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Las investigaciones en el Convento de las Trinitarias llegan a puerto después de años de dudas: los huesos del autor del Quijote están en el nicho, aunque no hay certeza posible a través del ADN ni capacidad de «individualizar» los restos entre los 17 cuerpos enterrados. (Foto: Ayuntamiento de Madrid)
C iudad Juárez, Chihuahua. 17 de marzo de 2015. (RanchoNEWS).- Se les acabó la paz a Miguel de Cervantes y a su mujer, y a los otros 15 individuos que yacían enterrados con ellos en la cripta del convento de las Trinitarias Descalzas . Después de casi cuatro siglos de tierra y polvo, los historiadores que durante los últimos años han investigado en el subsuelo de la cripta del Convento de las Trinitarias de Madrid, tienen la certeza de que ahí están los restos del escritor, perdidos entre 1698 y 1730, el periodo en el que se construyó la nueva iglesia. En cambio, el equipo reconoce que ha renunciado a individualizar al escritor entre los fragmentos de otras 16 personas con las que comparte nicho. Reporta Esther Alvarado para El Mundo.
El pasado 11 de marzo, los investigadores aseguraron que ya habían encontrado los restos óseos del escritor y su esposa, Catalina de Salazar. Sin embargo, fuentes del Ayuntamiento matizaron que el estado de los trabajos del equipo de investigación aún no garantizaba que se hubiesen encontrado los restos. En la rueda de prensa de esta mañana, los responsables de la investigación han reconocido que su 'veredicto' no responde a pruebas ciertas, sino a la «existencia de muchas coincidencias y ninguna discrepancia». No hay ADN que verifique las conclusiones.
¿Qué restos? En las Trinitarias se encontraron, junto con material óseo de varios adultos, una reducción (enterramiento en el que figuran los restos de varias personas) cuya antigüedad remite a los tiempos de Cervantes.
Según fuentes de la investigación, no se trataba del punto de enterramiento donde el escritor fue sepultado en 1616 sino el sitio al que se trasladaron sus restos óseos con posterioridad a 1673, cuando comenzaron las obras de construcción de la nueva iglesia conventual, ahora catalogada como bien de interés cultural (BIC) y ubicada en el madrileño barrio de las Letras.
¿Sorpresas de la investigación? En la cripta había dos momentos de enterramiento en el suelo. En la primera cota, de mediados del siglo XVIII habría enterrado un escaso número de personas, todos adultos. Y, en la segunda, datada por los restos textiles en la segunda mitad del siglo XVIII y primera del XIX, un buen numero de cuerpos infantiles procedentes de distintas clases sociales, el 50% menores de un año y el otro 50%, de entre uno y cuatro años de edad y, en muchos de los casos, enfermos de raquitismo (el 75%).
Por debajo de estos, en la esquina sureste de la cripta, a 135 centímetros bajo el enlosado se encontró la citada reducción de huesos que «podría ser compatible con el osario trasladado de la iglesia primitiva a la bóveda de la iglesia nueva, según las fuentes documentales», afirma el dossier de la investigación. Esta reducción se encuentra apoyada directamente sobre la tierra. Junto a ella, pero unos centímetros más arriba se encontró un ataúd, del tercer nivel de enterramientos , que alberga los restos de un capellán cuyas vestimentas se han datado en el siglo XVII, con lo que los expertos presuponen que ésta es la zona en la que se produjeron los enterramientos más antiguos de la cripta.
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