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C iudad Juárez, Chihuahua. 22 de enero de 2014. (RanchoNEWS).- El director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel dijo en París que el Sistema de orquestas fundado hace cuatro décadas en su país trasciende fronteras y trae al mundo «una visión optimista» del futuro de la humanidad. Una entrega de AFP:
«Se ha convertido en un símbolo de lo que puede hacer en el mundo la música clásica, no solamente vista desde el aspecto del arte, sino como elemento de inclusión social», dijo a la prensa el director de 32 años.
Según Dudamel, el famoso Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles, fundado en 1975 por el maestro venezolano José Antonio Abreu, alcanzará en «cuatro o cinco años» un millón de alumnos.
«Es el tipo de cosas que necesitamos en el mundo, que nos hagan tener una visión optimista de lo que es el futuro de la humanidad», comentó el director de la orquesta Simón Bolívar de Venezuela, la Filarmónica de Los Ángeles y la Sinfónica de Gotemburgo.
El Sistema fundado por Abreu se ha convertido en modelo referencial para el resto del mundo, imitado en California, Italia, Reino Unido y Corea del Sur.
Un compositor de extremos
Dudamel dirigió este miércoles un concierto con el Réquiem de Berlioz en la Catedral de Notre Dame de París, al frente de las orquestas Simón Bolívar de Venezuela y la de Radio Francia.
«Berlioz fue un compositor de extremos», comentó poco antes del ensayo general. «Lleva a emociones extremas. El Réquiem termina con un coro casi armónico que es algo sublime, como ángeles que aparecen al final».
Dudamel, quien dedicó el concierto en Notre Dame a su amigo, el maestro italiano Claudio Abbado, fallecido el lunes a los 80 años, habló además de la evolución de su propia carrera, su maduración como artista y sus proyectos.
Evoca los momentos que más lo marcaron: la primera vez que dirigió una orquesta en Barquisimeto, a los 12 años; cuando Abreu lo llamó para anunciarle su nombramiento al frente de la Bolívar en pleno bachillerato, cuando ganó el concurso Mahler en 2004, su debut en Berlín o el momento en que se paró en el foso de la Scala de Milán, en el puesto de Toscanini.
«Estoy un poquito más viejo, ya no me muevo tanto como antes, no tengo la misma agilidad», bromeó, «pero siempre queda algo de ese niño y de ese adolescente que siempre explota en algún momento.
«Todo esto es como una evolución, mi forma de dirigir, de concebir la música. Lo más bonito de todo es que hay una evolución, hay una trascendencia en la forma de pensar y de ver, de cómo abordar la música».
Según Dudamel «la cuestión de la dirección no es solamente musical, porque tú puedes saber mucho, pero si los músicos de la orquesta no conectan contigo, no vas a lograr nada».
Ahora dice estar maduro para Bruckner o Wagner.
«Hay ciertos compositores que he estado esperando. Bruckner, por ejemplo. Lo dirigí por primera vez en Gotemburgo en 2007, la novena sinfonía.
«Con Wagner dirigí mi primera ópera –Tannhauser– el año pasado en Bogotá. Allí me dije: ‘¿Cómo no dirigí esto antes? Es un mundo en el cual me siento extremadamente cómodo’».
Adelantó que dentro de dos años tiene el proyecto de hacer la Tetralogía de Wagner en Londres. «Allí comienza un proceso para mí de conocer a Wagner profundamente, durante cuatro años».
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