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Aspecto de la tumba que data del periodo Clásico (200 a 900 d.C.). (Foto: INAH)
C iudad Juárez, Chihuahua. 19 de septiembre de 2012. (RanchoNEWS).- Una cámara funeraria de más de mil años de antigüedad fue hallada en la Zona Arqueológica de Tingambato, Michoacán; contenía la osamenta de un individuo aún no identificado, acompañado de 19 mil cuentas de piedra verde, concha y huesos humanos, informa El Universal de México.
El descubrimiento se realizó durante los trabajos de conservación e investigación del Proyecto Especial Michoacán, que aplica el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en cinco sitios prehispánicos de la entidad.
De acuerdo con arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) , la complejidad en la arquitectura de la cámara mortuoria y la riqueza del entierro, que datan del periodo Clásico (200 a 900 d.C.), indican que se trata de los restos de un personaje de alto rango de la antigua urbe de Tingambato.
Aún no se ha podido identificar la filiación cultural del entierro, pero se infiere que, posiblemente, la cámara corresponde a la tradición funeraria de Occidente, a la que pertenecen las tumbas de Tiro y las de El Opeño, aunque éstas comenzaron a construirse durante el periodo Preclásico (300 a 200 a.C.) , con continuidad en un lapso del Clásico (400 a 600 d.C.).
Desde 2011 a la fecha, el INAH desarrolla el Proyecto Especial Michoacán, en las zonas arqueológicas de Tzintzuntzan, Ihuatzio, Tres Cerritos, Huandacareo y Tingambato, siendo en esta última donde se registró el hallazgo de la cámara funeraria, que mide 3.60 por 4.00 metros, y se encontró a 2.70 metros de profundidad.
El arqueólogo Melchor Cruz, coordinador de los trabajos de conservación e investigación en Tingambato, informó que las características de la que han denominado Tumba II y la riqueza del entierro indican que Tingambato debió tener una mayor importancia en la historia prehispánica de la región, que la dada hasta el momento, «puede tratarse de un centro rector del periodo Clásico mesoamericano, en la región central de lo que hoy es Michoacán».
Detalló que el espacio funerario se compone de un techo de lajas trabajadas en formas angostas y alargadas, encimadas una en otra, pegadas con lodo, y colocadas en dirección contraria a las manecillas del reloj; en tanto que los muros son de piedra recubierta con un repellado elaborado con fibras vegetales. Este sepulcro se suma al descubierto en 1979 por el arqueólogo Román Piña Chan, denominado la Tumba I de Tingambato.
Melchor Cruz refirió que la cantidad de cuentas de concha que se hallaron en la cámara, hablan de posibles relaciones entre los antiguos pobladores de Tingambato con pueblos de la costa, por lo que también se advierte que fue un punto estratégico dentro de una ruta comercial hacia la Cuenca de Pátzcuaro.
«El acomodo del entierro fue toda una parafernalia: hasta arriba encontramos cientos de cuentas talladas en formas rectangulares y cuadrangulares, caracoles de dos a ocho milímetros de tamaño; algunos de estos materiales probablemente formaron collares, cubrían la osamenta humana a la altura del tórax y los brazos; debajo de los restos del individuo encontramos una cama de lajas colocadas sobre el piso de la cámara funeraria».
Según estudios de Melchor Cruz, las tumbas I y II fueron construidas antes de la nivelación del terreno para edificar la gran plataforma de Tingambato, que data de alrededor de 450 d.C.; de confirmarse esta hipótesis, «el sitio sería más antiguo de lo que se ha propuesto hasta el momento, su ocupación podría haber comenzado en el año 200 d.C».
«Hasta ahora –continuó el arqueólogo– las investigaciones indican que el poblamiento de Tingambato comenzó en el año 450 después de Cristo, cuando regularizaron el terreno, construyeron una gran plataforma y sobre ella edificaron sus templos, casas y edificios civiles».
Melchor Cruz concluyó que aún faltan muchas investigaciones para definir con claridad los primeros grupos culturales que habitaron Tingambato.
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