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«Es un texto generacional relacionado con la poesía, pero también con la política y con el amor», detalló Edwards. (Foto: Rafael Yohai)
C iudad Juárez, Chihuahua, 2 de abril, 2008.(RanchoNEWS).- «Una espléndida recreación paisajística y poética de Chile y de Cuba» definió el jurado al anunciar el premio, dotado con 200 mil dólares. Edwards, de 77 años, señaló que «estoy muy contento de recibir un premio joven». Una nota de Silvina Friera para página/12:
«Yo estoy entrando en la tercera o cuarta juventud, como pueden ver», dijo Jorge Edwards, tal vez el último escritor excéntrico de la narrativa chilena, ganador de la II edición del premio de Narrativa Iberoamericana Planeta-Casa de América, dotado con 200.000 dólares, con La casa de Dostoievski, una novela que «trata sobre la poesía, los poetas y las ganas de ser poeta». En el salón dorado del Hotel Plaza-Marriott, donde se anunció el fallo, los periodistas festejaron la ocurrencia del autor chileno, que prefiere a los «escritores bromistas» y suele proclamar su fascinación por Cervantes. El jurado, integrado por la escritora nicaragüense Gioconda Belli, la chilena Marcela Serrano y el español Alvaro Pombo, además de los directores de las dos entidades organizadoras, Miguel Barroso (Casa de América) e Ignacio Iraola (Planeta Argentina), eligió la novela de Edwards entre las diez obras finalistas sobre un total de 557 presentadas al concurso. Justos por pecadores, del colombiano Fernando Quiroz, resultó finalista del premio.
La casa de Dostoievski, que transcurre entre Chile y Cuba, según contó Edwards, alude a una casona que había en el centro de Santiago de Chile, a una cuadra de la Alameda (la avenida principal), en los años ’50 que, aunque se estaba desmoronando, fue ocupada por poetas, filósofos, pintores y seres extraviados.
«Esta novela es sobre la poesía, los poetas y las ganas de ser poeta, en un momento en que todo el mundo quería escribir poesía porque los referentes eran Pablo Neruda o Vicente Huidobro», señaló el ganador, premio Cervantes en 1999, representante de su país en el Consejo Ejecutivo de la Unesco y ex diplomático.
«He construido un texto generacional relacionado con la poesía, pero también con la política y con el amor», agregó. Aunque subrayó que el personaje principal es un tanto «indefinido» y que combina elementos reales con invenciones, el escritor admitió que el protagonista se parece bastante al poeta chileno Enrique Linh (1929-1988).
«Mi poeta pasa por la política de izquierda de mi país, viaja a París, a Cuba, y vuelve al Chile de la dictadura», aclaró. «Mi propósito fue narrativo y no crítico, hay episodios que conocí de cerca pero ficcionalizados», explicó el escritor, que a los 77 años se mostró «muy contento de recibir un premio joven», y añadió que le interesa mucho este galardón por ser «un premio de América y de España», ya que él se considera «un escritor de los dos lados».
Edwards, que fue enviado por Salvador Allende como embajador a Cuba en 1971, puesto en el que permaneció apenas tres meses debido a las discrepancias que tuvo con el gobierno revolucionario (fue declarado persona non grata y exigida su salida de la isla), publicó Persona non grata (1973), obra polémica en la que realizó una crítica corrosiva contra el stalinismo y el régimen socialista cubano, y que tuvo el curioso mérito de estar prohibida simultáneamente por la dictadura chilena y el gobierno cubano.
El escritor chileno aseguró que no se puede saber qué va a pasar en Cuba, pero reconoció que «hay gestos de Raúl Castro que indican una voluntad de cambio, que algo se está empezando a mover en la sociedad cubana, pero no sé hasta dónde se llegará». Como si estuviera en una ronda diplomática, repartiendo una de cal y otra de arena, el escritor chileno confesó que siente simpatía por Michelle Bachelet. «Me parece una persona bienintencionada en las políticas sociales, aunque no las lleva a cabo con eficacia», opinó el escritor. «Chile es un país de un perfil tan bajo que nadie puede pensar que sea un modelo a seguir.»
El segundo momento de humor lo aportó Pombo, cuando se explayó sobre la novela ganadora. «Es una espléndida recreación paisajística y poética de Chile y de Cuba. Aquí no se da un enfrentamiento con el régimen cubano; a diferencia de Persona non grata, aquí está el encanto de La Habana revolucionaria», precisó el escritor español, miembro del jurado. Después de citar una frase de Joyce, «exilio y astucia», que aparece en La casa de Dostoievski, Pombo anticipó que los poetas no quedan bien parados en la novela de Edwards.
«El poeta es un exiliado nato pero a la vez un astuto nato, nadie sobrevive mejor que un poeta, y para colmo éste no quiere a las mujeres que lo quieren, no quiere a la cubana, lo que es un delito terrible», le reprochó Pombo. «Me pareció un personaje bastante quijotesco –opinó Belli–, pero al mismo tiempo no quiere pelearse con los molinos de viento. Me hace acordar a una frase de los nicaragüenses que dice ‘hacemos nuestro agosto con la tragedia’».
Justos por pecadores, del colombiano Fernando Quiroz, es la historia de un hombre que después de diez años encuentra una poderosa razón para abandonar el Opus Dei. La novela refleja la «larga batalla» de ese hombre «por volver a la libertad del mundo real». Pombo destacó la importancia de la temática de la novela finalista, en un momento que en «la religión vuelve a estar de moda, en el mal sentido de la palabra».
Quiroz, que estudió en un colegio perteneciente al Opus Dei y que estuvo durante un año en esa organización, dijo que la novela no es autobiográfica, pero confesó que algunos de los episodios que narra le ocurrieron hace más de treinta años. El escritor colombiano admitió que hay asesores del presidente Álvaro Uribe que integran esa oscura organización religiosa. «En la intolerancia con la que se ha manejado Uribe se nota la sombra del Opus Dei», aseguró Quiroz. «En este momento, no estar de acuerdo con las opiniones del presidente es considerado un pecado, pero eso no significa que quienes disentimos con Uribe estemos de acuerdo con las FARC».
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