C iudad Juárez, Chihuahua. 11 de agosto de 2016. (RanchoNEWS).- Cerca de 124 litografías y carteles del francés Henri de Toulouse-Lautrec, considerado uno de los grandes artistas del siglo XX, demuestran que consiguió captar en la esencia de su obra escenas y elementos icónicos de los cafés y salones de baile de la Belle Èpoque, detalló Christian Rattemeyer, curador asociado en el departamento de dibujos y grabados del Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, escribe Juan Carlos Talavera desde la Ciudad de México para Excélsior.
Con esta exposición se busca mostrar uno de los rostros más exquisitos del arte moderno, a través de los ojos de un aristócrata que pasó gran parte de su vida en bares, restaurantes y teatros de Montmartre, París, a partir de su trabajo como litografista y artista experimental, cuya obra maestra se puede apreciar en el cartel titulado Moulin Rouge.
La exposición, que se exhibirá en las salas Justino Fernández y Paul Westheim del Museo del Palacio de Bellas Artes hasta el 27 de noviembre, es vista como una paradoja, dado que el conjunto de esta obra comparte elementos artísticos e históricos con el recinto donde se exhibe. «Por un lado, se trata de un museo que tiene un exterior al estilo de la Belle Époque, mientras que el artista fue un hombre refinado, de la época, que en su pensamiento alcanzó un alto grado de modernidad», aseguró.
La muestra, que lleva por título El París de Toulouse-Lautrec. Impresos y carteles del MoMA, ya se ha presentado en Nueva York, con más de cien obras, entre dibujos, litografías, carteles y fotografías del creador francés
«Pensemos que pocas veces uno se encuentra con momentos tan icónicos en la historia como los de la Belle Époque, en París, y considero que el mejor representante de este momento fue Toulouse-Lautrec, así que en el recorrido de las piezas podrán sumergirse en ese mundo».
Sobre las litografías expuestas, Christian Rattemeyer abundó que Lautrec se inclinó por la litografía porque fue la técnica que en ese momento se consideró moderna. «Así que el artista tuvo que convertir su arte en diversos medios de impresión a través de la litografía que, por una parte, le permitió abordarlo como si fuera un arte, y al mismo tiempo construir colecciones a manera de portafolio, con carteles que lograron inmortalizar algunos de los lugares que él solía representar».
La pieza que abre la exposición es el cartel monumental Moulin Rouge, adquirido recientemente por el Moma, el cual acompaña por primera vez esta muestra. «Hay que decir que para este cartel el artista utilizó, por primera vez, tres piedras litográficas, para imaginar las dimensiones y la dificultad que representó para la época», detalló.
La pieza es interesante en sí misma porque muestra a una bailarina que ubicó al centro, con la cara y el vestido estilizados, para mostrar el tema principal de una obra, así que esta manera de representar se convirtió en un cambio radical dentro de la expresión artística, añadió el curador.
Otro de los aspectos destacados en la obra de Toulouse-Lautrec es la uniformidad en la calidad de su trabajo. «Es una producción muy pareja donde él concedió la misma importancia al trabajo del cartel impreso, aunado a que no trazó división alguna entre lo que podría considerarse una obra artística, arte fino y arte popular», precisó Rattemeyer.
Por último, el curador enfatizó un elemento curioso en las obras del artista: el retrato que hizo de las personas con quienes tuvo una relación de amistad e intimidad. «No podemos dejar de pensar en la figura de su amiga Jeane Avril, una bailarina que fue una de sus amigas más cercanas y que está representada en varias obras».
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