C iudad Juárez, Chihuahua. 21 de agosto de 2016. (RanchoNEWS).- En un accidente automovilístico ocurrido en el estado de Querétaro, la noche del viernes murió el escritor mexicano Ignacio Padilla (47), uno de los mayores exponentes de la llamada "Generación del Crack". En 1996, Padilla lanzó, junto con los autores Jorge Volpi, Eloy Urroz y Pedro Ángel Palou, el "Manifiesto del Crack", que tenía como objetivo renovar la literatura mexicana, informa la Redacción de Excélsior.
El escritor y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, Gonzalo Celorio expresó que se encuentra muy consternado por el fallecimiento del escritor Ignacio Padilla, acaecido en la madrugada del sábado 20 de agosto, y que pasará mucho tiempo para asimilar esta gran pérdida para los colegas y la literatura.
El escritor y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, Gonzalo Celorio expresó que se encuentra muy consternado por el fallecimiento del escritor Ignacio Padilla, acaecido en la madrugada del sábado 20 de agosto, y que pasará mucho tiempo para asimilar esta gran pérdida para los colegas y la literatura.
«Una muerte tan accidental lo deja a uno sin palabras, es lo que puedo decir y me duele enormemente hablar en pretérito de alguien de quien seguiría hablando en presente siempre que era una mente verdaderamente privilegiada, brillante, un hombre bien formado y con una gran sensibilidad literaria», explicó el escritor, en entrevista con los medios.
Entrevistado en la funeraria de Félix Cuevas, donde es velado el cuerpo de Ignacio Padilla, fallecido a los 47 años de edad, el maestro Celorio comentó que Ignacio Padilla se había hecho estudios muy rigurosos en la Universidad de Salamanca, se había doctorado con una tesis estupenda sobre el diablo en el Quijote.
Era miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, primero como miembro correspondiente en Querétaro y hace unos tres o cuatro meses «lo habíamos nombrado miembro numerario, porque ya residía en la Ciudad de México y era dentro de la generación del Crack de los jóvenes nacidos en 1968.
Fue muy destacado con una solidez, conocía muy bien la lengua española, conocía muy bien la evolución de esta y manejaba otros idiomas, sobre todo en la inglesa», señaló.
Amigos y colegas de Ignacio Padilla asistieron a la funeraria para acompañar a la familia, como Nicolás Alvarado, director general de TV UNAM; el escritor Ignacio Solares; la escritora Rosa Beltrán; el escritor y director del Festival Internacional Cervantino, Jorge Volpi; Mauricio Montiel, coordinador de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes, y el narrador Alberto Chimal, entre otros.
La Secretaría de Cultura federal planea realizar una serie de actividades en homenaje a Ignacio Padilla, una vez que se pongan de acuerdo con la familia, informó la oficina de Comunicación Social de la dependencia cultural.
Cabe destacar que mañana se despedirá a Ignacio Padilla en el panteón Español, según los datos que se proyectan en la pantalla de plasma de la funeraria.
Ignacio Padilla fue impulsor de la llamada Generación del Crack y publicó en 1996 el Manifiesto del grupo junto con otros autores como Jorge Volpi, Eloy Urroz, Miguel Ángel Palou y Ricardo Chávez.
Recientemente, el pasado 2 de agosto, el ciclo Protagonistas de la Literatura Mexicana, que se realiza en el Palacio de Bellas Artes, estuvo dedicado a Ignacio Padilla.
Ahí el escritor señaló: «Generalmente la literatura es una actividad solitaria, no me dejarán mentir y, sin embargo, he tenido la fortuna de vivir la literatura como una actividad de grupo, de amistad, la generación del Crack es sólo un ejemplo».
De la Redacción de El Financiero
Era una persona muy veloz, en términos intelectuales, y con esa misma velocidad Ignacio Padilla se fue de este mundo, expresó el ensayista Adolfo Castañón.
Él, como buena parte de la comunidad cultural de México, aún no digiere la intempestiva partida del escritor, a causa de un accidente automovilístico que sufrió el pasado sábado en la madrugada, en Querétaro. De acuerdo con información publicada en diversos medios, la lluvia y una carambola provocaron su muerte. Tenía 48 años.
Para Castañón, el genio del desaparecido exponente de la Generación del Crack tiene que ver con una inteligencia alimentada por la analogía y el contraste. «(Tenía) la capacidad de poner las semejanzas y las diferencias de Cervantes y Shakespeare, del mundo contemporáneo y el de las ideas; de relacionar las partes perdidas o dispersas de la cultura y las letras contemporáneas. Es un autor que habrá que releerse».
El titular de la Secretaría de Cultura federal, Rafael Tovar y de Teresa, ya giró instrucciones para dar cuerpo al imperativo señalado por Castañón: entre una serie de homenajes que la dependencia anunció a través de un comunicado, destaca la edición de una antología de su narrativa breve.
Además, de acuerdo con Francisco Padilla, padre del escritor, la FIL Guadalajara también le rendirá un homenaje en su siguiente emisión.
Los restos de Ignacio Padilla fueron velados en la funeraria Gayosso del sur de esta ciudad, a donde acudieron figuras de las letras como Jorge Volpi, de su misma generación literaria; Ignacio Solares, Rosa Beltrán, Alberto Chimal y funcionarios culturales.
«Era una mente verdaderamente privilegiada, brillante, un hombre bien formado y con una gran sensibilidad literaria», compartió Gonzalo Celorio, quien, como Padilla, es integrante de la Academia Mexicana de la Lengua (AML). «Lo habíamos nombrado miembro numerario, porque ya residía en la Ciudad de México».
Autor de títulos como Subterráneos (Premio Alfonso Reyes, 1989) y La catedral de los ahogados (Premio Juan Rulfo para Primera Novela 1994), Padilla cursó la maestría en Letras Inglesas en la Universidad de Edimburgo y un doctorado en Filología Hispánica en Salamanca, título que obtuvo con un estudio que este año en que se celebra el 400 aniversario luctuoso del autor del Quijote, fue editado bajo el título Cervantes y el diablo. Otra de las publicaciones que dedicó al alcalaíno fue Cervantes & Compañía (2016).
«Es lamentable la muerte de cualquier académico, pero en el caso de Ignacio Padilla, que era un hombre que estaba en pleno desarrollo, que había alcanzado apenas su madurez y que prometía muchísimo, pues es todavía más lamentable. A su carácter de gran escritor hay que sumar que era un hombre de una tranquilidad, bonhomía e, incluso, humildad, dignas de ser reconocidas», consideró Jaime Labastida, director de la AML.
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