Un coro ensayando en Zoom. (Foto: Reuters)
C iudad Juárez, Chihuahua. 9 de mayo de 2020. (RanchoNEWS).- Netflix se ha adelantado a la compañía biofarmacéutica Gilead: la serie documental sobre la COVID-19 ha llegado mucho antes que la vacuna. El primer capítulo comienza con primeros planos de dirigentes mundiales y acaba con un mosaico de gente jugando o bailando en sus casas y balcones en marzo de 2020. Aunque esa división multipantalla sea un recurso clásico del lenguaje audiovisual, todos los espectadores pensamos ahora en lo mismo al verlo: Zoom.
Nada es ajeno a la moda ni a las industrias de la representación. La estética de la pandemia tuvo durante las primeras semanas un icono indudable, la mascarilla, que ya ha entrado en la lógica del diseño y de la producción de accesorios. Pero durante las semanas de encierro son las aplicaciones de videoconferencias y reuniones virtuales las que han proporcionado los símbolos visuales más reconocibles de la profunda alteración social que ha supuesto la COVID-19. Representan perfectamente cómo los gobiernos, las empresas, la educación o el ocio siguen en activo pese a los respectivos confinamientos.
El texto de Jorge Carrión es de su columna Fuera de Serie de The New York Times
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