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miércoles, mayo 11, 2011

Literatura / España: Justo Navarro especula si Ezra Pound hubiera sido un agente doble

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El escritor granadino durante la presentación de su última novela, El espía. (Foto: Toni Albir)

C iudad Juárez, Chihuahua, 11 de mayo 2011. (RanchoNEWS).- El escritor granadino Justo Navarro sigue en su nueva novela, El espía, la huella dejada por el poeta estadounidense Ezra Pound en Pisa cuando estuvo preso en un campo de concentración, y juega con la posibilidad de que, más que un nazifascista, hubiera sido un agente doble traicionado por todos. Una entrega de EFE:

Navarro ha explicado hoy en rueda de prensa que empezó a pensar en este título, publicado por Anagrama, tras vivir entre junio y diciembre de 2009 en la ciudad italiana y poder ahondar en la peripecia vital de Pound, un autor que lo subyugó desde la adolescencia aunque su fervor pronazi fuera, dice, «indefendible».


Pound participó durante la Segunda Guerra Mundial desde Radio Roma (vivía en esa ciudad desde hacía unos años) en la batalla de propaganda contra los aliados y contra los judíos, con unas arengas que, según describe Navarro en el libro, convertían su voz en algo ronco que «aumenta, se adelgaza, se afina, se hace aguda, grave y papagayesca».

A su juicio, leyendo estas peroratas y escuchándolas, «uno ve a un ventrículo y a un caricaturista riéndose de sí mismo».

Ante este hecho, Navarro, con la ayuda del autor de novelas de misterio Carlo Trenti –un personaje que ya aparecía en su obra Finalmusik– especula con la posibilidad de que Pound fuera un agente doble que en estas alocuciones radiofónicas aprovechara para transmitir mensajes cifrados a los norteamericanos.

El autor andaluz advierte, sin embargo, que no existe ninguna prueba de que fuera un agente provocador. «Lo único claro es que sus discursos son repulsivos, de un terrible fervor fascista», apunta.

Realizando una especie de «investigación criminal», Navarro estudió también por qué el norteamericano acabó en una jaula de un campo de concentración, e indagó en el hecho de que, aunque fue detenido en 1945 por dos partisanos y llevado ante un tribunal en Washington, no acabara siendo ejecutado, aunque sí ingresado en un manicomio.

Por otra parte, de sus indagaciones Navarro, un escritor que no esconde que siempre ha tenido más sentido de la irrealidad que de la realidad, defiende la «figura humana» de Pound. «Tenía muchos amigos judíos, lo que hace inexplicable su antisemitismo, y algunos como Joyce lo consideraban un amigo de verdad y un hombre bueno», ha precisado.

En esta novela vuelve a aparecer la figura del traductor J.N. (casualmente las mismas iniciales de Justo Navarro, también traductor), que habla de una estancia en Italia en el año 2009.

«La ficción se mezcló con mi vida –argumenta– y esto provocó que entrara J.N. en la novela. Además, quería explicar mi experiencia en Pisa y cómo visité diferentes lugares en los que Pound también había estado».

Por otra parte, y como ocurre en otras novelas suyas, los aviones tienen una cierta importancia.

Preguntado al respecto, ha bromeado que debe ser por la influencia que ejercieron en su infancia las lecturas del tebeo Hazañas Bélicas y por una colección de cajas de cerillas que hizo con 35 modelos distintos de aeronaves, que acabó regalando a su primo. «Pero temo volar», ha subrayado.

Considerado uno de los mejores narradores españoles de la actualidad, Justo Navarro, a punto de trasladarse a residir en los próximos meses a la británica Cambridge, ha publicado varios libros de poemas, fue finalista del Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Narrativa con su obra «Hermana muerte» en 1991 y obtuvo el premio Andalucía de la Crítica con la novela La casa del padre.

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