La parte más creativa de la sociedad, la más libre, crítica, de propuestas, hoy está en sus cuevas, aislada. Está decepcionada con el exterior, por tanto, tiene un trabajo más confinado en sus computadoras, en sus cuartos, mientras los pintores están en sus talleres, explica Sergio Hernández, quien pinta la obra titulada Estampa japonesa, en el taller del restaurador Manuel Serrano, en la Ciudad de México. (Foto: José Antonio López)
C iudad Juárez, Chihuahua. 23 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).-Es mucho más fácil pintar una papita frita que una placa de plomo; además, se gana más. No obstante, «son conceptos y todos son válidos. Todos cabemos», explica Sergio Hernández (Santa María Xochistlapilco, Oaxaca, 1957), quien eligió hacer obras en plomo, 21 de las cuales (18 en lámina de plomo y tres esculturas o repisas elaboradas con ese metal) se exhiben desde el jueves en el Centro de Cultura Casa Lamm. Merry MacMasters reporta para La Jornada.
Se trata de una pequeña muestra de lo que el artista exhibió hace dos años en el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), fundado por Francisco Toledo, en San Agustín Etla, Oaxaca, y el año pasado en el Museo de Arte Moderno en Bogotá, en el Palazzo delle Esposizioni en Roma, y en el Laberinto de Franco María Ricci en Parma.
Aislamiento del arte
Para Hernández el arte experimenta actualmente una forma de aislamiento, de estar más al margen de la sociedad. «No estamos en una época en que Diego Rivera pintaba los grandes murales, o que los artistas queríamos incidir en la sociedad. Hoy la parte más creativa de la sociedad, la más libre, crítica, de propuestas, está en sus cuevas, aislada. Está decepcionada con el exterior, por lo tanto tiene un trabajo más confinado en sus computadoras, en sus cuartos, mientras que los pintores están en sus talleres. De vez en cuando como que protestamos, sin embargo no hay esa conexión ya».
Desde que Sergio Hernández egresó de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, en 1980, con premios, el cambio en el mundo del arte ha sido brusco e «inesperado».
Añade: «Es muy agresiva la sociedad de consumo y complejo el mercado del arte. He estado solo 20 años, ni siquiera he necesitado de ir a las ferias ni de exponer. Solitos los patos vienen a tomar agua aquí. También me ha evitado meterme en una dinámica de estrés, de producción, aun así produzco.
«El cambio ha sido para la mayoría mal y para pocos bien. Pienso que pocos son los artistas que viven de eso; la mayoría la padecen y la sufren, sobre todo en el campo de las artes escénicas. Desde hace 80 años en Oaxaca no hay un templete para ejercer la danza. Los bailarines tienen que pedir caridad, que les den permiso en un lugarcito para bailar».
Respecto de la pintura, «se ha hecho todo un mercado de la artesanía en que tanto lo privado como lo político hacen negocios con la producción de la artesanía del arte en Oaxaca. La artesanía tradicional ha quedado desplazada por la artesanía de la pintura que tiene otro valor más cotizado, en que tanto galerías como políticos y familiares hacen negocio con artistas para comprarse esculturas y ponerlas en las plazas. Entonces, es un nivel muy bajo. No es tanto el artista, sino el político que convence a este artista para poder hacer negocio.
«Como muestra está el negocio que se hizo con el estacionamiento para lo que iba a ser el centro de convenciones. Lleva como tres meses abandonado, no entra ningún coche. Sin embargo, se gastaron buen dinero para ganar dinero allí. Son actos de corrupción terribles. El tema es que el arte o la creatividad se ve mermada por los negocios, el dinero y la especulación. Siempre habrá creadores que no podrán entrar en eso porque sus trabajos lo impiden».
Entrevistado en el taller del reconocido restaurador Manuel Serrano, donde ha realizado la totalidad –90– de sus placas de plomo, Hernández habla de este proceso que comenzó hace tres años y ahora está por concluir. Todo empezó con su interés por el blanco como color para pintar. De la placa de plomo sale el blanco de plomo, el más profundo, que los pintores clásicos usaban de fondo para dar más luminosidad a los colores que iban encima.
Sobre sus cuadros en los que sustituyó la tela por el plomo, Hernández sostiene que aquí la naturaleza hizo todo. Es decir, la impresión es el resultado de presionar una especie de botánica –flores, hojas de palma, semillas– entre dos placas de plomo, con mucho vinagre y agua de lluvia de la Ciudad de México.
Descubrió por accidente que el agua de esta urbe es la más contaminada de plomo en el mundo. De allí que produce un blanco de lo más puro.
En una época en que no se habla tanto de belleza, sino de propuestas, especulación y mercado, Hernández deja que el azar dicte el cuadro, aunque reconoce que uno tiene un deseo y procura transmitirlo.
El 4 de abril abrirá la exposición Sergio Hernández, el inventor de mapas: nuevos códices mixtecos, en el Hospital de La Santa Caridad, en Sevilla, España.
Sergio Hernández, pasión naturante, curada por Giorgio Antei, será inaugurada hoy a las 19 horas en el Centro de Cultura Casa Lamm (Álvaro Obregón 99, colonia Roma). Antes, a las 180 horas serán presentados dos volúmenes del pintor, Códice Hernandino-Mixteco y Hernández: tres pasiones, publicados por Franco Maria Ricci.
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