Ferrocarril mexicano por Orizaba (Orizaba Mexican R.R.), ca. 1908, placa seca de gelatina, Fondo: C.B. Waite/ W. Scott, autor: Winfield Scott, fotografía incluida en el libro Imágenes en el tiempo y en la exposición del mismo nombre montada en el Museo Nacional de las Culturas, en el Centro Histórico. Se trata de un recorrido en blanco y negro por la historia nacional, mediante unos 300 trabajos en plata sobre gelatina, seleccionados de un universo de casi un millón. (Foto: Secretaría de Cultura federal/ INAH/ Sinafo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 24 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).- Un viaje al pasado en blanco y negro gracias a la magia de la plata sobre gelatina es abierto entre páginas que resguardan casi 300 fotografías con las que la Fototeca Nacional celebra su 40 aniversario. Alondra Flores Soto reporta para La Jornada.
Son Imágenes en el tiempo, libro que se presentó el pasado miércoles en el Museo Nacional de las Culturas, donde a la par se inauguró una exposición homónima para mostrar un fragmento de ese acervo.
Un camino de madera se extiende hacia un horizonte acuoso, como una invitación a sumergirse entre aguas sepias. La fotografía del muelle a orillas del lago de Pátzcuaro, en Michoacán, ilustra la portada del libro que invita a conocer el paisaje, la cultura y la historia de México que ha quedado impresa por la lente de los fotógrafos, de 1847 a la época actual.
Referente de la historia nacional
Durante la presentación la tarde del miércoles, Diego Prieto Hernández, titular del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dijo que el compendio de imágenes celebra cuatro décadas de labor, desde que fue creada la Fototeca Nacional, en noviembre de 1976, y constituye un balance creativo.
La institución se inició con el Archivo Casasola como primer acervo y hoy posee 43 colecciones y más de 900 mil registros fotográficos, que abarcan de 1847 a la actualidad. La labor continua es de catalogación, conservación, difusión, servicios de consulta y modernización tecnológica del patrimonio visual de nuestro país, la memoria histórica en imágenes.
«El 40 aniversario de la Fototeca Nacional que celebramos desde el año pasado nos brinda la oportunidad de valorar la fotografía como referente fundamental de la historia nacional», explicó el funcionario.
Acompañado de Susana Casarín, responsable de la edición, y de Juan Carlos Valdez Marín, director del Sistema Nacional de Fototecas, detalló que la publicación del INAH emerge de un esfuerzo colectivo que comenzó hace un año, como parte de los festejos.
«No es un libro que hable de la historia de la fototeca. No habla de las colecciones propiamente, ni mucho menos de los 2 mil 700 autores registrados en el acervo. Es un libro de divulgación que desea transmitir a un público amplio la riqueza de las imágenes que se resguardan».
Texto e imagen: sinergia plena
Retrato, Arqueología, Arquitectura, Movimientos sociales, Vida cotidiana, Paisaje y La fotografía contemporánea son los siete ejes temáticos de estos casi tres centenares de imágenes, seleccionadas de un universo de casi un millón, que están acompañadas de textos de especialistas como Rosa Casanova, Antonio Saborit, Salvador Rueda, Arturo Balandrano y Julieta García, además de un prefacio de Rafael Tovar y de Teresa (1954-2016). «El texto y la imagen crean un sinergia plena».
Un aguador cargado de cántaros de barro, es de los primeros que recibe al visitante en la sala del museo ubicado en Moneda 13, Centro Histórico. La fotografía de 1890, de la colección Étnico, es una de las 25 piezas seleccionadas para ser impresas en formato amplio y mostrar al público estas imágenes en el tiempo.
Más adelante, Diego Rivera marcha contundente escoltado por activistas y banderas del Partido Comunista Mexicano. Se trata del cortejo fúnebre del revolucionario cubano Julio Antonio Mella, registrado por Agustín Víctor Casasola en 1929. Chichen Itzá o las aguas de la calzada de La Viga son parte de este viaje, con algunas imágenes más contemporáneas, como las de Carlos Jurado.
Las vías del ferrocarril se abren paso entre los montes, mientras el Pico de Orizaba emerge imponente, nevado. Así como la pareja que avanza sobre las vías, el público lo hace por una historia escrita con imágenes.
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