Retrato anónimo de Louise Colet (1810-1876). (Foto: commons.wikipedia.org)
C iudad Juárez, Chihuahua. 15 de mayo de 2020. (RanchoNEWS).- Comienzo de la primera carta de Flaubert a Louise Colet:
Medianoche. 4 de agosto de 1846.
Hace doce horas aún estábamos juntos; ayer, a estas horas. Te tenía en mis brazos… ¿Recuerdas? ¡Qué lejos queda ya! Ahí están, mientras te escribo, tus zapatillitas; las tengo ante los ojos, y las miro. Acabo de guardar, a solas y bien encerrado, todo cuanto me regalaste…
Última carta a Louise, diez años después:
París. 6 de marzo de 1855.
Señora: Me he enterado de que se tomó la molestia de venir tres veces, ayer por la tarde, a mi casa. No estaba. Y, temiendo las afrentas que semejante persistencia por su parte podría atraerle por la mía, la cortesía me induce a advertirle que nunca estaré.
La saludo atentamente.
No es por morbosa curiosidad de chismes o miserias de la vida privada que las cartas de Flaubert a Louise Colet se hayan constituido en las más fascinantes de la Correspondencia. Son el único testimonio del progreso de Madame Bovary, página a página, día tras día, año tras año, una crónica de los esfuerzos, aciertos y derrotas del autor que convive con sus personajes en una intimidad más honda y comprometida en emociones que la que tiene con amigos, familiares.
El texto de Vlady Kociancich lo publica el suplemento El Cultural de La Razón
El texto