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Portada de la antología. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 11 de junio de 2014. (RanchoNEWS).- Trazar la inmensa cartografía literaria del Brasil de hoy, a través de una reunión de 21 voces distintas que representan en conjunto la realidad actual de un pueblo que, todo música, barullo y violencia, está en la víspera de no ser otra cosa que futbol durante un mes a partir de mañana, es lo que intenta ser la antología La invención de la realidad, de Paula Parisot, escribe Víctor Manuel Torres para Excélsior desde la Ciudad de México.
En entrevista, la también novelista nacida en Río de Janeiro –autora de La dama de la soledad– explica cuáles fueron los criterios para seleccionar a los 21 escritores, «todos vivos, todos en activo», que conforman la compilación publicada por Cal y Arena y traducida por Regina Crespo y Rodolfo Mata.
Fue muy difícil, un verdadero sufrimiento; nunca pensé que fuera algo que iba a costarme tanto trabajo. Al principio creí que iba a poder incluir a más escritores, pero no tenía más espacio, pero se tuvo que hacer una selección».
En primer lugar, detalla, hubo escritores «definitivamente no podían quedar fuera, porque son autores de gran prestigio, no sólo los consagrados, como los llamados cuatro grandes de Brasil (se refiere a Lygia Fagundes Telles, Rubem Fonseca, Dalton Trevisan y João Ubaldo Ribeiro). Ésos son los grandes que no podían faltar, porque continúan creando».
Pero, continúa Parisot, existe también una generación cuyas edades oscilan entre 50 y 70 años, como Cristovão Tezza, Luiz Ruffato, y también gozan de gran prestigio. «Por ello también tenía que incluirlos, porque eso proporciona al lector un gran panorama de la gente que ha publicado, que tras de sí tiene ya una obra, no es alguien que escribió un libro y se quedó ahí, sino que sigue trabajando».
Y sin pretender olvidar ningún nombre, menciona en ese rubro a varios antologados. «Me viene a la mente Milton Hatoum, Patricia Melo, Elvira Vigna, João Anzanello Carrascoza, uno de los grandes cuentistas brasileños, que además es alguien muy particular, porque escribe sobre las pequeñas epifanías diarias que parecerían muy simples, porque estamos muy acostumbrados a escuchar y leer sobre la violencia brasileña, como lo que hacen Fonseca o Marçal Aquino, pero Carrascoza escribe con un tono muy íntimo; también está Ana Miranda, fabulosa escritora, que nos entregó un cuento acerca de una mujer que va a recibir dos visitas; ese relato está basado, sin mencionar sus nombres, en una visita real que Vinicius de Moraes y Chico Buarque le hicieron a Clarice Lispector.
Todos vivos
Todos los antologados son escritores vivos, asegura Parisot. «Todos siguen escribiendo. No vas a encontrar a Clarice, Machado de Assís, nada, sólo los vivos, para mostrar lo que estamos haciendo hoy en términos literarios en Brasil; esa es la finalidad de la antología. También incluí a escritores jóvenes, de mi generación, porque creí importante mostrar que existe gente menor de 40 años haciendo literatura de calidad».
–¿No ha recibido reclamos de gente excluida?
–Siempre hay, pero no directamente. Este libro además no circuló en Brasil, porque no tenía sentido dar a conocer escritores que en mi país son demasiado conocidos, no tenía sentido, aunque debo decir que la editorial que me publica está tratando de comprar los derechos de Cal y Arena.
Decanos
João Ubaldo Ribeiro (Bahía, 1941): «Él es un gran escritor, pero también un gran periodista, y muy divertido. Tenemos la idea de que la literatura está sólo en los libros y lo que no está en ellos no es literatura. En Brasil la crónica periodística es algo muy arraigado, con gran tradición, muy fuerte; incluso se sabe que Brasil es uno de los países en donde más se publica crónica en los periódicos. Ese mirar lo cotidiano y registrarlo».
Dalton Trevisan (Curitiba, 1925): «Él es uno de nuestros grandes cuentistas. Para mí fue una gran satisfacción tenerlo en el libro, porque es una persona muy inaccesible, difícil: no tiene correo electrónico, no atiende sus llamadas telefónicas, y cruzar datos y llamados con su sello editorial resultó al final como una novela, pero luego, un buen día, llegó a mí, a través de una carta, la autorización de Dalton. Feliz».
Rubem Fonseca (Minas Gerais, 1925): «Para mí, pienso que le aprendí en muchas etapas. Se sentaba a pensar conmigo la literatura; enseña a mirar. Rubem es generoso, te enseña todo lo que sabe, desde cómo se hace una investigación (literaria), pero su gran pasión es la poesía; pienso que fue en ese terreno en donde nos encontramos: nuestro amor a la poesía. Aunque él no es poeta, en México está por lanzarse un libro de relatos cortos con algo de poesía: corto y bruto, eso es Fonseca: él no va a escribir poemas de amor».
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