muchos considerar el espaldarazo del fotoperiodismo. En aquel momento, arte académico y vida real estaban bastante alejados y los movimientos artísticos, por muy vanguardistas que fueran, estaban adornados con un academicismo más o menos notable. Por el contrario, para los fotoperiodistas era obligado acercarse y reflejar los aconteceres de la vida cotidiana.
La fotografía, idioma
Siempre alerta a las vanguardias, el citado MoMA supo ver lo que venía. El 26 de enero de 1955, Edwar Steichen director del Departamento de Fotografía del museo neoyorkino presentaba Family of man (La familia del hombre), desbordante exposición de más de 500 fotografías de 273 fotógrafos de 68 países. Promovió a la fotografía «como idioma global» e incluía imágenes de Capa, Cartier-Bresson, Haas, Rodger y Seymur. El éxito fue tan instantáneo como prolongado y aún hoy es con más de cinco millones de visitantes, la exposición fotográfica más popular de la historia. El fotoperiodismo se consagró como el medio ideal para transmitir mensajes e ideas en el mundo contemporáneo.
Todo esto se expone a partir de hoy en las salas de la Fundación Canal. En un montaje sencillo y original, las fotografías se exponen conservando las secuencias pautadas por los propios fotógrafos para la muestra de 1955. Junto con una de las cajas encontradas en Innsbrück, comienza con una introducción con una foto de cada uno de los reportajes, excepto los de Jean Marquis y Capa. El primero es autor de una costumbrista serie rural de Hungría mientras que del segundo se expone la deliciosa miniserie formada por tres imágenes tomada en el País Vasco francés, al sur de Biarritz en 1951.
Junto a ellas dos colecciones destacables. La de Cartier-Bresson corresponde a los últimos momentos y el funeral de Gandhi. La segunda es una selección de la mítica serie Diario fotográfico, tomada por Werner Bischof en sus viajes alrededor del mundo. Varias de estas imágenes, como la del joven inca de los Andes y el niño húngaro llorando son iconos universales. Igual que el nombre de la agencia que los atesora, uno de los más redondos de la historia que, antes que a ninguna grandeza subliminal, alude a las grandes botellas de champán a las que tan aficionados fueron aquellos maestros, pero también al nombre de uno de los revólveres más efectivos de la historia. Casi tanto como las imágenes que hoy se exponen en nuestra ciudad.
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