Vino la muerte a instalarse en casa de la abuela
trepada en sus hombros fue impidiéndole andar
se acostumbró a amanecer acomodada sobre su pecho
devoró una a una sus palabras
y de un día para otro le robó el color
nos veía con ojos burlones mientras nos preguntábamos cuándo se iría
bastó que nos hiciéramos a la idea de su presencia
para que en una madrugada fría nos arrebatara
lo único que nos mantenía juntos
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