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El poeta, en Madrid en 2011. (Foto: Uly Martín)
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iudad Juárez, Chihuahua. 30 de enero de 2014. (RanchoNEWS).- Félix Grande, poeta y flamencólogo, ha muerto en Madrid a los 76 años víctima de un cáncer de páncreas. Será enterrado en Tomelloso (Ciudad Real), el pueblo del que procedía su familia y donde pasó su infancia pese a que la Guerra Civil lo llevó a nacer en Mérida (Badajoz) el 4 de febrero de 1937. Esta tarde estará en el tanatorio de San Isidro, en Madrid. Una nota de Javier Rodríguez Marcos para El País:
No es casual que su poesía completa lleve por título Biografía, ni que su último poemario, publicado hace tres años, se llame Libro de familia. La unión entre vida y obra atraviesan versos que convirtieron a Félix Grande en un poeta de referencia en los años sesenta y setenta. La tardía publicación de su primer libro, Las piedras (1964), premio Adonais, hizo que generacionalmente se moviera entre los poetas del 50 y los novísimos. También en eso era un autor difícil de clasificar. Pese a todo, libros como Blanco Spirituals (1967) o Las rubáiyátas de Horacio Martín (1978), Premio Nacional de Poesía, le convirtieron en un autor ineludible más allá de las clasificaciones escolares.
Niño de la guerra, guitarrista flamenco y luego flamencólogo de prestigio, Grande trabajó durante años en la revista Cuadernos Hispanoamericanos, que llegó a dirigir entre 1983 y 1996 después de décadas de labor al lado de Luis Rosales, uno de sus grandes maestros vitales. Los literarios fueron, decía, César Vallejo y Antonio Machado.
Casado con Francisca Aguirre y padre de Guadalupe Grande, dos poetas más en una familia de tres, Félix Grande llevaba tiempo retirado del ruido literario cuando en 2004 recibió el Premio de las Letras Españolas. Del ruido literario y de la literatura. Fuera de algún poema de homenaje, no había vuelto a escribir versos. «Si no llegan las palabras es que no lo mereces», decía quitándole importancia a un silencio tan largo. Fue la impresión causada por una visita al campo de concentración de Auschwitz, en Polonia, lo que le llevó a escribir La cabellera de la Shoah, un poema-libro de mil versos con el que se cerraba en 2010 su poesía reunida, aquella Biografía a la que siguió, un año después, Libro de familia. Poeta sobre todas las cosas, Félix Grande hablaba como un poeta sabio, sentencioso y cercano. Tenía siempre a mano las palabras justas. Los que lo trataron saben que se las merecía.
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