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Una joya del arte colonial que ha sido recuperada de forma ejemplar. (Foto: Arturo Bermúdez)
C iudad Juárez, Chihuahua, 2 de abril, 2008.(RanchoNEWS).- En este templo se encuentra el retablo testero más antiguo de América. El esfuerzo de varias instituciones públicas y privadas hizo posible la restauración. Una nota de Leticia Sánchez para Milenio:
Concluyeron los trabajos de rescate de la pintura mural descubierta en el Presbiterio del Templo de San Juan Bautista de Cuahtinchán, justo donde se encuentra el retablo testero del siglo XVI, considerado el más antiguo de América.
Tras dos años de restauración, los murales pintados por indígenas que fueron convertidos al catolicismo a la llegada de los españoles, vuelven a ver la luz, luego de que por más de un siglo permanecieron cubiertos por cal.
Al presentar los resultados de las labores de conservación realizadas en el inmueble –con los recursos aportados por el World Monuments Fund (WMF), la Fundación Amigos de Cuahtinchán y la Fundación American Express—, la restauradora Alicia Ortega explicó que estas pinturas fueron realizadas antes del año de 1580.
«Por lo que hemos visto a lo largo del proceso de restauración, el recinto se fue pintando como se iba construyendo, de ahí que tengamos un retablo de San Diego que primero se pintó sobre los muros del templo, y una vez que se canonizó en 1581, se le hizo un cuadro».
Una vez que se logró recuperar parte de la historia de México, primero a través de la restauración del Retablo testero más antiguo del Continente, y ahora con el rescate de pintura mural del presbiterio, la restauración de los retablos laterales del siglo XIX, y de la recuperación de la puerta de la sacristía y del púlpito, la labor más complicada apenas empieza.
Es decir, se tienen que encontrar los recursos económicos para mantener el patrimonio colonial restaurado en óptimas condiciones, por lo que el reto es enorme debido a que las condiciones climáticas requeridas para preservarlo.
«No contamos con las condiciones necesarias, pero sabemos qué hacer: controlar la luz y las corrientes de aire que resecan la pintura mural y el retablo», afirmó quien lleva más de dos décadas trabajando en este monumento arquitectónico.
Explicó que el problema radica en que el clima de la región ha cambiado de manera drástica por la deforestación, básicamente, y por la escasez de agua, así como por la deforestación de los cultivos, lo que ocasiones hace que el clima se vuelva más extremo, más seco.
«Los bienes culturales, como el retablo y la pintura mural, requieren de una humedad del 60 por ciento para mantenerse estables. Si deseamos conservar este patrimonio necesitamos sellar el templo. ¿Cómo?, sellando perfectamente los portones, tanto el lateral como el del acceso principal, así como cambiar las ventanas par evitar los intensos rayos del sol», plantea la restauradora.
Para lograr tal objetivo presentaron un nuevo proyecto para reforestar las huertas, reactivar la fuente, rehabilitar el aljibe y la piscina, de forma que el entorno inmediato del histórico inmueble presente condiciones de humedad favorables, adelantó Cecilia Margaona, presidenta de la Fundación Amigos de Cuahtinchán, quien estuvo acompañada de Jorge Guevara, gerente del Asuntos Corporativos de American Express, José López Quintero de WMF, Javier Villalobos, presidente del ICOMOS, México, y Sergio Saldívar, restaurador de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.
«De esta manera se propiciará el incremento de humedad y del aire, logrando con ello que el aire que ingrese al templo sea húmedo».
Recuperación cromática
Aun cuando la obra mural del templo de San Juan Bautista de Cuahtinchán estaba muy dañada, gracias a los vestigios que se conservan en la pared central del templo, justo donde descansa el retablo principal, se pudieron reproducir los diseños originales, indicó la restauradora.
Detrás del espléndido retablo, una parte importante de la obra mural se puede ver en todo su esplendor, debido a su «increíble» estado de conservación.
Estos vestigios se preservaron intactos porque desde su creación los cubrió el retablo testero, lo que no se logró conservar fue el resto de las paredes del templo, ya que fueron cubiertos por gruesas capas de cal.
Los criterios de preservación buscaron que la reintegración cromática no compitiera con las imágenes del maravilloso retablo que en un principio fue realizado para el templo de San Francisco en Puebla, pero como no cabía, lo mandaron a Tehuacán, pero como se registró un sismo, nunca fue instalado; es entonces que lo venden a Cuauhtinchán, aunque su colocación fue en 1599, cuatro décadas después de la conclusión del templo.
Para mayor información de Cuahtinchán, Puebla, consulte este sitio
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