La escritora y artista visual publica Mudanza, libro en el que difumina el concepto de la palabra e invita a ver más allá de símbolos y significados. (Foto: Claudia Aréchiga)
C iudad Juárez, Chihuahua. 3 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).-«Considero que estamos rodeados de imágenes y de texto de una manera estridente; sin embargo, creo que no les dedicamos el suficiente tiempo de lectura y trabajo, tal como lo afirma el historiador del arte Georges Didi-Huberman», asegura la escritora y artista visual Verónica Gerber (Ciudad de México, 1981), y así lo explica en Mudanza, su más reciente libro, que publica la editorial Almadía. Ahí difumina el concepto de la palabra e invita a ver más allá de símbolos y significados que pueden leerse a simple vista. Juan Carlos Talavera escribe para Excélsior.
«Pienso que no les dedicamos el suficiente tiempo a las imágenes, porque asumimos que las entendemos con un golpe de mirada... pero no es así. Lo mismo sucede con el texto, al que quizá tampoco le dedicamos suficiente tiempo. Eso supongo. Sin embargo, a mí lo que me obsesiona es entender las imágenes», explica en entrevista, donde acepta que le agrada pensar en el estado soluble de las palabras. La palabra es una entidad soluble. Una sustancia que sufre varios estados. Sólida cuando se escribe sobre una hoja de papel: la tinta cristaliza sus formas, el enunciado sus límites y la puntuación sus intervalos. La conversación, en cambio, es líquida: el diálogo es un manantial que se alimenta de sonido, fluye en tiempo y espacio, ida y vuelta, desde quien habla hasta el que escucha», escribe Gerber.
Pero luego se convierte en gaseosa cuando se murmura, «cuando se disuelve en expectativas ajenas, cuando se reconstruye de boca en boca, cuando se descompone y cambia de sentido. El rumor y el chisme son gaseosos, volátiles», añade.
¿Por qué en su libro afirma que el concepto pesa sobre la imagen, al punto en que la eclipsa? «Una de las obsesiones que me acompaña es la forma en que se relacionan texto e imagen y cómo estamos formados como lecto-escritores de texto, al punto en que se eclipsa nuestra manera de leer la imagen».
Quizá no tenemos tantas herramientas para ver imágenes, añade, son herramientas que no nos proporciona nuestra educación. «Quizá me equivoco, pero tiene que ver con que no sabemos leer imágenes. Tú te sientas a leer un libro y vas decodificando palabra por palabra y haces tu lectura para llegar al fondo del libro. Pero ese mismo proceso no sabemos hacerlo con imágenes... aunque mi obsesión en este libro es con la escritura y su dimensión visual».
¿A qué se lo achaca? «A la educación básica. Porque ésta ha sido diseñada para aprender a leer y a escribir, pero en el caso de la imagen, es vista como una muleta que usamos para entender palabras, es decir, en los libros de texto te ponen dibujitos para enriquecer el texto, pero son ilustraciones que jerárquicamente en el libro son inferiores al texto».
Y aunque no se trata de hacer siempre lecturas distintas de una misma imagen, reconoce Gerber, sí es necesario mostrar los distintos matices para cambiar la dirección y el sentido de la imagen y la discusión en torno a ella.
«Porque cuando agrandamos los detalles de una imagen y discutimos sus detalles —que es lo más importante—, aparecen otros elementos que no estábamos viendo y que cambian el sentido de la imagen o sus posibilidades que tiene», advierte.
A Gerber le agrada pensar en la capacidad que tienen las palabras como entidades solubles. «Ese trabajo aparece en este libro, donde el escritor y artista Ulises Carrión tiene presencia central dentro del texto, particularmente en el tema del chisme, que convierte las palabras en un elemento gaseoso, que se difumina».
Pero en Mudanza habita algo más que reflexiones sobre la relación entre escritura e imagen. Habitan personajes que padecen ambliopía, más conocida como el ojo perezoso, la cual padece la escritora y le ha servido para hacer una metáfora sobre las múltiples formas de ver algo.
«La ambliopía es una rama de la hipermetropía donde la visión nunca se fija del todo, así que nunca ves bien con un ojo y puede ser que lo traigas medio bizco; y empiezo con esta referencia en el libro, porque me sirve para transformar el soporte de las palabras en una búsqueda», concluye.
REGRESAR A LA REVISTA