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jueves, enero 23, 2014

Noticias / México: La biblioteca Félix Rougier está en riesgo de sucumbir, alertan

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Parte del acervo de la biblioteca Félix Rougier (Foto: Pedro López Agustín)

C iudad Juárez, Chihuahua. 23 de enero de 2014. (RanchoNEWS).- Bajo llave y vedado al público, en el sur de la ciudad se encuentra un tesoro del conocimiento entre las páginas de más de 3 mil libros. Una nota de Alondra Flores para La Jornada:

Se trata de la Biblioteca Félix de Jesús Rougier que está amenazada con perderse. Su antiguo acervo reúne volúmenes del siglo XVI al XVIII, especializados en filología, literatura clásica y novohispana, derecho, ascética, historia y teología.

Detrás de esa colección majestuosa y meticulosamente adquirida en el transcurso de años está un hombre.

El sacerdote Carlos Zesati fue el artífice de la biblioteca que se ubica en el Centro Félix de Jesús (Cefej), dirigido por los Misioneros del Espíritu Santo, en el centro de Tlalpan. Tras su muerte, ocurrida el pasado agosto, su legado también parece sucumbir.

El doctor Zesati, constructor, vigilante y protector, presagió la muerte de la biblioteca que fundó y dirigió desde 1989 hasta el último día de su vida. Aquejado de una enfermedad terminal, se había anunciado que el centro bibliográfico cerraría el pasado diciembre ante el retiro de su director.

El estudioso, en medio de una agitada agenda y la preocupación, accedió a conversar con La Jornada. Sin embargo, Carlos Zesati murió dos días antes de concretarse la cita.

Dos días después del fallecimiento, el acervo de más de 200 mil libros, especializado en ciencias religiosas, con una importante sección de filosofía, sicología, historia, literatura y una colección de 3 mil 105 libros antiguos, que datan de 1521 a 1835, fue cerrado y el silencio se instaló entre las autoridades eclesiásticas.

Ningún acuerdo con instituciones

Pablo Moreno González, actual responsable de la biblioteca Rougier, responde en entrevista que ésta fue cerrada de manera definitiva en diciembre pasado, ya que antes aún había servicio restringido.

Ya no hay personal que labore en la biblioteca y él se encuentra, dice, como encargado provisional a la espera de instrucciones. El rumor, señala, es que se han entrevistado con representantes de algunas instituciones interesadas en conservar tan importante acervo y no han llegado a ningún acuerdo. En junio debe haber una decisión definitiva sobre el destino del tesoro legado por Zesati.

Primer lugar de acercamiento con un fondo antiguo, además de hallazgo de volúmenes inexistentes en otras bibliotecas especializadas, así como la guía personalizada de Carlos Zesati, también catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), un grupo de estudiosos manifestó su preocupación por el cierre de la biblioteca ubicada en el Centro Félix de Jesús Rougier.

La biblioteca Félix de Jesús Rougier fue catalogada por la asociación civil Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México (Adabi), que impulsa proyectos enfocados al rescate, preservación, valoración, investigación y fomenta la conciencia de documentos primordiales.

La asociación también mostró preocupación y buscó a las autoridades eclesiásticas del Cefej para ofrecer su apoyo en la conservación del acervo.

Al respecto Elvia Carreño, coordinadora de Bibliotecas de Adabi de México –quien junto a María Enriqueta Castillo realizó el proyecto de la biblioteca Rougier– informó que se reunieron con los responsables del centro religioso, incluso con la asistencia de Aurelia Vargas, entonces directora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, también interesada en el destino de la colección.

Carreño destacó la importancia de la biblioteca Rougier, pues «es un centro especializado no sólo en temas religiosos, sino en humanidades en general y por el mismo conocimiento del padre Zesati, se encuentran ediciones únicas. Eso lo hace un acervo insustituible en el país».

El pasado 10 de enero, la Adabi publicó en su página de Internet sobre el tema: «Un paraíso inaccesible; la biblioteca Félix de Jesús Rougier», y expone que con el fallecimiento del creador y responsable de la biblioteca de la Orden de los Misioneros del Espíritu Santo, Carlos Zesati, el acervo ha quedado inaccesible, según testimonios de diversos estudiosos que ahí encontraron su materia de trabajo.

La preocupación y tristeza por el destino de la biblioteca Rougier se manifestó desde agosto del 2013. Ante la noticia, un grupo de investigadores, estudiantes y usuarios brindaron su testimonio y lamentaron la pérdida que significa el cierre. Además, ofrecieron apoyo para las acciones necesarias de conservación. Varios de los testimonios fueron difundidos el pasado 9 de enero por la columna Navegaciones de este diario, en la que el periodista Pedro Miguel expuso el caso y planteó qué harán los Misioneros del Espíritu Santo con ese acervo bibliográfico.

Alejandra Valdés García, en una carta pública, relató que conoció la sede en construcción, mientras su director mostraba con satisfacción su fundación. Con el paso de los años, el acervo se fue incrementando de manera gradual con adquisiciones y donaciones.

Oasis para el saber

En una serie de cartas recopiladas por la estudiante de letras clásicas, María Fernanda González Gallardo, se destaca la labor de Carlos Zesati, quien atendía con entusiasmo y esmero a los visitantes, principalmente alumnos de esa disciplina, quienes experimentaron el asombro al poder acceder por primera vez a un fondo reservado.

Incluso algunos recibieron asesorías de tesis y recomendaciones personalizadas para culminar investigaciones.

Se menciona la inexistencia de bibliotecas especializadas, además de tratarse de un acervo muy completo en torno a la escolástica, la filosofía medieval y la patrística.

Ulises Bravo López, profesor en la Facultad de Filosofía de la UNAM, quien fue alumno de Carlos Zesati en la institución académica, escribió que «la biblioteca representa el oasis desde el cual se irriga la savia del conocimiento y el amor al prójimo. Es el manantial del que brota la esperanza y la fe en los hombres. Cerrarla no sería cerrar solamente un edificio y condenar al olvido miles y miles de libros».

Insistió en que «no se trata de una institución, sino del trabajo de años y años de un hombre que ha creído en el conocimiento como uno de los medios de la salvación. Si se cerrara la biblioteca se estaría deshonrando su esfuerzo, su nombre y la vida que, gustoso, ha entregado a su congregación».



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