Portada del libro. (Foto: Planeta)
C iudad Juárez, Chihuahua. 27 de junio de 2017. (RanchoNEWS).– Celosamente habíamos conservado en el tintero de la Redacción de la revista una nota publicada en El Mundo el 23 de noviembre del año pasado sobre el libro «Sangre en los estantes» de Paco Camarasa, en la que Luis Alemany hace una selección de la opinión del autor sobre los principales autores de ficción criminal de esta obra que es una suerte de atlas.
A manera de contexto comenzamos primero con la nota de la agencia EFE, fechada en Barcelona el mismo día, sobre la presentación del libro:
El librero Paco Camarasa, que hasta 2015 comandó la barcelonesa librería Negra y Criminal, ha presentado este miércoles «Sangre en los estantes», una suerte de atlas en el que traza, de la A hasta la Z, la historia de la novela negra, con sus grandes nombres, sus aportaciones o las diferencias por países y culturas.
Rodeado de amigos, en el local que acogió su establecimiento entre 2002 y 2015, en pleno barrio de la Barceloneta, Camarasa ha reconocido que hacía tiempo que sentía la necesidad de armar un libro de divulgación como el que acaba de publicar en Destino. La obra reivindica el género desde la primera línea y lo considera en el «centro de la narrativa contemporánea», un espejo de lo que ocurre en la realidad.
Reconociendo que lo ha redactado muy en primera persona, el comisario del ciclo de novela negra BCNegra tanto menciona que el inicio hay que situarlo en 1841, cuando Edgar Allan Poe escribe en el Graham's Magazine de Filadelfia el relato Los crímenes de la calle Morgue, al que posteriormente se sumarían otros «iniciando una forma de analizar la realidad», como cuenta anécdotas vividas con autores de primera línea.
Aunque hoy no ejerza como librero, ha dejado claro que es lo que mejor le define, lo que le permite «explicar con amplitud los temas, los personajes, la riqueza del género» en la obra. El oficio le ha llevado, asimismo, a codearse con los grandes de las letras negras, desde extranjeros como los norteamericanos Donna Leon («sin acento en la o»), James Ellroy o Michael Connelly, a los españoles Francisco González Ledesma –el jefe de la banda– y Alicia Giménez Bartlett, quien ha dejado escrito que Paco lo conoce todo sobre este ámbito. «Y encima, tiene criterio. Y encima, es humilde. A veces me resulta irritante, la verdad», confiesa la Bartlett.
Camarasa, a la vez, durante años no ha parado de hablar con los lectores que se acercaban hasta la calle de la Sal, a los que ha prescrito todo tipo de obras y les ha aconsejado sobre lo que les podía gustar, conociendo sus aficiones. «Mi situación ha sido de privilegio –ha subrayado– y he tenido la oportunidad de conocer libros y personas, divulgar un género que quiero mucho y que me ha hecho más sabio. Sin haber viajado nunca a Sudáfrica, Pekín o Shangai son lugares que conozco gracias a los libros».
Tampoco olvida en estas páginas a los clásicos como James M.Cain, Raymond Chandler, Dashiell Hammett o sir Arthur Conan Doyle, creador de un detective que en la historia de la literatura ha colocado al lado de El Quijote o Hamlet. En el capítulo de las anécdotas ha desvelado que James Ellroy una lluviosa y fría tarde de febrero de 2010 estuvo en Negra y Criminal, tras conceder varias entrevistas de prensa, y, una vez despojado de su sombrero y su Montgomery negro, lo observó todo, «cabeceó afirmativamente alguna vez, incluso creo que esbozó una sonrisa –o algo parecido–, se dirigió a la librera (es un tipo inteligente y astuto) y le dijo: Me gusta. Os la compro».
Al final del volumen incluye a los «nuevos nueve novísimos» españoles del género negrocriminal, escritores que, a su juicio, dentro de unos años seguirán contactando con el lector y llegando a los anaqueles de forma regular: Víctor del Árbol, Juan Ramón Biedma, Berna González Harbour, Toni Hill, David Llorente, Alexis Ravelo, Dolores Redondo, Rosa Ribas y Carlos Zanón.
Al terminar la presentación, contundente, Paco Camarasa ha sostenido que la novela negra «está absolutamente viva". "No creo que el capitalismo deje de hacer barbaridades», ha concluido, antes de recibir un aplauso de los congregados.
La selección de Alemany
«Sangre en los estantes» (Destino) es el legado de Paco Camarasa, el gran librero, crítico y animador de la ficción criminal en España. En 450 páginas, explica el valor y las pistas de entrada a la obra de más de 100 escritores. Y, por el camino, el «sheriff» de Negra y Criminal cuenta también su vida de lector apasionado. Selección: Luis Alemany
Ambler y las novelas de espías sin espías. «Era antifascista y pacifista en tiempos de tambores de guerra. Ambler (1909–1998) hizo lo que sabía, escribir, para señalar que la guerra no era la solución. Sus personajes son espías sin haberlo querido, normales como usted o como yo, que hacen lo que deben».
Benjamin Black y un Jameson a las once de la mañana. «Su personaje, Quirke, es viudo, alto e impaciente, corpulento y melancólico y prefiere el whisky a una conversación insulsa. No es su cometido pero su curiosidad hace que no pueda permanecer al margen de las injusticias que se pudren. Quirke es Quirke, no sé su nombre propio».
Borges y Bioy Casares. Buenos lectores, buenos directores de colección. «Ambos eran más bien devotos de la novela enigma: eran gente de orden. Hay que averiguar y descubrir al culpable, sin bajar la calidad literaria, y llevarlo ante la ley».
William R. Burnett el chico de la novela es el malo. MALO. «La estética y el realismo hard–boiled. La historia, esta vez, nos la cuentan los delincuentes. No se habla de los delincuentes sino que las novelas adoptan su punto de vista. Hay violencia por todas partes pero también acuerdos con los rivales, con el fiscal y con la policía».
Camilleri ese viejo mar, ese hombre sabio. «A Camilleri, y por lo tanto a Montalbano, le interesa más, disfruta más en el proceso de investigación para encontrar la verdad que de la verdad en sí misma. Esa investigación de Camilleri se llevará desde la transparencia y la honestidad con los lectores».
Raymond Chandler, llegó tarde pero menos mal que llegó. «Sabemos que el investigador privado es una exageración, una fantasía. De hecho, Chandler no había conocido más que a un detective privado en la vida real, y le cayó fatal. 'El detective privado de mis novelas es pura imaginación y así es como debe ser', afirmó».
Doña Agatha Christie y lucrecia de borgia. «Los personajes de Agatha Christie constituyen toda una comunidad criminal: ricos con mujer, amante, hijos sobrinos, yernos o nueras, amigos rentistas, militares jubilados y sirvientes. Muchos sirvientes. Christie, que había pasado su infancia entre ellos, sabía que solían ser observadores privilegiados».
Sir Arthur Conan Doyle el autor celoso. «Conan Doyle deseaba que sus libros se leyeran masivamente, pero por un motivo distinto del que llevó a los lectores y lectoras a hacerlo. Ésa era su contradicción: fue masivamente leído como autor de género negrocriminal pero afirmaba públicamente: 'Yo no escribo novela negra'».
Daeninckx, Jonquet, Manchette y Vilar mayo del 68 tuvo la culpa. «El neo–polar consistía en llevar las intenciones políticas, derrotadas en la realidad, a la ficción, a la literatura. El neo–polar denunciaba al poder, la sociedad de consumo, a los que traicionaron el movimiento».
Dürrenmatt y Sciascia la coartada literaria. «Friedrich Dürrenmatt y Leonardo Sciascia escriben novelas que entran dentro de nuestro género, que utilizan la técnica policial pero no los estereotipos creados por otros autores. Ambos comparten un convencimiento sólido sobre que la literatura tiene un peso moral sobre los acontecimientos».
James Ellroy cuando no quiso comprar la librería. «Estábamos algo intranquilos debido a su fama de hombre distante, irascible y poco amable. Decían que era bravucón y malcarado. Era el último día de una gira que le había llevado por toda Europa, desde Helsinki hasta Lisboa. Una vez despojado del sombrero y de su Montgomery negro, observó la librería y sus rincones, cabeceó afirmativamente alguna vez, incluso creo que esbozó una sonrisa –o algo parecido–, se dirigió a la librera (es un tipo inteligente y astuto) y le dijo: 'Me gusta, os la compro'. Después hablamos de libros, pasó por la mesa de novedades y comenzó a señalar libros y a decir que eran muy malos. En nuestra mesa de recomendados salvó a Chandler y señaló la pila de ejemplares de Sangre vagabunda que venía a firmar: 'Este es el mejor libro de los que tenéis'. Le enseñamos un título de Edward Bunker con una faja y una frase suya. Aceptó que era un libro bueno, pero no como los suyos. Había dos libros más con frases laudatorias suyas: 'No los he leído, no los leeré. No son buenos'».
Karin Fossumuna de las pruebas de la existencia de nórdicos antes de Larsson. «Fossum habla de personas normales que hacen cosas normales y a las que un encadenamiento de circunstacias o casualidades las hacen asesinar. Pero no son asesinos. Hay personas malas, pero no malvadas. [...] Las novelas de Fossum son lentas pero no aburridas. En ellas hay poca acción, poca violencia: lo justo para asesinar. No hay técnicas forenses ni investigaciones científico–técnicas, sino introspección».
Jaume Fuster el primero pero en catalán. «Fuster pensaba que la normalización del catalán implicaba que fuera una lengua en la que se pudiera escribir todo tipo de géneros, no sólo narrativa culta, original o traducida, sino también lo que se consideraba literatura de evasión y literatura popular. Aspiraba a ser una cultura normal, como cualquier otra cultura europea, a ampliar los lectores para el idioma catalán y ganar lectores de género».
Arjouni el turco que sólo sabía alemán. «Combatió el aburrimiento escribiendo una novela. Allí nació Kemal Kayankaya, un detective triste y solitario que termina metiéndose en mil líos y que es rechazado por los alemanes por su aspecto turco. Arjouni (1964–2013) fue siempre precoz, publicó ¡Happy Birthday, turco! con 21 años».
García Pavón, El único policía del franquismo que nos gustó. «Sus novelas eran limpias, sin maldad ni retorcidos problemas psicológico. Eran novelas de suspensión, como llamaba al suspense e autor. Plinio es más miss Marple que Poirot. Más Maigret que Harry Hole. Investiga desde asesinatos a robos de jamones».
Alicia Giménez Barltlett, abriendo camino. «Giménez–Bartlett, en su línea transgresora, da la vuelta al binomio tradicional de Holmes Watson. Aquí Sherlock es una mujer divorciada, urbanita y mal hablada, quizá no muy brillantemente perspicaz pero persistente y trabajadora».
Francisco González Ledesma El jefe de la banda. «Pasó de escritor de novelas en formato popular a abogado de la editorial Bruguera. Lo dejó cuando le tocó comenzar a apretar con los contratos a sus antiguos compañeros de oficio. [...] Lo llamé «el jefe de la banda por sabiduría, por edad y por aceptación del resto de escritores y escritoras. Tuvo éxito esa denominación».
Holmes El hombre que nunca existió pero nunca morirá. «No ha habido un personaje que haya crecido tanto en el contacto con los lectores y las lectoras y con otros creadores que han trabajado con él. El Sherlock Holmes que ha llegado a nuestros días tiene tanto de la idea original de sir Arthur Conan Doyle como de los aportes que cada generación ha ido incorporando».
Dashiel Hammett cosecha roja, novela negra. «Cambió el punto de vista y la forma de narrar el crimen, que no estaba sujeta a la maldad congénita humana, sino que obedecía a causas concretas. No es aún novela negra pero es a partir de Hammett que existe la novela negra».
Patricia Highsmith Perversa, mala, seductora y fascinante. «No hay en nuestras estanterías relaciones más complejas que las establecidas por las parejas de sus obras, unidas por la repulsión que se inspiran e incluso por un odio. Pero ese odio, demasiado a menudo, encierra atracción y algún tipo de amor».
Chester Himes, el marido de la rubia. «Policías negros para hacer respetar las leyes de blancos en Harlem. Leyes que ellos saben perfectamente que es posible que funcionen en otros lados, pero no en Harlem, el gran protagonista de la serie».
Indridason con I de islandia . «No hay tradición literaria. Por no haber no hay ni asesinatos en Islandia.Apenas dos o tres al año. Indridason tiene que echar mano de la imaginación con el reto de hacer una novela realista. No puede haber una trama compleja. La verosimilitud se apoya en la creación de los personajes».
Julian Ibañez Los maditos españoles. «Nadie ha descrito como Julián Ibáñez esos personajes que habitan entre nosotros aunque no los veamos. Personajes capaces de distinguir si un carajillo es de Terry, de Felipe II o de Tres Cepas».
Jean Claude Izzo es Marsellla. «Los bajos fondos locales ya han sido globalizados. Marsella es el territorio donde los genoveses y la Camorra discutirán sobre sus cuotas de mercado y sus economías de escala. Montale, su policía, se mueve en un contexto de racismo, extrema derecha y corrupción de unos políticos que quieren convertir Marsella en una metrópoli de negocios y de turismo de mala bullabesa».
James P.D., una de las baronesas. «Desde el primer momento, James pone al día la novela enigma, dotándola de mayor profundidad psicológica. Aporta un retrato de la complejidad de la condición humana basado en una construcción detallista y meticulosa».Mari Jungsdtedtuna de las damas suecas del crimen. «Su protagonista es un policía dubitativo que se enfada cuando no avanza el caso.No es alcohólico ni tiene un pasado oscuro y extraño.Por el contrario, tiene familia y no sabe pelear, pero sabe escuchar».
Keer, Bernie Gunther y el narzicrime. «Philip Kerr admira a Raymond Chandler, es su escritor preferido. Le confesó a Antonio Lozano que 'Chandler describe lo ordinario de forma electrizante'. Decidió tomar a Marlow y situarlo en el Berlín nazi de 1936. Pero en Berlín se llama Bernie Gunther, es viudo y tiene 38 años. Una investigación de un robo de joyas le hará navegar entre las garras de Goering y de Himmler».
Yasmina Khadra, el sur del mediterráneo llamado África. «En ocasiones se confunden las víctimas y los verdugos y no es fácil saber dónde están el bien y el mal. Por eso hay que mostrar el jeroglífico poliédrico de la sociedad argelina, la que hizo, en 1962, una de las revoluciones más admiradas».
Larsson La que ha liado. «Tras la trilogía Millennium hay un periodista pero también un buen lector. Dicen los que lo conocieron que era idealista, inseguro, humilde, sistemático. Xavier Vinader, que, como Stieg Larsson, formaba parte de una red que estudiaba el auge del fascismo y el racismo, decía de él que era 'un ordenador con patas' y que, cuando lo conocías más, era un tipo divertido. Era un curioso impenitente, compulsivo y nervioso».
John Le Carré contra Karla leíamos mejor. «En las novelas de Smiley encontramos los temas preferidos de Le Carré: la traición y su variante, el doble juego. Pero también el deterioro de las instituciones, la burocratización de los que antes eran lichadores y la decadencia del imperio. Smiley es un hombre contradictorio: lleno de fe pero desengañado, retorcido y cándido, inteligente pero inseguro».
Donna Leon, Sin acento en la o. «La mayoría de sus casos se cierran en falso porque los verdaderos culpables son los poderosos, los que se sientan en los consejos de ministros o en los consejos de administración. Hasta ahí, la ley no llega. Su policía, Brunetti, es feliz. Es poco habitual, pero como Leon dice, 'un carnicero puede ser vegetariano'».
Martín y Madrid, los año 80: Madrid y Barcelona. «Desde el principio los han confundido una y otra vez. Han sido Andreu Madrid y Juan Martín. Madrid y Barcelona. Juan Madrid y Andreu Martín tienen además, otro punto en común: son unos excelentes narradores orales. Para entender el presente de la novela negrocriminal española, aquí y ahora, hay que leer una buena parte de su obra».
Mankel Kurt Wallander, el descubrimiento de Suecia. «Nos gusta todo de Mankell, pero, sobre todo, su capacidad de observación, la creación de personajes, la reflexión sobre su comunidad y sus tramas, que son más importantes que la resolución. No sabe resolver las escenas de acción, como le ocurre en Los perros de Riga o El hombre sonriente. No nos importa».
Petros Márkaris, El mejor abrazo. «Pocos como Márkaris han explicado el auge del racismo y la xenofobia y las causas que lo hacen subir como la espuma. En Grecia se llama Amanecer Dorado, en Francia, Le Pen y en Alemania, Pegida. A través de Jaritos, Márkaris nos hace acompañarle en la nueva época. Antes, el crimen era la excepción y hoy forma parte de la sociedad. No hay asesino que descubrir para restaurar el orden».
Mclvanney El escocés. «Mclvanney nos daba una novela bien escrita, con toques poéticos, densa, que rompía los esquemas del género british tradicional. Conocemos al asesino desde el primer capítulo. Pero no es sólo la policía quien investiga. En una ciudad como Glasgow no todo el mundo confía en la policía».
Nesbø El último nórdico. «De madre librera, quería ser futbolista pero una dolorsa rotura de ligamentos lo impidió. Después de un trabajo agitado en la bolsa y de liderar una banda de rock, Di Derre (Más agitación), toma un avión para Australia con su ordenador portátil, para descansar de una gira agitada durante seis semanas. Ciando vuelve a Oslo, tiene una novela esctrita y, sobre todo, un personaje, Harry Hole».
Malla Nunn, Esa dura realidad llamada sudáfrica. «Malla Nunn ha visto traducidas tres de las cuatro novelas que ha publicado, Escritas ahora pero hablando de los ingleses, los afrikaners y las distintas tribus negras de los años 50. En ellas, hace una disección de las penurias de un país dominado por el rencor, el odio, el racismo y el miedo».
Ampuero y Díaz Eterovic, Chile despúes de Pinochet. Como en España, tras la dictadura, aparecieron los primeros detectives enfrentándose al poder: Heredia (el sabueso de Díaz Eterovich) y Cayetano Brulé (creado por Roberto Ampuero) ennajes son espías sin haberlo querido normales.
Orsilos premios literarios sirven para algo. «Siempre he defendido los premios literarios. El título de este apartado es de Guillermo Orsi porque, gracias a un premio literario, el Umbriel–Semana Negra, en su segunda y última edición, comenzó a publicar en España, en 2004, con Sueños de perro. Algunos dicen que hay demasiados festivales y que hay demasiados premios de novela negracriminal. No oigo que nadie proteste por la cantidad de festivales musicales o cinematográficos, de maratones o de medias maratones».
Padura conocer La Habana sin haber pisado la isla. «Mario Conde, su policía, tiene, fundamentalmente, una cualidad: es un hombre decente y coherente. Tiene unos principios que son inamovibles a lo largo de las distintas situaciones en las que transcurren sus novelas, que siguen los cambios de la sociedad cubana. Forma parte de una generación, la misma que la del autor, que se desencantó, pero porque antes había creído firmemente. No se parece en nada a ningún policía real, ni cubano ni de otro país, pero es muy creíble como intérprete de la realidad cubana».
Anne Perry, con la p empieza pasado. «A nosotros y nosotras, lectores del siglo XXI, la autora tiene que sumergirnos en el Londres de 1850. Hacérnoslo verosímil. Para los coetáneos de Wilkie Collins, ese Londres era real. Se mata por miedo o por ira ante las injusticias. En sus novelas, la muerte siempre es rápida. Nunca es lenta y dolorosa. El ensañamiento, cuando lo hay, es posterior».
Pelecano, Price y Lehane, unidos por The wire. «Los tres sustituyen las verdes praderas, los horizontes amplios y lejanos, por las grandes avenidas y los callejones oscuros de las grandes ciudades. Los tres hacen novela negra realista pero también western urbano. Los tres hacen novelas masculinas pero no machistas. Los barrios que describen son barrios empobrecidos pero de una moralidad convencional y una ética conservadora, donde los hombres tienen el protagonismo de la calle y en la calle.
Edgar Allan Poe, El nunca lo supo. «Nosotros leemos a Poe ahora, cuando ya sabemos que existen Shelock Holmes, Marlowe y estamos llenos de imágenes. Pero él estaba creando sin ninguna tradición, desde su imaginación fructífera y creativa. Intenten imaginar la sorpresa de los lectores y lectoras del Graham's Magazine. Siempre me he preguntado: ¿sintieron que estaban leyendo algo excepcional?».
Qiu Xialong No es fumanchú. «Como buen chino, siempre sonríe. Es amable, habla en voz muy baja y, cuando ha venido por la librería, nos ha traído algún regalo: un té especial, un pañuelo para la librera... Hablamos mucho de Pepe Carvalho y Vázquez Montalbán, al que conoció antes como poeta que como novelista. Con la mirada pícara que lo caracteriza, me explicó que sus libros de poemas se venden mucho menos que sus novelas negrocriminales. Por eso, para ser leído como poeta, introduce sus poemas en las novelas de Chen Cao. Nunca le he dicho que, cuando hay un poema o un sueño en una novela, me los salto».
Rankin el de Edimburgo. «Edimburgo es una ciudad más gótica que criminal, con sus castillos y sus edificios señoriales. Pero, también, con la tradición de ladrones de cadáveres que obligó a tener el único cementerio del mundo con torreón de vigilancia. La ciudad da el nombre de una novela de Sir Walter Scott a su estación central: Waverley. 'La economía, las drogas, la corrupción, el racismo... El mejor formato para abordar estos temas es la novela negra y, para mí, el marco idóneo es Edimburgo', confiesa Rankin».
Robert K. Ressler, Hay asesinos sin móvil. «Ressler creó dos grandes grupos de asesinos en serie. Los organizados, que planifican detalladamente».
Rosa Ribas, Adiós a la novela histórica. «Ribas es una ortodoxa. Escribe como las mejores sobre temas nuestros, aunque sean de tiempos pasados. Es la narradora que necesitamos para protegernos de la dura realidad de los noticieros y los periódicos. Las peripecias investigativas y personales de sus protagonistas, Cornelia Webwer–Tejedor y Ana Martí, se leen con facilidad y relajadamente. Frente al mal absoluto necesitamos, en ocasiones, criminales torpes. En sus libros no hay sorpresas ni truculencias narrativas. Son, ni más ni menos, buenas novelas».
Soriano, uno de los argentinos. «Buenos Aires es la capital de la novela negra y policial de latinoamérica. Ya lo fue a mediados del siglo pasado. El Séptimo Círculo, pero también las colecciones populares como Rastros, Malinca o Tor inundaban con sus portadas mal dibujadas, como en los buenos pulp, las librerías de Buenos Aires. Y había otras más austeras en el diseño como Evasión o Serie Naranja. Eran, fundamentalmente, traducciones. Había traductores que trabajaban tanto que hasta tenían seudónimos. Hoy, las traducciones vienen de España y las no traducciones también».
Smith y el gol de Iniesta. «Martin Cruz Smith ha escrito ya ocho novelas con Andy Renko, aunque mucho me temo que el párkinson que le afecta desde hace años no le permita muchas más. Y es una pena porque Arkadi Renko, como Pepe Carvalho o Martin Beck, como todos los buenos personajes, es un excelente vehículo literario para explicar la evolución y los problemas de la antigua Unión Soviética, ahora la Rusia corrupta de los nuevos ricos».
Lorenzo Silva, si Lorca Levantara la cabeza. «Una de las características de la narrativa de Lorenzo Silva, tanto en la generalista como en la negrocriminal, es la buena caracterización de los personajes secundarios. En las de Bevilacqua y Chamorro las novelas ganan en solidez, consistencia y agilidad narrativa conforme avanza la serie. Además, en cada libro cambian los métodos y los instrumentos de investigación. Cada libro presenta casos más complejos, con más planos y ramificaciones. Eso sí, algo no cambia: 'Todas mis novelas están construidas a partir de la víctima'. Sus novelas podrían ser consideradas de procedimiento, pero no de police procedural sino de procedimiento benemérito».
Georges Simeon, el gran desconecido. «Maigret no es un policía extraordinario. No tiene sentido del humor. Pero tiene paciencia, mucha paciencia. Es más reservado que antipático. Es un investigador tenaz, con corazonadas que transmite a su equipo. No es un solitario. Maigret es, sin duda, el personaje que más bares, restaurantes y casas de comidas ha visitado».
Sjöwall y Wahlöö, Esos suecos imprescindibles de nombre impronunciable. «'Sigo siendo una mujer de izquierdas, aunque dejé el Partido Comunista y la militancia después de la invasión soviética de Checoslovaquia'. Maj Sjöwall cuenta que Per Walhöö estaba muy enfermo los últimos cuatro años pero que una de las cosas que más le dolía era saber que se iba a morir sin poder ver la muerte de the bastard que era como él llamaba a Franco».
Rex Stout, el primo americanio. «Rex Strout estaba vetado en la sociedad holmesiana de los Irregulares de Baker Street de Nueva York, porque en enero de 1941 pronunció una charla que indignó a sus miembros. Citando párrafos de las Sagradas Escrituras, es decir, del Canon, demostró que Watson era una mujer. Es más, demostró que Watson era, en realidad, la esposa de Sherlock Holmes y se llamaba Irene Watson».
Taibo II, días de comabate. «En sus novelas siempre hay un par de historias que se cruzan y, siempre, Héctor Belascoarán, en la mejor tradición de la novela negra, enseña los rincones oscuros de la compleja sociedad mexicana, Esos lugares, sonidos y personajes que no llegaremos a conocer nunca aunque viajemos cada año a México. Somos turistas. Donde no llega el detective, llega la periodista Olga Lavanderos, el otro personaje creado por Paco Ignacio Taibo II».
Jim Thompson, Es la paloma. «Thompson no tiene personaje fijo si consideramos que la desesperanza y el pesimismo no son personajes. Siempre hay policías pero no investigación, ni intriga, ni misterio que resolver. Sus protagonistas son sheriffs inmorales o amorales, pequeños estafadores, enfermos mentales, frustrados, alcohólicos, psicópatas, depresivos, alucinados. Son marginales entre los marginales. Son marginales mentales camuflados de hombres de la calle. François Guérif los ha definido como seres que sufren 'cirrosis del alma'».
Vargas Bendición y maldición. «Ni negra, ni policiaca. Ella dice que en sus novelas resuelve enigmas. Entretenimiento de calidad. Explica que comenzó a leer policiaca porque su padre, uno de los representantes del surrealismo francés, es lo único que no quería que leyera».
Manuel Vázquez Montalbán EL intelectual más lúcido y crítico escribía también novela negra. «Por los pasillos de la universidad o en las antesalas de las largas reuniones del Partido, o de la asociación de vecinos, o de comisiones de... éramos pocos los que llevábamos una novela negrocriminal. Aún había muchos camaradas y compañeros que hubieran preferido vernos con textos de Makarenko o con algún denso ensayo de Manuel Sacristán. O, en su defecto, con cualquier novela de los socialrealistas locales, los de la berza. Contemplabas su sonrisa irónica 'es una novela negra, es La soledad del mánager' Pero como ya los conocíamos, añadíamos rápidamente 'es de Manuel Vázquez Montalbán, el de Triunfo, está dedicada a Solé Barberà'. 'Ah, bueno... ¿Vázquez Montalbán también escribe novela policiaca?'».
Walsh Capote era yanqui, Walsh, argentino. «Operación masacre, de Rodolfo Walsh, es para mí, el iniciador de la corriente de no ficción. Pero Walsh publicó sus investigaciones en periódicos militantes de poca repercusión y no formaba parte de ninguna jet set. En la época en la que va iniciándose como periodista, le llega la información de que hubo un superviviente en un fusilamiento que los militares realizaron contra militantes peronistas en la madrugada del 10 de junio de 1956. Walsh investiga y, a lo largo de 1957, trata de publicar el resultado de sus investigaciones. No interesan a una sociedad adormecida».
Winslow la narcoliteratura. «El gran nombre de la narcoliteratura ahora no es ni un mexicano ni un colombiano. Es un neoyorquino que ha trabajado seis años para escribir la impresionante El poder del perro. y 10 años para superarse a sí mismo en El cártel. Su nombre: Don Winslow. El poder del perro y El cartel son novelas negras y novelas políticas, próximas a la crónica. Basadas en datos reales pero escritas para que nos sean fáciles de leer. Aunque hay muchos lectores y lectoras que no las han podido terminar. No por malas sino por demasiado buenas».
Zanón, al frente de los novísimos. «Carlos Zanón aceptó desde su primera novela el reto de hacer una novela barcelonesa con carácter universal que superara los clichés que nos habían dejado Vázquez Montalbán y González Ledesma. Zanón no tiene un personaje fijo, excepto la propia ciudad, Barcelona, que no es citada ni descritra en sus libros; pero en ella, y en esa atmósfera enrarecida que no conocerán las hordas turístico–consumistas que nos invaden, habitan sus novelas. Lo que siempre me maravilló de Carlos Zanón es su capacidad para crear novelas memorables con personajes desechables que no son épicos ni trágicos».
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