Rancho Las Voces: Caricatura / España: «Fashion Beast», una extravagante fábula de amor
La vigencia de Joan Manuel Serrat / 18

viernes, enero 24, 2014

Caricatura / España: «Fashion Beast», una extravagante fábula de amor

.
Mueñeca Seguin ('la Bella') y las dos encargadas del taller de Celestine.(Foto: Panini Cómics)

C iudad Juárez, Chihuahua. 23 de enero de 2014. (RanchoNEWS).- King Kong, Eduardo Manostijeras o Shrek son algunas de las variantes más peculiares que se han ideado del mito de La Bella y La Bestia, pero si la extravagancia fuera un parámetro, ninguna de ellas superaría a Fashion Beast, la insólita versión del tradicional cuento europeo concebida por la mente del genio del cómic Alan Moore. En ella, un elenco de seres grotescos puebla un futuro apocalíptico y decadente donde surge una extraña historia de amor, en la que la ambigüedad es una constante. Una original fábula postmoderna, repleta de mentiras, secretos, horror y violencia, y que utilizando el negocio de la moda como metáfora, transmite profundas moralejas. Una nota de David Sanz Ezquerro para El Mundo:

La rareza de este cómic está presente desde sus propios orígenes. A mediados de los años 80, Alan Moore aceptó por primera y única vez en su vida la propuesta de escribir un guión para una película. La aversión del autor británico a la industria cinematográfica es casi fobia, pero en aquel momento se embarcó en la aventura por la admiración que sentía por la persona que le planteó el proyecto: el singular Malcolm McClaren, manager de los Sex Pistols y referente de la cultura punk. Aunque Moore cumplió su parte, por cuestiones de presupuesto, la película nunca llegó a rodarse y aquellas páginas quedaron olvidadas en un cajón.

Pasó el tiempo, hasta que en 2003 el editor William Christensen rescató del olvido el inédito guión. ¿Por qué no transformarlo en cómic? Tanto Moore como McLaren dieron el visto bueno, aunque el empresario musical murió antes de que el proyecto culminara. La adaptación del material para hacer de él un relato en viñetas se encargó a Antony Johnston (guión) y Facundo Percio (dibujo). Finalmente, en 2013, casi tres décadas después de que esta historia comenzará, la obra vio la luz en forma de serie de 10 números, que pronto se editaron agrupados en formato cómic book y que en España acaba de ser publicado por PANINI COMICS en un volumen de 280 páginas de cuidada factura.

Según cuenta Moore en el prólogo, cuando McClaren le pidió desarrollar un guión, le planteó tres opciones, todas descabelladas por igual: la historia de un aborigen domador de olas que lucha contra unos nazis surferos; un relato donde el poeta Oscar Wilde recorría las minas de oro del Salvaje Oeste; o una fusión del cuento La Bella y la Bestia y la vida del diseñador Christian Dior. «A pesar de que no tenía ningún interés previo en la industria de la moda ni en su mitología, inmediatamente capté las conexiones narrativas y las alusiones que una historia como ésta podría hacer posibles, y el potencial para desarrollarse como una película significativa, original y con sustancia», recuerda el escritor británico, autor de obras maestras del cómic como Watcmen, From Hell o V de Vendetta.

Ambición, celos y envidia

Así comenzó esta historia, en la que aparentemente nadie es lo que parece, aunque en realidad ocurre que todos esconden más cosas de las que muestran. Los protagonistas están moldeados a partir de un juego de equívocos y antagonismos: Muñeca Seguin, la mujer que parece un hombre que parece una mujer; Johnny Tare, el chico que parece una chica que parece un chico; y Celestine; un monstruo del diseño cautivo por la fealdad pero capaz de crear belleza y cuyos designios, a su vez, esclavizan al mundo. Entre ellos se teje una maraña de relaciones guiadas por la ambición, los celos y la envidia; mientras se abre paso una claustrofóbica historia de amor. El reparto se completa con una empleada triste encargada de amontonar maniquíes que ya no sirven (menuda alegoría) y una pareja de repulsivas capataces, entre otros adefesios esperpénticos.

Pero en esta transgresora obra, tan importante como los personajes resulta el escenario. El taller de Celestine es el epicentro de un mundo corrompido, alrededor del que se expande una ciudad vacua y sobre la que se ha instalado un invierno permanente. Las bases morales se difuminan y en la sociedad cunde una desolación anímica, acrecentada por la amenaza nuclear. En los extrarradios se libra una cruenta guerra, que nunca se muestra pero siempre está presente y que condiciona la forma de vivir. El cielo no tiene estrellas y los neones son los únicos referentes de una luz que aporta más melancolía que brillo. Y para completar el marco, inevitables pinceladas esotéricas, marca de la casa Moore, introducidas en esta ocasión por las cartas del Tarot.

También como en toda obra de Moore existen puertas que conducen a rincones de reflexión. Hay crítica política, pero sobre todo resuena el reproche a una sociedad sumisa ante una esclavitud consentida: «Toda jaula tiene su salida, es sólo que tan fácil demorarte cuando es una prisión tan encantadora y sus salidas parecen tan sombrías», se lee en una de las viñetas. El relato también bucea en los fundamentos de la existencia humana: «El sentido es que sobrevivas, el sentido es que evoluciones; esto es una constante en todo el mundo natural». Los espejos antagónicos aportan otras lecciones: lo bello no siempre es bonito; lo feo puede resultar hermoso; odio y amor son reversibles; genio y locura nacen en lugares próximos.

El trabajo artístico también participa de la atmósfera sombría que envuelve al cómic. Partiendo de lienzos en negro, el relato se desarrolla en viñetas tradicionales, sin superposiciones, silueteados ni otros alardes estilísticos. Al resultado se le puede reprochar falta de originalidad, pero responde a la perfección a un material que originalmente se concibió como guión para una película. De hecho, muchas de las páginas son auténticas secuencias cinematográficas: cuatro o cinco recuadros en formato panorámico y de similar tamaño se reparten el espacio para presentar una escena, en la que se mantiene el encuadre y donde sólo se registran leves movimientos de los personajes, suficientes para dar continuidad al diálogo.

Los rasgos de los personajes dibujados por Facundo Percio a menudo incomodan y algunas veces incluso resultan repulsivos, pero esto es una virtud en un cómic pretendidamente inquietante. Ni si quiera los protagonistas son presentados con amabilidad: la ambigüedad sexual y moral endurece sus caras. Los escenarios van en la misma línea: los paisajes exteriores muestran ambientes sórdidos y los interiores son oscuros y fríos. Mención especial merece el papel del color, a cargo de Hernán Cabrera. Respaldando la filosofía de la contradicción que defiende el cómic, demuestra cómo las tintas más vistosas pueden ser las mejores herramientas de oscuridad: en una noche negra, un luminoso rótulo rojo hace más tenebrosa la calle. No en vano, es el color de la sangre.



REGRESAR A LA REVISTA