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La bailarina Alina Cojocaru. (Foto: Kote Rodrigo)
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iudad Juárez, Chihuahua. 22 de enero de 2014. (RanchoNEWS).- Han sido cuatro días en los que las divas del ballet británico han bailado casi espalda con espalda en el London Coliseum y la Royal Opera House, convirtiendo a la ciudad del Big Ben, una vez más, en un santuario de la danza clásica y con el compositor Adolphe Adam como autor de ambas obras. Una nota de Cristina Marinero para El Mundo:
Si el lunes Sarah Lamb encantó con sus perfectos arabesques en una contenida Giselle en el repleto coliseo de Covent Garden, el sábado Tamara Rojo volvió a demostrar que es la reina de los 'fouettes' y los giros, y que su producción del decimonónico El corsario -su primer gran proyecto de un clásico desde que llegó a la dirección del English National Ballet (ENB) hace un año- es un gran éxito, excelente tanto en lo visual como en lo coreográfico.
Alina Cojocaru interpretó también a Medora el viernes, la 'chica' del pirata Conrad -un excelente Vadim Muntagirov-, con su personal delicadeza y perfección de líneas.
Estrella del Royal Ballet hasta la temporada pasada, como Rojo lo fue hasta acceder a la dirección del ENB en septiembre de 2012, Cojocaru se ha aliado con la española para llevar a la segunda compañía londinense a lo más alto del podio.
Y lo han conseguido protagonizando este ballet donde priman los personajes masculinos, con los grandiosos Junor Souza, Joan Sebastian Zamora y Yonah Acosta en asombrosos saltos, o Fernando Bufalá volando perfecto. Él es uno de los diez españoles que trabajan en el ENB, al que se acaba de integrar como maestro el que fuera primer bailarín de nuestro Ballet Nacional Clásico de la primera época, Antonio Castilla, hasta ahora profesor de la escuela del Royal Ballet, internado situado en el hermoso bosque White Lodge, en Richmon, donde 12 niños y 12 niñas reciben cada año beca para empezar a convertirse en bailarines.
Tamara Rojo era aclamada el sábado en la penúltima función del ballet montado por la experta Anna-Marie Holmes, con escenografía y vestuario del gran diseñador de Hollywood, Bob Ringwood, y en el que ha colaborado la experta en danza del Victoria & Albert Museum, Jane Pritchard, mientras la rusa Natalia Osipova recibía, a la misma hora, el interminable aplauso en el estreno del romántico personaje de la producción que el Royal Ballet mantiene desde 1985. Montado por el coreógrafo Peter Wright, su coherencia cromática es absoluta, su escenografía, una de las más bellas que se han visto de este título, y recupera el modo original de la muerte de la joven heroína: no se le parte el corazón ante la traición de su amado, se lo secciona ella con la espada, por lo que es el suicidio lo que hace que sea enterrada en suelo no sagrado y convertirse en un espíritu errante, una 'willi'.
Pero no piensen que si no han ido a Londres se han perdido unos días de ballet gloriosos, porque, por suerte para los amantes de la danza, existen, de alguna manera, segundas oportunidades. Giselle se emitirá en directo desde la Royal Opera House el próximo lunes 27 de enero en pantallas de cine de todo el mundo, protagonizado por la Osipova y Carlos Acosta.
Y, en abril, El corsario llega a los Teatros del Canal de Madrid (del 24 al 27), ya que el English National Ballet ofrecerá cinco funciones, presentándolo por primera vez fuera de Reino Unido y estrenándose así Tamara Rojo en su país como flamante directora y primera bailarina de la revitalizada compañía, donde la otrora estrella del Ballet de Cuba, Loipa Araujo, está a su lado como directora artística adjunta. Podrán saborear, de esta forma, las mismas noches gloriosas que ahora se han vivido, para mayor gloria del ballet, en la capital británica.
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