C iudad Juárez, Chihuahua. 7 de junio de 2017. (RanchoNEWS).- Este templo no preside la Acrópolis de Atenas sino la ciudad alemana de Kassel. Sus columnas no son de mármol, sino de libros prohibidos en el pasado en algún lugar del mundo, todo un alegato de la argentina Marta Minujín contra la censura, informa la agencia AFP desde Kassel.
«El Partenón de los Libros», una instalación artística monumental, se perfila como la principal atracción de Documenta, la prestigiosa cita de arte contemporáneo que se celebra cada cinco años desde 1955 en Kassel.
La obra de la artista plástica argentina reina en una de las principales plazas de esta ciudad del centro de Alemania. Minujín, una rubia platino, de 74 años, y emblema del pop art en Sudamérica, la considera su creación «más política».
Cuando faltan unos días para la apertura de Documenta, prevista para el sábado, un equipo de cooperantes, equipados con cascos, se ha puesto manos a la obra delante del frontón del templo efímero.
A la sombra de un olivo plantado en una maceta, un ejemplar de la novela El primer círculo, del disidente soviético Aleksandr Solzhenitsyn, espera su turno. En unos minutos una grúa lo sube a lo alto de una de las 46 columnas de este Partenón constituido por una armadura metálica tapizada de libros.
Junto a la novela del escritor ruso destacan libros como la Biblia, El gran Gatsby, Los versos satánicos, Las aventuras de Tom Sawyer o Sherlock Holmes.
Censura
La lista de obras otrora censuradas parece un inventario.
Todos los libros se meten en una funda de plástico para protegerlos de las caprichosas inclemencias del tiempo. Luego los fijan a la armadura que reproduce la obra maestra arquitectónica del siglo V antes de Cristo.
«Tiene exactamente la misma dimensión que el Partenón: 70 metros de largo por 31 metros de ancho y 10 metros de alto», explica a la AFP uno de los comisarios de la muestra, Pierre Bal-Blanc.
En la Friedrichsplatz de Kassel, la instalación artística reproduce –añade– la posición del Partenón en la Acrópolis.
«Desde aquí se tiene el mismo punto de vista que cuando se está delante de los Propíleos», la entrada monumental a la Acrópolis, explica. «Su orientación, un poco en diagonal, hace que su presencia sea mucho más impresionante porque se ve en perspectiva y no frontalmente».
«El Partenón de los Libros» se vuelve un símbolo estremecedor en Alemania (por su pasado nazi), y se ha levantado en el mismo sitio donde en 1933 los esbirros de Adolf Hitler quemaron las obras de autores judíos o marxistas.
Que en Documenta se eche mano a la Grecia antigua no es pura casualidad. Esta institución mundial del arte contemporáneo, que atrajo a 905.000 visitantes en 2012, se desplazó por primera vez en su historia a Atenas. Desde el 8 de abril, la capital griega, con su escena artística 'underground' en plena emergencia, vive al ritmo de las exposiciones, conciertos, películas y performances.
100.000 libros
Diecinueve estudiantes de la universidad de Kassel elaboraron la lista minuciosa de los libros prohibidos. Un trabajo colosal: 70.000 obras desde «la reforma protestante hace 500 años, pasando por la Sudáfrica bajo el 'apartheid'», detalla el historiador del arte Florian Gassner.
Establecer que un libro fue censurado no es tarea fácil. «En la RDA, por ejemplo, las autoridades no hicieron una lista», añade Gassner, mientras camina entre las columnas del Partenón de los libros. «Lo que pasaba es que en el momento en el que un autor quería imprimir su obra, de repente no quedaba papel», explica.
Fueron seleccionadas 170 obras para integrar el Partenón. La artista Marta Minujín –siempre con gafas de sol, así llueva– hizo un llamamiento para juntar miles de copias, sobre todo de El código Da Vinci, El Principito o Las flores del mal. Objetivo: 100.000 libros.
No habrá ejemplares de «Mein Kampf» (Mi Lucha) de Hitler, que se ha quedado fuera del Partenón como todas las obras que incitan al odio racial.
Algunos expertos en arte hacen muecas cuando pasan delante del Partenón por no ser una obra original. Hace 34 años, después de la caída de la junta militar argentina, la misma artista edificó un templo de libros para denunciar la censura impuesta por la dictadura.
En Kassel, la recogida de libros continuará durante el tiempo que dure Documenta, es decir, hasta el 17 septiembre. Luego se repartirán entre el público y se desmontará el monumento.
El Partenón de los libros es «un proyecto monumental pero inmaterial», concluye Pierre Bal-Blanc. «Desaparecerá como ha aparecido», subraya.
REGRESAR A LA REVISTA