.
Escena de la película. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 4 de abril, 2008. (RanchoNEWS).-Sebastián y Helena son dos hermanos adolescentes que viven con su madre moribunda en una ciudad colonial de provincia. Encerrados en una casona que se está cayendo a pedazos, lo único que los sostiene es su relación simbiótica y dependiente. La muerte de su madre y la llegada de Juan, un adolescente de clase baja que viene del mar, desencadenan un enfrentamiento doloroso entre los hermanos que los obliga a definir su actitud hacia el amor, el sexo, la amistad, el poder y la traición; es decir, su actitud ante la vida. Una nota de Arturo Cruz Bárcenas para La Jornada:
Hoy, viernes 4 de abril, con 35 copias, será el estreno nacional de la película Quemar las naves, del director, guionista y productor aguascalentense Francisco Franco, quien desarrolla una historia en la que el espectador será invitado, como los protagonistas, «a vencer el miedo de quemar las naves para encontrar su propia voz, para hallar la libertad, para vivir la vida intensamente», dijo en entrevista el propio realizador.
Egresado del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), Franco se ha desempeñado en teatro, cine y televisión. Ha dirigido obras como Un tranvía llamado deseo, Master class, Muerte súbita, El cuaderno rojo y Kínder cabaret, que representó a México en la Feria Mundial 2000 en Hannover.
El paso del teatro al cine, dijo, «lo veo natural. Son dos lenguajes completamente diferentes, pero a final de cuentas lo que se hace es contar historias. La experiencia en teatro ayuda mucho a trabajar con los actores; es una guía para configurar los personajes y las relaciones entre ellos. Todo lo demás es un lenguaje completamente distinto. También he trabajado en televisión, que es otro lenguaje, pero, también, son complementarios. En el teatro se labora en un plano abierto; se trata de un espectáculo irrepetible, que sólo se vivirá esa noche. En el cine estás dando un punto de vista, poniendo la cámara donde quieres que esté, para que el espectador tenga un punto de vista similar al tuyo».
María Reneé Prudencio, co- guionista, explicó que Quemar las naves se escribió a partir de una idea de Franco. «Tuvimos un momento de avidez por encontrar ese umbral donde la identidad se va cristalizando, para cruzar esa puerta y empezar a ser quien eres, movido por tu deseo».
Franco precisó que contaron con la asesoría de guionistas como Sabina Berman y Beatriz Novaro, así como de pintoras como Laura Imperiale. «Eso nos hizo revisar y revisar. María Reneé es minuciosa y se compromete con los personajes. Tiene, además, experiencia como actriz y abarca cosas que yo no; fue un trabajo complementario».
Laura Imperiale, productora (Nicotina, 2002, y El crimen del padre Amaro, 2000), dijo que trató de acercar varios guiones a Franco, «pero él quería hacer primero su película. El encuentro fue casual, en el CUEC. Creo que éste es el tipo de cine que debemos hacer, con historias propias y que tienen el sello de nuestra mirada».
Quemar las naves, expuso Franco, trata de emociones, «de una experiencia que todos hemos tenido o que tenemos constantemente; habla sobre la libertad, las decisiones en la vida, que deben ser propias, sobre todo en la adolescencia».
Irene Azuela y Claudette Maillé son las jóvenes protagónicas. La primera expresó que en la vida ha quemado las naves «en muchos sentidos: laboral, amoroso… eso sugiere los cambios de la vida». La segunda agregó que «en la vida se queman las naves por necesidad, porque la vida lo pone enfrente».
Azuela añadió que esta cinta representa una gran enseñanza del quehacer actoral, «de cómo crear un personaje».
Recordar los años 70
La música es importante en esta película, en la trama y en la difusión, y estuvo a cargo de Alejandro Giacomán. Las canciones originales son del tacubo Joselo Rangel y las intérpretes son Eugenia León y Julieta Venegas. Joselo expuso: «Francisco se acercó a mí para pedirme una canción que fuera un personaje más dentro de la película. La referencia que tuve fue el guión, la historia, que me gustó bastante; debía recordar a las canciones del festival OTI, de los años 70.
«Me puse a escuchar y recordar las composiciones de Manuel Alejandro, bueno, a mí ya me gustaban. Es música con la que crecí, estaba en todos lados, en el aire y en las casas. Los compositores de entonces no se avergonzaban de lo que sentían. Si sentían amor lo decían. Se vuelcan».
La exitosa Eugenia León dijo que sin una buena canción no hay versiones. «A mí me toca la parte más cercana a la época y al personaje que lo canta y que es el que desarrolla Claudette, quien es la mamá que era cantante y había ganado la OTI. Mi versión está más ajustada al estilo de la época. Supongo que esto es más personal, más de nuestros días, y no tiene que ajustarse a ningún estilo. Esto me llevó a mis épocas de secundaria, cuando oía en el camión a Los Ángeles Negros, al Acapulco Tropical y a Leo Dan».
Julieta dijo: «La canción es como un personaje porque así lo decidió el director. La canción de Joselo está buena, la verdad; tiene lo que pide la historia. A mí me cuesta trabajo cantarla; soy honesta. Hay una parte en el coro, cuando sube… porque no estoy acostumbrada a seguir una melodía que se va de mí».
Tráiler de «Quemar las naves»
REGRESAR A LA REVISTA