C iudad Juárez, Chihuahua. 1 de junio de 2015. (RanchoNEWS).-Las calles de Brujas se han convertido en el espacio de exhibición de la Trienal de Arte y Arquitectura Contemporáneos que permanecerá abierta hasta el 18 de octubre. Casas de madera flotando en los canales, edificios de chocolate y construcciones en los árboles se incorporan a la arquitectura medieval de Brujas, declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 2000. Enrique Domínguez Uceta reporta desde Brujas para El Mundo.
Durante la Trienal se establece un fértil diálogo entre patrimonio histórico y cultura contemporánea, un tema de especial interés en relación al tsunami urbanizador que inunda el planeta. Con más de un 60% de la población mundial viviendo en megaciudades de más de diez millones de habitantes, la calidad del entorno urbano alcanza un protagonismo trascendente, mientras las ciudades históricas ofrecen modelos de urbanismo de escala humana de calidad contrastada.
Brujas, un emporio comercial y burgués durante la Edad Media y el renacimiento, no sufrió transformaciones desde el siglo XIX. Aún conserva canales, calles estrechas, plazas con mercados al aire libre, suelos empedrados y jardines encantadores que ofrecen una experiencia urbana excepcional, capaz de atraer cada año a cinco millones de visitantes.
La primera Trienal de Arte y Arquitectura Contemporáneos de Brujas se interroga sobre la urbanización global del planeta, y se pregunta qué sucedería si la urbe tuviera que mantener a sus 5,3 millones de visitantes como residentes permanentes. Los organizadores invitaron a varias decenas de artistas y arquitectos de prestigio internacional para que aportaran reflexiones e intervenciones en el espacio urbano en torno a estas cuestiones. Las propuestas fueron evaluadas por los comisarios y diecisiete de ellas se han hecho realidad, ocupando lugares singulares dentro del casco histórico de Brujas.
Tres itinerarios van enlazando con naturalidad el patrimonio urbano y las obras de la Trienal, demostrando que es posible intervenir con arquitectura moderna en espacios históricos sin destruirlos. Los artistas invitados se han centrado en incrementar el significado y enriquecer la funcionalidad de los espacios de la ciudad antigua.
Una de las piezas más celebradas es el Canal Swimmers Club, del estudio japonés Atelier Bow-Wow, una estructura flotante en uno de los canales desde la que es posible lanzarse a nadar. El arquitecto Yoshiharu Tsukamoto, uno de sus autores, se zambulló en las agua limpias del canal desde su obra, que ofrece un espacio suplementario para todo tipo de actividades urbanas.
Ante la catedral de San Salvador se levanta la obra Wu Wei Er Wei, un jardín de roca chino, del artista Song Dong, realizado con escombros procedentes de la demolición masiva de barrios tradicionales en China. Las viejas puertas y ventanas reutilizadas construyen un hermoso volúmen quebrado de cristal que denuncia la destrucción generalizada del patrimonio en su país de origen.
La iglesia del Gran Seminario acoge la obra Vertically Integrated Socialism del artista canadiense Nicolas Grenier. Propone un alojamiento experimental que integra toda la pirámide social en un único edificio, que expresa y critica la estratificación de la estructura social.
El Studio Mumbai, del arquitecto indio Bijoy Jain, ha creado Bridge by the Canal, una estructura ligera de puente, habitable y transportable, que puede saltar canales o crear un espacio lúdico, independiente de su entorno, para ser ubicado en cualquier lugar, aunque en Brujas se encuentre a la orilla del canal.
Frente a la condición espacial de los trabajos arquitectónicos se sitúan los valores simbólicos de la obra de los artistas. Algunos aluden a la condición acuática de Brujas. La Cataract Gorge, de Romy Achituv, fabrica pequeñas tempestades en un tramo de canal donde la réplica de una casa semisumergida se agita entre las olas. La importancia de la electricidad en las grandes urbes se explicita en Undercurrent, del equipo Hehe (Helen Evans y Heiko Hansen), una torre de alta tensión que se hunde en el canal entre chisporroteos y fogonazos.
Las contradicciones de una sociedad de consumo manejada por grandes marcas y controlada desde el planeta digital se expresa en Uber Capitalism, de Rainer Ganahl, una escultura de chocolate comestible que reproduce una de las casas tradicionales del Burg, sobre la que gira un anuncio de Uber. Otros artistas recurren a las palabras escritas con luz para que iluminen la noche de Brujas y los espectadores establezcan asociaciones y oposiciones entre ellas.
Hay una intensa poesía en Tree Huts in Bruges, la obra del japonés Tadashi Kawamata, situada en el jardín interior del Begijnhof, del beaterio de Brujas. El artista ha instalado pequeñas construcciones de madera en la parte alta de algunos árboles, que semejan cabañas, nidos o refugios en los que integra arte, arquitectura y medio natural.
La ciudad mantendrá hasta el 18 de octubre tres exposiciones fijas. La de la Arentshuis exhibe el plan urbano modernista de Huib Hoste junto a las formas posmodernas de Oswald Mathias Ungers. En el Ayuntamiento, diferentes artistas expresan su ciudad imaginaria. Las galerías de arte se suman con exposiciones especiales de acento urbano, y se celebrarán debates sobre la manera en que la ciudad contemporánea debe adaptarse al caminante y al ciclista, según defendió el arquitecto Jan Ghel en su conferencia tras la inauguración de la Trienal.
Por encima del valor individual de las piezas de la Trienal se impone la capacidad propositiva de su conjunto y el acierto en las condiciones de escala y de diálogo con el casco histórico. Brujas es ahora un estimulante laboratorio que abre puertas para reflexionar sobre la manera en que las ciudades se relacionan con sus habitantes. Los tres itinerarios de arte y arquitectura indagan en la manera en que el arte moderno puede mejorar las urbes modernas, y en los valores implícitos en el urbanismo medieval que pueden contribuir a llevar la escala del ser humano hasta las nuevas megaciudades.
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