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Gustavo Monroy, Saúl Kaminer y Gabriel Macotela posan junto a la obra colectiva. (Foto: Oswaldo Ramírez)
M éxico, 5 de Febrero 2007. (Alberto Solís/Milenio).- Una perra llamada Raiza fue en buena medida la responsable de todo un proyecto de rescate de parques públicos y camellones en la colonia Condesa, de la Ciudad de México. La pastor alemán está acostumbrada desde cachorra a que su dueña, María Rodríguez, vecina del parque México, la lleve a pasear mientras su ama conversa con amigas locales. Fue así que el año pasado se formó una asociación vecinal llamada Mythos del Parque AC, que está llevando a cabo el rescate de ocho fuentes, así como el proyecto La mujer dormida despierta a la Condesa.
Una réplica en fibra de vidrio de la obra La mujer de los cántaros, ubicada en el parque México, es decorada por artistas residentes y nativos de la Condesa, los pintores Gabriel Macotela, Gustavo Monroy y Saúl Kaminer se encargan ya de los trabajos sobre la piel de la giganta que, ya decorada, se colocará de frente al Teatro Lindbergh, a espaldas de la pieza original. Con un trolebús como oficina, donde además se imparten talleres, Rodríguez dice que “la idea es hilvanar el tejido social, creamos un modelo en el que participan vecinos, la delegación Cuauhtémoc y algunas empresas y establecimientos mercantiles de la zona”.
Francisco Ayala, quien es director territorial de Roma-Condesa en Cuauhtémoc, dijo que "éste es el interés que tenemos como gobierno, sentirnos coparticipes del trabajo de la sociedad civil.”
Macotela opinó que su trabajo es una homenaje a esta giganta y lo hace con la “gran emoción de hacer algo urbano, un trabajo muy libre, que no es por la arquitectura Art decó de la Condesa, sino por la Ciudad de México; la Condesa se ha mitificado, se ha vuelto un lugar común, esto es por la ciudad.”
Para Kaminer, quien llegó a la Condesa a los 5 años, esta imagen fue uno de sus primeros encuentros con el arte “esa obra es muy familiar, era una figura mítica y es también un símbolo urbano que tiene una forma muy fuerte, por eso la idea es darle un giro y tratar de hacerle una lectura moderna al personaje, que es también símbolo de fertilidad.”
Monroy dice que la de los Cantaros se ha convertido en un motivo recurrente de su obra. “Nací en la Condesa, he estado aquí la mayor parte de mi vida, esta obra es un recuerdo metafórico de mi infancia, por mi relación con ese parque donde aprendí a caminar. Hay una situación emotiva muy simbólica, de vivencia; a ese parque me iba de pinta, en esa fuente me metía a bañar. Saúl, Gabriel y yo somos hijos del parque.”
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