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Los hermanos Valdés, El Loco (izq.) y Tin Tan en la cinta Dos fantasmas y una muchacha (1958). (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 9 de octubre de 2012. (RanchoNEWS).- Grabaciones sonoras realizadas previo al rodaje de un filme en las que se escucha a cantantes, actores e intérpretes cambiar la letra de una canción, estar fuera de tono, a una orquesta desafinada, así como la tensión o buen ambiente que se vivía en el estudio de grabación, fue lo que el público disfrutó la noche del 8 de octubre en la Fonoteca Nacional, en la sesión dirigida Antes de ¡Acción! del ciclo «Detrás de la pizarra», informa desde la Ciudad de México el portal Ciudadanía Express.
Impartida por el editor y guionista Pepe Romay, quien tuvo como invitado a Emilio Hernández, investigador y documentalista en acervos fonográficos, se presentaron los playbacks de Germán Valdés Tin Tan y Manuel El Loco Valdés improvisando «Médico Brujo» para el filme Dos fantasmas y una muchacha, Mario Moreno Cantinflas cantando «Aleluya» para el Analfabeto, Antonio Aguilar interpretando «El norteño», y la grabación de los efectos para la película Santo contra los monstruos.
«Las grabaciones nos muestran el lado humano de los artistas y que no eran la perfección como siempre los vimos e idolatraron nuestros padres, se equivocaban y algunos se enojaban. Esas grabaciones son mágicas por que tienen la personalidad del intérprete», explicó Hernández, actualmente responsable de la fonoteca de los Estudios Churubusco.
Romay comentó que dichos materiales sonoros, junto con documentos publicitarios y tapes, fueron tirados a la basura por el Banco Nacional Cinematográfico, mismos que fueron recuperados por Emilio Hernández lo que actualmente hace posible contar la historia sonora y visual del cine de aquella época.
«Eso pasó en condominio de productores, y en Churubusco, se destruyeron cantidad de imágenes, grabaciones, y saqué documentos que ahora están en museos y que su destino, parecía, eran perderse», agregó Hernández.
En esta última sesión del ciclo realizado en la Fonoteca Nacional del Conaculta, ambos especialistas coincidieron en la necesidad de reconocer además de a los intérpretes, a los músicos, compositores y técnicos pues gracias a ellos «podemos escuchar grabaciones extraordinarias».
En la sala Murray Schafer del recinto se comentó que el cine de México fue un cine musical por excelencia, lleno de canciones, que nos acostumbramos a escuchar de repente acompañando al actor. «El cine nació mudo lo que no quería decir que así tenía que morir. Fue con el tiempo que aprendió a cantar, aunque en México se abusó de este recurso», subrayó Hernández.
Agregó que lograr una sincronía entre la imagen y el audio era un problema serio. «No sólo estaba la orquesta, el cantante y el director, también estaba el editor que tenía en sus manos un cronómetro con el que checaba los tiempos de la grabación en función de los tiempos que se tenían que llenar en pantalla, por ello hay gente a la que se le debe rendir un homenaje porque fueron los que corrigieron, armaron y unieron un gran rompecabezas compuesto por las piezas de imagen, audio y sonido».
En la sesión se comentó que gracias al cine se lograron hacer duetos increíbles como Eulalio González Piporro con Fernando Soler, o el de Tin Tan con Luis Aguilar, y que la película Santa fue el primer filme sincrónico, realizado por Joselito Rodríguez, con lo que se dio un giro de 180 grados al modo de hacer cine, pues se escuchaba a los que estaban frente a las cámaras y no detrás de ellas.
Respecto a la tecnología, Romay apuntó «ha secado el cerebro de la creatividad», pues al ser más fácil técnicamente, es más complicado intelectualmente conseguir lo que se necesita. «Antes se pensaba en beneficio de una producción, aún con el poco presupuesto sacábamos lo mejor de cada integrante, ahora ya no».
Finalmente, agradeció el espacio para realizar el ciclo y señaló que el cine es ese mundo mágico y adictivo que sumerge en un universo de sueños posibles e imposibles, donde una vez que se entra al set ya no se quiere abandonar.
Añadió que en el país se realizó un cine nacionalista que quedó como un legado documental para recordar y analizar. «La cinematografía en México es una industria que aportó al país beneficios económicos al crear fuentes de trabajo, se generaron divisas que apoyaron de manera sólida la economía nacional, poniendo al país a un nivel superior en el mundo cultural. El cine lo queremos, lo amamos, es más allá de Pedro Infante, pues hay mucha gente que aportó demasiado y no se le ha tomado en cuenta», concluyó.
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